lunes, 26 de diciembre de 2011

JORNADA DE LA SAGRADA FAMILIA 2011.


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    La Gaceta
    Sagrada Familia
    FAMILIA CRISTIANA, ARRAIGADA EN CRISTO

    26 DIC 2011

    La Misa de las Familias se celebrará el próximo 30 de diciembre. El encuentro de este año quiere girar en torno a la gratitud de los jóvenes hacia sus padres. 

  • Familia cristiana, arraigada en Cristo
    El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha dirigido una carta a los párrocos, rectores de Iglesias, dirigentes de asociaciones y movimientos apostólicos, directores de colegios y centros de enseñanza, instituciones de vida consagrada y a todos los fieles laicos, con motivo de la Misa de las Familias que se celebrará el próximo 30 de diciembre.

    Afirma "que es una invitación a reunirnos todas las familias cristianas en torno a la mesa del Señor".
    Mensaje de los Obispos
    Permanece en nuestra mente y corazón la reciente visita de Su Santidad Benedicto
    XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011,
    «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe».

    En la inolvidable vigilia de oración en Cuatro Vientos nos dejó este claro mensaje
    a modo de clarificación de la vocación al amor que todo hombre está llamado
    a vivir: «A muchos el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una
    mujer, formando una sola carne (cf. Gén 2, 24), se realizan en una profunda vida
    de comunión. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio significa ser
    conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura
    al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor
    matrimonial» .

    Es preciso que los hombres de nuestro tiempo sean capaces de reconocer esta
    belleza para que puedan vivir la grandeza de su vocación. Por ello, en el marco
    de la próxima jornada que celebraremos el viernes 30 de diciembre con el lema
    «Familia cristiana arraigada en Cristo», los obispos queremos invitar a todas las
    comunidades cristianas, movimientos y asociaciones a ser testigos y portavoces del
    mensaje y la misión que el Santo Padre nos ha dejado: la familia, el hogar, fundado
    en el don que Cristo Esposo hace a la comunión esponsal indisoluble y abierta a la
    vida, forma parte de la esperanza de los hombres. De esta manera, el futuro de la
    humanidad y de la Iglesia se fragua en la familia .

    La familia, arraigada en Cristo
    La familia es la comunidad de personas nacida de la unión conyugal del hombre y
    la mujer, llamada a existir y a vivir en comunión de amor . Los esposos cristianos han de
    ser conscientes de que su amor nace de otro amor primero (Ap 2, 4) que lo genera, lo
    nutre y lo fortalece. Su unión se arraiga en la verdad de Jesucristo crucificado que se entrega
    por amor a su Iglesia (Ef 5, 25) y «el Espíritu Santo, que infunde el Señor, renueva
    el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos amó» .

    Sobre esta raíz que nos descubre la fe se edifica la familia fuertemente arraigada
    en Cristo, la roca de la salvación, como aquel hombre que edificó su casa sobre una
    roca firme de modo que resista a los embates de la lluvia y las crecidas de los ríos
    (cf. Mt 7, 24-25). La familia es el lugar donde Cristo, verdadero Dios y verdadero
    hombre, nació, vivió, creció y murió: «el niño iba creciendo y robusteciéndose, lleno
    de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2, 40). La familia es el reflejo
    en la tierra del misterio de Comunión eterna que Él vive en el seno de la Santísima
    Trinidad . La familia, a imagen de la Trinidad, es origen de la vida y casa de la comunión
    donde se descubre, acoge, custodia, revela y se comunica el amor .

    La familia tiene también la misión específica del servicio a la vida . Los esposos en
    su amor conyugal se hacen aptos para recibir el don de la vida. En esta comunión de
    amor el hombre puede ser recibido y apreciado por sí mismo y se descubre que toda
    vida humana es un bien y se la protege de tantas amenazas. Por eso mismo, los padres
    son también los primeros responsables de la educación de sus hijos para introducirlos
    progresivamente dentro de la familia humana.

    Igualmente, mediante la regeneración por el bautismo, el hijo es introducido en la
    familia de Dios , que es la Iglesia, y recibe un corazón nuevo para vivir el amor y el perdón.

    Así, la familia colabora con Cristo y la Iglesia en la transmisión de la fe y la iniciación
    cristiana y es signo y recuerdo permanente para la Iglesia de que es esencialmente
    familia de hijos de Dios, llamada a establecer auténticas relaciones familiares .

