martes, 31 de enero de 2012

OFREZCO MI DOLOR.

Hoy me he obligado a escribir, hoy más que nunca he querido ponerme enfrente del ordenador para redactar, me imagino que torpemente, un artículo que espero que sirva para algo o para alguien.

Sufro desde hace varios años una molesta y dolorosa enfermedad digestiva. Por diversas causas se me producen espasmo en el estómago. No es nada grave, de esto seguramente no me muera, pero si os puedo decir que es muy doloroso y así como todo lo que tenga que ver con el aparato digestivo, otra consecuencia es un pertinaz y atroz cansancio. Cuando esta circunstancia se da te limita de tal manera que lo único que puedes hacer bien es estar acostado, pasando la crisis de la mejor manera posible y con una medicación concreta que te deja totalmente "fuera de juego". 

Si aparece esta dolencia se te acaba todo, todos los compromisos  familiares, laborales, sociales quedan postergados hasta que te recuperes. 

Os puedo decir que cuanto más dolor, más sufrimiento, más impotencia ante la imposibilidad de no poder hacer nada, más se lo  ofrezco al Señor. Ofrecer el sufrimiento y el dolor para que el Señor actúe por medio de ellos y ayude a quienes más los necesiten es un privilegio que tenemos los cristianos, los católicos. Para mí el dolor no lo es tanto cuando es ofrecido al Padre. Os puedo decir que,  aunque el padecimiento es mucho se pasa, en el tiempo que Él disponga, con una paz interior, hasta con una alegría que si sufriéramos sin sentido trascendental y espiritual. Jesús con su sufrimiento y muerte en la Cruz dio verdadero sentido al dolor, al sufrimiento y a la muerte.

Cuando padezco mi enfermedad, que es ofrecida al Señor para que haga de ella lo mejor para otros, me acuerdo de los que sufren sin límites: De los enfermos terminales y sus familiares, de las víctimas del terrorismo, de los que padecen toda clase de carencias, de todos los que lo pasan mal. Ofrecer tus sufrimiento a Dios para que actúe en beneficio de otros que lo están pasando peor es la mejor medicina y la recuperación se hará más efectiva porque tu dolor, con la ayuda de Dios, mitigará el dolor y el sufrimiento de nuestros hermanos.

Padecer por padecer no tiene sentido y te hace infeliz. Padecer con actitud de ofrecimiento a Dios para ayudar a los demás da un verdadero sentido al dolor y a tu vida.

1 comentario:

  1. Esta mañana al abrir el correo, temprano, me encuentro este regalo.
    Muchas gracias por tu testimonio y valentía.

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