jueves, 29 de diciembre de 2011

RAZONES (DE SOBRA) PARA CELEBRAR LA FAMILIA.

Alfa y Omega > Nº 766 / 29-XII-2011 > En portada
Quienes han ido a la Fiesta de la Familia explican por qué van a volver

«Tenemos un montón de razones para ir, pero no se me ocurre ninguna para quedarnos en casa»: así de contundentes son los testimonios de quienes han acudido otros años a la Fiesta de la Familia, en Madrid, y este año harán malabarismos con las vacaciones para participar de nuevo. Porque, como dice monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, «es una forma estupenda de transmitir la alegría de la familia cristiana a una sociedad a la que le hacen falta estos testimonios»


Panorámica de la plaza de Colón, en la Fiesta
de la Familia del año pasado. Y este año,
¿se lo va usted a perder?
«Este año cae estupendo para ir»
Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
Ya es tradición que a la Fiesta de la Familia acudan fieles de toda España, acompañados por sus obispos. Uno de los pastores que van cada año a Madrid es monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, que mañana viajará a la capital para acompañar a las familias de su diócesis que se sumen a la celebración. «La Iglesia tiene mucho que decir a la sociedad, y la Fiesta de la Familia es una forma festiva y litúrgica de anunciar en la calle el Evangelio de la vida y de la familia. Porque vivir según el plan de Dios hace al hombre feliz, y supone equilibrio y riqueza para la sociedad», explica. Aunque algunos puedan pensar que este año hay menos motivos para ir a Madrid, porque la celebración es en día laborable, monseñor Fernández recuerda que «esta celebración siempre cae bien y hay motivos de sobra para ir, así que este año también cae estupendo». Y a quienes quieren ligar la celebración con el cambio de Gobierno, el obispo de Córdoba responde que «no nos mueven sentimientos políticos, sino que vamos para ser un altavoz del Evangelio y de la propuesta de la familia cristiana, en un acto que se convierte en noticia en toda España».
Como la propuesta de la familia cristiana no es sólo para católicos, monseñor Fernández explica que «el corazón humano está hecho para la felicidad, y ése es el plan de Dios para el hombre, que en la relación conyugal se expresa con un hombre y una mujer unidos para siempre, en compromiso estable, fiel y abierto a la vida. Cualquier pareja quiere eso, y Dios da la gracia para que ese proyecto no sea un sueño dorado e inalcanzable, sino una realidad. Cuando la familia vive según el plan de Dios, los matrimonios son más estables, los hijos son más felices, las relaciones entre generaciones son más firmes y la sociedad se fractura menos». En suma, «ir a Madrid es una forma estupenda de transmitir la alegría de la familia cristiana, a una sociedad a la que le hacen falta estos testimonios».
«En Madrid nos sentimos como en casa»
Araceli, Mario y sus tres hijos