    También la familia recibe la fuerza del Espíritu para poder vivir su vocación de
    comunión en medio de las dificultades y problemas del momento como una misión
    recibida de Dios. Tiene por ello la especial capacidad de sanar con su cariño, acogida,
    amor y perdón los corazones a menudo con tantas heridas afectivas, morales,
    sociales y psicológicas. Igualmente tiene el cometido de aportar su ayuda en esta
    crisis económica, ante la falta de trabajo, ante las enfermedades,… protegiendo,
    sosteniendo y animando a cuantos lo precisen.

    La familia, sujeto de la Nueva Evangelización
    En el contexto de la nueva evangelización a la que nos convoca Benedicto XVI,
    conscientes de vivir en una sociedad con claros signos de esperanza como se ha
    puesto de manifiesto en la Jornada Mundial de la Juventud, pero al mismo tiempo
    convulsa, con temores y momentos de desesperanza, la familia tiene un papel muy
    especial. La primera manifestación de la misión de la familia cristiana como Iglesia
    doméstica es la transmisión de la fe10. La familia nos descubre que formamos parte
    de una historia de amor que nos precede, no solo por parte de los padres y abuelos
    sino, de un modo más fundamental, por parte de Dios, según se ha manifestado en
    la historia de la salvación.

    Somos eslabones de una cadena. Hemos recibido la fe y nos corresponde transmitirla
    con las palabras y hacerla creíble con el testimonio de nuestra vida.

    Por ello, además de ser objeto de una urgente Evangelización, como evidencia
    la situación de crisis planteada, a la familia le corresponde responsabilizarse de la
    enorme y trascendente misión de participar como sujeto activo en la Nueva Evangelización.

    El mundo actual desarraigado de la casa de la fe, deja a muchas personas
    confundidas por mensajes falsos y manipuladores, heridas por experiencias negativas
    y engaños. Está por ello tan necesitado de esta Evangelización para construir una
    vida y requiere entonces de modo especial el testimonio de la familia cristiana y la
    vida de la Iglesia. Esta vida lleva la impronta de aquello que distingue y diferencia a
    la familia: origen de la vida, imagen de la Trinidad y casa de comunión. La verdad
    de un amor misericordioso regenera a la persona y la capacita para vivir el amor
    verdadero.

    Al igual que en otros tiempos difíciles la evangelización fue llevada a cabo por
    las comunidades cristianas y el monacato, hoy corresponde a las familias cristianas,
    fieles a la Iglesia, ser sujetos activos de la Nueva Evangelización.

    En estos momentos las familias, con su capacidad de organización y asociación,
    deben ser impulsoras de una justa política familiar que responda a sus derechos,
    necesidades e ilusiones y que responda así a los deseos de la inmensa mayoría de
    nuestra sociedad en sus problemas de vivienda, educación, conciliación laboral,
    etc. Se trata de una tarea urgente e inaplazable.

    Europa necesita de la familia y no es posible la regeneración de Europa si no
    pasa por la realidad de la familia tal y como Dios la pensó. Como recordó Benedicto
    XVI en una de sus audiencias de este año: «En la Europa de hoy, las naciones de
    sólida tradición cristiana tienen una especial responsabilidad en la defensa y promoción
    del valor de la familia fundada en el matrimonio que, por lo demás, es decisiva
    tanto en el ámbito educativo como en el social».

    En estas Navidades, pedimos a la Sagrada Familia que nos haga profundizar en
    nuestra conciencia recordando en nuestras oraciones y ayudando en la medida de
    nuestras posibilidades de manera especial a cuantos sufren las consecuencias de la
    crisis. Igualmente pedimos por crecer en la responsabilidad de nuestra misión como
    familia cristiana con la vista puesta en el próximo Encuentro Mundial de Familias
    con el Santo Padre Benedicto XVI (Milán 2012). Para ello proponemos la inestimable
    ayuda que supone trabajar en nuestros respectivos ámbitos las catequesis elaboradas
    a tal fin con el sugestivo y oportuno título de «La Familia: el trabajo y la fiesta»
    encomendándonos a María Santísima Reina de las Familias.

    Mons. J. Antonio Reig Plá,
    Obispo de Alcalá de Henares, presidente de la Subcomisión
    Mons. Carlos Osoro Sierra,
    Arzobispo de Valencia
    Mons. Francisco Gil Hellín,
    Arzobispo de Burgos
    Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa,
    Obispo de Bilbao
    Mons. Gerardo Melgar Viciosa,
    Obispo de Osma–Soria
    Mons. José Mazuelos Pérez,
    Obispo de Jerez de la Frontera
    Mons. Carlos Manuel Escribano Subías,
    Obispo de Teruel y Albarracín

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