viernes, 30 de marzo de 2012

LA HUELGA, UN FIASCO TOTAL.


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    Opinión | La Gaceta
     
     La manifestación, una muestra evidente de que la de ayer era una huelga política. / B. S.-T.
    29M

    La huelga, un fiasco total

    30 MAR 2012 | EDITORIAL
    Los trabajadores dieron la espalda a unos sindicatos cada día más alejados de la realidad.

  • La sociedad española dio ayer una muestra de madurez y responsabilidad al dar la espalda a una convocatoria de huelga general inoportuna e insensata de las centrales sindicales CC OO y UGT, apoyada por los partidos de izquierda. La huelga fue un rotundo fracaso sólo comparable al descalabro al que nos han llevado las políticas de los Gobiernos socialistas. Los trabajadores españoles que tradicionalmente han hecho oídos sordos a los vanos llamamientos de unos sindicatos decimonónicos que sólo se mueven por intereses particulares y no por los de los trabajadores, ayer decidieron acudir a sus puestos de trabajo asestando un severo correctivo a unos sindicatos cada día más alejados de la realidad, de una realidad que se sustantiva en una escasísima representatividad real: el número de afiliados de los dos sindicatos mayoritarios no alcanza al 10% de la población activa, un porcentaje que se reduce prácticamente a la mitad en los que se refiere a los cotizantes y que pone en evidencia la realidad sindical española: unas centrales que sólo se representan a sí mismas y que necesitan de sus seculares privilegios y generosas subvenciones para poder sobrevivir. Ante esta realidad tozuda, la lógica se impone y, con independencia de las cifras que dan unos y otros, la huelga fue un rotundo fracaso por muchas razones. La primera de ellas, por la desproporción existente entre los medios puestos en su organización y el escaso seguimiento cosechado. Los sindicatos han contado con más tiempo que nunca y también con más recursos, ya que han podido disponer, entre otras muchas, de subvenciones tan generosas como interesadas y oportunas de la Junta de Andalucía. Los sindicatos sabían lo que se jugaban y habían puesto toda la carne en el asador, y el resultado ha sido muy pobre, poniendo en evidencia la inoportunidad de la convocatoria. Ateniéndose al consumo de energía, que es uno de los pocos datos fiables, los paros habrían sido secundados por un 20% de los trabajadores y con desigual incidencia: mayor en transporte e industria, e irrisoria en servicios y otros sectores.
    Otro claro síntoma del fracaso de la huelga es que las primeras valoraciones sindicales del seguimiento de la misma se reducían a un lacónico “hay demasiados agentes”. Una presencia, por otra parte, necesaria para garantizar el derecho de los ciudadanos a ir a su lugar de trabajo sin sobresaltos, algo que se logró en la jornada de ayer pero que pone en evidencia la necesidad urgente de regular este derecho mediante la pertinente Ley de Huelga que está recogida en la Constitución y que ningún Gobierno de la democracia se ha atrevido a hincarle el diente por miedo a enfrentarse a unos sindicatos más partidarios de la violencia intimidatoria de los piquetes.
    Precisamente los piquetes estuvieron, como siempre, presentes en la madrugada del día de ayer, protagonizando una actividad más delictiva que informativa, y que no fue a más gracias al despliegue de un dispositivo policial, muy denostado por piquetes y sindicatos, pero que fue crucial para que la violencia de los energúmenos no llegara más lejos. No obstante, además de la intimidación del grupo numeroso y gritón, los sindicalistas no han tenido reparo en insultar, romper cristales, hacer pintadas, pegar decenas de pegatinas por escaparate y, sobre todo, amenazar a los comerciantes que se resistían a bajar momentáneamente el cierre. Unos piquetes que dieron la nota altisonante al protagonizar los acontecimientos más denigrantes de la jornada y que dieron lugar a numerosos enfrentamientos que se saldaron con alrededor de 60 detenidos y un puñado de heridos. Y como siempre, Intereconomía TV volvió a ser tristemente protagonista pasiva de la agresión y los insultos de esta cuadrilla de exaltados, falange del pensamiento único, en cuyas mentes obtusas no cabe ni la libertad de expresión ni de información.
    El 29-M fue un fracaso también por sus frutos. Y es que, como todas las huelgas generales, resultó absolutamente inútil. En plena sociedad de la información resulta fútil pensar que de esta manera se da a conocer el malestar de la “clase trabajadora”. Primero, porque la clase trabajadora y la desempleada lo que quieren es trabajar. También, porque el malestar es exclusivo de unos sindicatos airados por una reforma laboral que pone en evidencia y les quita su principal razón de ser: la negociación colectiva que, con la reforma, instaura la prevalencia de los convenios de empresa sobre los convenios territoriales y sectorial, con la consabida pérdida de protagonismo sindical. También porque la huelga, lejos de doblegar la voluntad del Gobierno del Partido Popular, lo que consigue es que este se reafirme en su política reformista.
    El drama que viven los sindicatos por la movilización de ayer es que, se mire por donde se mire, resultó un fiasco total. Lo único que consiguieron los sindicatos fue que se perdieran cientos de millones de euros en una jornada aciaga. El único tanto en el haber, no de los sindicatos, sino de los partidos, fue la manifestación que cerró la jornada, en la que PSOE e IU trataron de salvar los trastos de sus correas de transmisión sindicales. Pero ni siquiera eso puede ser valorado positivamente, porque viene a poner blanco sobre negro que la huelga general de ayer no estaba motivada ni por la reforma laboral ni por la defensa de los trabajadores, sino que era una huelga política marcadamente partidista que, afortunadamente, acabó resultando un fiasco.

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