miércoles, 25 de enero de 2012

MEDITACIÓN Y SALUD.


La medicina moderna dice hoy en día lo que los santos y místicos han conocido durante milenios: Que la meditación es buena para nosotros. La meditación regular puede rebajar la tensión de la sangre, estimular el sistema inmunitario, despejar la depresión y, en general, mejorar la salud mental como física. 
Pese a todos los beneficios médicos, la meditación es aún más valiosa por lo que hace espiritualmente: Abre en el alma una ventana a un estado  superior de conciencia. Es por ello que durante mucho tiempo los que poseen gran discernimiento espiritual han utilizado alguna forma de meditación. A los santos cristianos, la Pasión y Muerte de Jesús a menudo les sirve de fundamento para su contemplación. Entrando en unión mística con Jesús, los santos son literalmente capaces de experimentar el cielo en la Tierra. 
Afortunadamente, pocos de nosotros atraemos multitudes cuando meditamos. Por su naturaleza misma, a la meditación se la supone privada y personal. Es un alejamiento de las presiones diarias; un tiempo en el que no tenemos que hacer nada. Cuando meditamos, lo único que se requiere de nosotros es ser. En un mundo atareado, con sus demandas en creciente aumento, la meditación regular puede convertirse no sólo en un medio hacia la santidad, sino en un oasis de santidad. 

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