domingo, 20 de noviembre de 2011

A TODOS LOS BUENOS SAMARITANOS.

Cuando leo el Evangelio de hoy y me pongo a meditar y reflexionar sobre el mensaje implícito que lleva, me acuerdo de tantos hombre y mujeres volcados con los demás, con los más desfavorecidos de esta Sociedad injusta y egoísta que nos va manipulando hacia el individualismo, hacia lo material y hacia el mal.

Pero, aunque el Maligno parezca que está ganando terreno, todavía hay muchas personas de buena voluntad y con una generosidad a prueba de todo los límites que entregan su cuerpo, su alma y donan hasta lo que no tienen a los demás, a los que hace ya tanto tiempo que carecen de todo, lo material, lo humano y lo espiritual, y lo hacen con una generosidad desgarradora.

Mi homenaje y admiración a todas y cada una de esas buenas personas, esos buenos samaritanos de hoy y de todos los tiempos. En especial, quiero recordar en este día, a todas las Damas y Caballeros Hospitalarios por su entrega y su servicio incontestable a los demás.

Dios os bendiga.

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