Panorámica de la plaza de Colón,
en la Fiesta de la Familia del año pasado
Araceli y Mario se definen como un matrimonio nómada. Ella es de San Sebastián, él de Sevilla, se conocieron en Madrid y en los últimos años han ido dando tumbos por España, «a trabajar donde saliese, porque la cosa está muy mal». Sin embargo, en las últimas Navidades han tenido un destino fijo: la Fiesta de la Familia, de Madrid. «No importa donde estemos -dice Araceli-, nos encanta ir ese día a Madrid a celebrar tres cosas: que Dios nació en una familia, que las familias cristianas no nos avergonzamos de nuestra fe y que queremos lanzar una propuesta de vida que hace feliz a quien la vive. Así que el año pasado fuimos desde Sevilla, donde trabajaba Mario; el anterior, desde Ciudad Real, donde trabajaba yo, y este año, desde San Sebastián, porque estamos en paro y hemos ido a vivir la Navidad con mis padres».
Araceli explica que «no pertenecemos a ningún movimiento y nos encanta ver a tantas realidades eclesiales en Madrid, porque aunque las familias del Camino Neocatecumenal son las más numerosas, hay gente de otros movimientos o de ninguno. Como hemos ido de una diócesis a otra, tenemos conciencia de Iglesia y nos sentimos como en casa en cualquier parroquia de España. Y cuando llegamos a Madrid nos sentimos igual, porque nos reciben familias de toda España y de Europa. El año pasado nos pusimos junto a unos italianos y terminamos comiendo con ellos, y fue precioso ver jugar a los niños como si fuesen vecinos; en 2009, vivimos la celebración al lado de unos polacos y, como estábamos en el Bernanéu, al terminar la Misa empezamos a hablar de fútbol y terminamos cantando villancicos en polaco... Y este año, a ver con qué nos sorprende el Señor». Semejante historial de anécdotas les sirve para mostrar «que la familia cristiana es sinónimo de entrega, de generosidad y de alegría, en una sociedad en la que la mayoría de la gente va a lo suyo y piensa más en consumir (o en lamentarse por no poder consumir) que en compartir. Nuestros vecinos, y eso que no estamos mucho en la misma casa, saben que somos cristianos porque les felicitamos la Navidad con una tarjeta y un bombón que dejamos en los buzones; y mis hijos, cuando se cruzan con ellos y les preguntan qué tal las vacaciones, dicen: Hemos ido a Madrid a la Misa de la Familia. ¡Es divertidísimo ver la cara de los vecinos!» Y concluye: «La verdad es que tenemos un montón de razones para ir, pero no se me ocurre ninguna para quedarnos en casa».
«Íbamos como novios, y ahora como familia»
Lydia, Aléxis y Gabriela
El pasado mes de mayo, Lydia (de Zamora) y Aléxis (de Chile) se casaron, tras varios años de noviazgo cristiano, «vivido en la Iglesia y, aunque con los problemas de cualquier pareja, siempre guiados por el Señor». Un par de meses después, Lydia se quedó embarazada de Gabriela, su primera hija, que nacerá en marzo, Dios mediante. En agosto, además, vivieron su primera JMJ como matrimonio. Con todo este recorrido en tan poco tiempo, no extraña que Lydia explique que, «este año, vamos a ir a la Fiesta de la Familia para dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado, que es impresionante. Otros años hemos ido como novios, con la ilusión de hacer lo que este año: participar como familia». Lo harán desde Torrejón de Ardoz, en la diócesis de Alcalá de Henares, donde viven, y animan a todos los jóvenes y a las parejas de novios a sumarse a la Fiesta de la Familia: «Cualquier pareja sabe qué vida le ofrece el mundo, y que las fuerzas fallan. La Iglesia les propone que se atrevan a vivir de otra forma, porque cuando vives un noviazgo cristiano y formas una familia en la que Dios está en medio, miras para atrás y es una gozada ver cómo te sostiene Dios. En Colón vamos a pedir que Dios siga ayudándonos a descubrir su amor en nuestra relación, porque eso garantiza la felicidad». ¿Quién da más?
José Antonio Méndez
«No queremos vivir una fe aburguesada»
Familia Toranzo Bautista
Carlos y María, un matrimonio de Zamora, han acudido a todas las convocatorias de la Fiesta de la Familia, salvo a una: la del año pasado, «que nos la perdimos porque en diciembre nació nuestro tercer hijo y nos tuvimos que quedar en casa, aunque este año él también vendrá con nosotros». Por eso, a unas horas de la celebración, ya se preparan para viajar hasta Madrid con sus tres pequeños, Miguel (7 años), María (4) y Marcos (un año recién cumplido), junto a otras familias de la comunidad del Camino Neocatecumenal en la que viven la fe. ¿Y qué les mueve para no faltar a la cita? Ellos lo explican así: «En España, cada vez se va destruyendo más el valor de la familia, pero nosotros sabemos que es donde se nos da la vida y, en el caso de la familia cristiana, donde se nos da a Jesucristo. Así que, en Madrid, queremos manifestar públicamente que nuestra vida tiene una finalidad, un sentido, y que gracias a la familia se nos ha dado la vida, hemos descubierto la fe y somos felices». Además, para que los pequeños lo vivan como la fiesta que es, «intentamos hacérselo lo más alegre posible: visitamos Madrid, viajamos con amigos..., así se dan cuenta de que este acto por la familia es mucho más importante que quedarse en casa jugando».
Como este año no se celebrará en fin de semana, Carlos se ha cogido un día de vacaciones para poder ir con los suyos a la capital, «pero merece la pena, porque es más lo que recibimos que lo que damos. La fe no es algo que se tenga que ajustar a tu vida, sino al revés: es tu vida la que se tiene que ajustar a la fe. No queremos transmitir a nuestros hijos una fe aburguesada y cómoda, sino una fe viva, que te ponga en movimiento. Y al ir a Madrid, mis hijos ven desde pequeños lo importante que es la familia y lo importante que es la fe, igual que cuando fuimos a la JMJ este verano». Ese testimonio de familia es particularmente importante, porque «nuestros hijos ven que muchos de sus compañeros viven en familias rotas y que los padres de sus amigos se separan», y al participar en la Fiesta de la Familia «se dan cuenta de que nuestra familia permanece unida no porque seamos mejores, sino porque hemos conocido a Jesucristo y Él nos mantiene unidos; y que eso es lo normal: que la familia viva unida, que los hijos y los padres se perdonen entre sí, sean generosos, y transmitan alegría. Mis hijos son los primeros que, cuando discuten, terminan diciendo vamos a rezar, y se arreglan entre ellos. Al final, es el Señor el que lleva la familia y eso es fantástico».

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