domingo, 27 de noviembre de 2011

ENTREVISTA A JOSÉ MANUEL OTERO NOVAS EN DIARIO DE JEREZ.




"Zapatero me decia: ¡José Manuel, confía en mí!; Es que vas a destrozar España; ¡Tú, confía en mí!"


Abogado del Estado, ex ministro de la Presidencia y Educación en aquellos turbulentos años de la Transición y actual presidente del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo, José Manuel Otero Novas (Vigo, 1940) ha hecho un alto para, invitado por la Asociación Católica de Propagandistas de Jerez (ACdP) presentar en su sede del Palacio de Villapanés su último  libro 'Mitos del pensamiento dominante'.
En su obra, el autor refuta el mito según el cual, las sociedades occidentales han alcanzado un estado permanente de paz, democracia y razón, que ninguna de las tres está asegurada y advierte de que  existen realidades que no sólo las amenazan, sino que incluso ya están debilitando o desvirtuando: la crisis económica como causa de una confrontación mundial, el peligro de las autonomías o 'desintegración de las naciones' y  otras amenazas del bipartismo y la supeditación de la política a la economía. Las siguientes líneas son tan sólo una pequeña parte de las reflexiones de un hombre amable, con enorme don de la palabra y  claro, muy claro.
-¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos y nietos?
-Un mundo bastante diferente del que vivimos ahora. Porque creo que el mundo que estamos viviendo ahora se está acabando, que en la fase cultural de ahora, basada en la tolerancia, el pragmatismo, la libertad, la mediocridad, la corrupción, el hedonismo…, que tiene características negativas y positivas, es una fase que está a punto de acabarse, que va a venir otra fase de jerarquía, de méritos, de esfuerzo, de valor, de autoridad, que va ser la nueva. Por ahí va el mundo.
-¿Quiere decir que la juventud  recogerá esos valores perdidos?
-Sí. Los jóvenes no lo saben todavía, pero lo van a vivir.
-Por supuesto, el bienestar previo a la crisis no vamos a tener.
-Menos bienestar. El criterio que hoy es el dominante y lo hemos visto en las últimas elecciones, donde todo el mundo da por supuesto que lo esencial es el bienestar del ciudadano, eso va a cambiar. Ya no va a ser así, como tampoco lo fue en tiempos pasados, donde los políticos no prometían a los ciudadanos el bienestar, sino el bien de la patria, Dios, Europa, la vida, pero cosas distintas. Hoy es el bienestar. Pues eso va a dejar de ser así y todos nos vamos  a dar cuenta de que necesitamos vivir no sólo para el bienestar, sino también para otras cosas.
-Paralelamente a la económica, hay una crisis de valores.
-Eso es fundamental. Me viene un ejemplo, que es el tema de la Educación. Nos hemos empeñado en tratar a los alumnos entre algodones y que no hay que exigirles… Eso se va a acabar, porque ya está empezando a hacerlo. Cuando hace veinte años, siendo ministro de Educación, un profesor exigía mucho a un alumno en clase, iban los padres y se comían al profesor. Hoy ya hay padres que van al colegio a comerse a los profesores por no exigirles a sus alumnos. Aún no hemos llegado al cambio, pero se va atisbando.
-¿A qué debe esos desastrosos índices de fracaso escolar?
-Hemos extendido la escolarización, un logro importante de las últimas décadas. Eso es fantástico,  muy bueno, pero para esclavizar a todos los niños hemos tenido que bajar el nivel del profesorado y esto en un ambiente de bienestar y falta de exigencia, hemos bajado el nivel de los alumnos. 
-¿Qué puede hacer Rajoy?
- Yo ya no estoy en las batallas políticas. Conozco bien a Mariano Rajoy, paisano mío, y sé que es un hombre de grandes cualidades. Pero no creo que las soluciones a los problemas puedan venir por los partidos y los políticos, creo que hay otras cosas más profundas que exceden. Por ejemplo, sé que el gobierno de Rajoy lo hará bien y creo que atenuará la crisis económica. Pero no la va a solucionar, porque la crisis excede de lo que pueda hacer Rajoy y el Partido Popular, y el partido socialista y todos juntos. 
-¿Cuándo vendrá su solución?
-Eso nadie lo sabe. Pero yo temo que tarde. Y creo también que puede llevarnos a lugares inciertos.
