martes, 22 de noviembre de 2011

A MIS AMIGOS.

Hoy, os tengo que reconocer que, me encuentro muy cansado. La mañana como siempre con mucho trabajo y cuando he llegado a casa, sobre las cuatro, almorzar, leer, lo normal en mi vida. ¡Por lo menos no tengo ningún compromiso u otro acto social!

Aunque no quiero extenderme mucho, no os quiero cansar, hoy quiero hablar del valor de la amistad: De los amigos.

Cuando vas caminando, a pasitos cortos y lentos, por la vida te vas encontrando a muchas personas por los senderos que vas recorriendo. De todas ellas se aprende algo, de todas te nutres y te vas haciendo y definiendo tu personalidad. Hablar de los amigos no es nada fácil, como no lo es nada relacionado con el corazón.

Amigos, amigos de verdad. Siempre se dice que pocos. Pero, ¿Por qué no invertir esos términos? ¿Por qué van a ser pocos? Decimos muchas veces que no caben en los dedos de una mano. ¡Qué tristeza por Dios! ¿Así estamos? ¿Tan pocos amigos tenemos? ¿Para qué queremos nosotros los amigos? Porque si es que para que estén con nosotros siempre, pero mejor en los malos momentos y sobre todo cuando nosotros queramos sin importarnos para nada lo que ellos puedan sentir o padecer, entonces sí, no tendremos más que dos o tres amigos que se plieguen siempre a nuestra voluntad.

Yo prefiero amigos buenos, que estén siempre al igual que yo lo estaré, que nos comprendemos y nos queremos en nuestras diferencias y en nuestras similitudes. Quiero amigos que sean  mi apoyo, que me ofrezcan su lealtad y esa lealtad, bien entendida, sea también que me corrijan cuando vean que actúo mal. Los buenos amigos son los que te dicen que te estás equivocando cuando te estás equivocando, los buenos amigos son los que te acompañan en los momentos felices y también en los desgraciados, los que te ofrecen su ayuda sin importar nada, sin tener en cuenta nada, sin esperar nada. Quiero buenos amigos, el número me da igual aunque creo que será más numeroso que la media porque prefiero una relación de amistad dentro de la concordia, el respeto y la tolerancia. Cuando mi amigo lo esté pasando mal: ¡Aquí estoy yo! Cuando mi amigo sea féliz: ¡Aquí estoy yo! En las alegrías y tristezas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, el amigo es quien siempre está. Es tan fácil y tan difícil como eso.

Tengo la suerte de tener grandes y buenos amigos, algunos los considero y quiero como mis hermanos, a otros los quiero como, lo que son, amigos, otros dejaron de serlo porque nunca lo fueron y de todos aprendo a diario y se entregan más de lo que merezco y, seguro, menos de lo que merecen. Debo decir que mi mejor amiga es mi mujer, Hetepheres, que por ser mi mujer es mi mejor amiga y la compañera fiel que tengo en este viaje que se llama vida. Hasta que Dios quiera por todo la eternidad.

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