martes, 27 de diciembre de 2011

EL VALOR DEL SACRIFICIO.

Si eres padre o madre de familia, estoy seguro de que estás dispuesto a morir por tus propios hijos: Prefieres sufrir tú y que no sufran ellos, morir tú y que ellos vivan. ¿Verdad que no me equivoco? 
Pues bien, solamente quiero decirte que es mucho más fácil morir en un acto de heroísmo, por salvar a un hijo, que  ir muriendo lentamente, día a día, minuto tras minuto, por ir formando a ese hijo, o por irte formando a ti mismo. 
Ir dejando jirones de tu vida en las noches largas sin sueño, en las horas de trabajo agotador, en las tardes solitarias atendiendo las diarias obligaciones..., eso no será llamativo, pero es más meritorio. 
No derramar la sangre en tres minutos, sino ir dejando gota tras gota en cada acción que cumplimos, en cada victoria sobre nosotros mismos, en cada vencimiento de nuestro carácter o de nuestro temperamento, en las palabras que callamos o en la sonrisa que ofrecemos... Eso es morir día a día, eso es ser héroe..., desconocido, pero héroe... 

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