-De hecho usted piensa que puede llevarnos a una confrontación mundial, como ocurrió en el 29.
-Esa es la cuestión. Me temo que pueda llevarnos a eso. Ojalá no sea así. Yo haré todo lo posible o imposible para que no sea así.  La crisis del 29 y la actual se deben a que hay una economía financiera y una real. Y la financiera se ha disparado, porque nos hemos acostumbrado a construir  castillo financieros en el aire con las operaciones de futuro, las opciones… Y en estas crisis, una de dos: O les dices a la gente que nos tenemos que empobrecer un poco para volver a empezar desde abajo o queremos mantener el ritmo, como quieren la Merkel o Sarkozy.
-¿En qué se equivocó Zapatero?
-En unas cuantas. Yo me he sentido defraudado porque le he dado un margen de confianza, ya soy mayor… Un día me dijo: 'Confía en mí, José Manuel'. 'Oye, que creo que vas a destrozar España'. Y él: 'Confía en mí!' Y no resultó como él me dijo. Porque él es muy cordial, muy agradable, muy amistoso conmigo… En la primera cosa que se equivocó, pero no con mala fe, ya hace ocho años, que él era muy joven para gobernar. Cuando gobernábamos en la transición, en algunos casos o bien nuestros padres o madres, habían hecho la guerra. Y mi padre o mi madre decían: 'Hijo, que no se repita la guerra!' Había en España el temor de que, muerto Franco, volviera a venir otra guerra civil. Con esa conciencia gobernábamos. !'Que no se repita la guerra!' Y ahora, en 2004, vienen Zapatero y sus jóvenes colaboradores y ni ellos ni sus padres hicieron la guerra. Zapatero habla de la Guerra Civil y se refiere a su abuelo, al que no conoció siquiera. Entonces, para él la Guerra Civil es como para mí la guerra de Cuba, en la que luchó mi abuelo. Y esa guerra no me decía nada. Entonces empezaron a jugar con la guerra. Nosotros nos habíamos reconciliado, porque todos no tenemos porqué reprocharnos, porque todos hemos tenido muertos en la Guerra Civil. Entonces, estos chicos no saben lo que pudieron hacer con la 'memoria histórica'. Se ha vuelto a abrir la herida y eso es demencial.
-¿Han cambiado mucho los políticos  con los de la transición?
-Los actuales saben mejor de lo que sabíamos nosotros, tienen ventaja, pero una clase política especializada tiene dos grandes inconvenientes: Les falta, en general, una visión de la vida más social, están sólo en cómo funciona la política, no tienen otra visión de la vida, de la calle. Y eso disminuye la preparación de la gente. Como decía Manuel Azaña: 'Yo sólo me he enriquecido en los periodos que he salido de la política, cuando adquiero la ciencia de la vida'. Otro inconveniente es que la clase política profesionalizada pierde la libertad. Sus hijos comen de su puesto político y deben estar permanentemente diciendo al líder el 'sí, buana'. Porque, en otro caso, tienen que cesar. Eso priva a la política de libertad. 
-¿Cómo era Suárez?
-Suárez fue muy criticado, especialmente por esa sociedad, más o menos, de la derecha. Era un hombre de una extraordinaria cultura, no era un erudito, un Cánovas del Castillo, ni tenía  una visión intelectual de las cosas, pero no es verdad que Suárez jugara con España por su ambición. Luego se equivocó o no, pero tenía un gran sentido de la legalidad del Estado. De alguna manera, fue un hombre que llegó a presidente del Gobierno y, como él  presumía, había llegado a ese cargo pasando por todos los escalones, desde el suelo, no de la noche a la mañana, como Felipe González, que no tuvo un puesto político antes. Y Suárez, sin embargo, fue aprendiendo de todos los puestos políticos que ocupaba y, entonces, el  sentido del Estado sí lo tenía.
-El poder corrompe pero, ¿qué tiene el poder?
-Bueno, gusta mandar, dicen, la erótica del poder…Yo reconozco que sí, que me gustaba mandar, aunque algún tiempo después de salir voluntariamente de ella, me hubiera gustado volver. Pero sí, hay una erótica del poder.
-¿Por qué piensa que la guerra también es positiva para un  país?
-Porque, a veces, con una guerra, usted consigue liberar a un pueblo, a sus personas, y se convierte en un gran instrumento de progreso. Lo que pasa es que también tiene muchos aspectos negativos.

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