domingo, 29 de julio de 2012

"IR A ROMA Y NO VER AL PAPA".

Es una verdad como  un templo que el cargo no hace a la persona sino al revés. 

La dignidad de un determinado cargo, sea cual sea, lo da la persona que lo ostenta y creerse lo contrario es vivir equivocado o demostrar que no se está con los pies en la tierra.

Suelen ser las personas que están más preparadas las más cautelosas a la hora de afrontar cualquier responsabilidad, y no porque no se vean capacitadas sino porque piensan que puede haber  otros que se lo merezca más que ellos. Esto no sucede con el necio al que se le ofrece un cargo y, no solo no duda, sino que  lo acoge con la alegría y prepotencia de que es el mejor para el cometido encomendado.

En otro grupo están los que le ofrecen liderar un  proyecto, que se ven muy respaldados por quienes se lo propuso, pero cuando estos últimos cambian sus actuales destinos y son destinados a otros ámbitos de actuación  se echan para atrás y dejan el proyecto a medias porque confunden términos: No es lo mismo la coherencia y la cobardía aunque las dos palabras empiecen por c.

En todo estos ejemplos, podría desgranar más pero se haría este post muy cansino, tengo conocidos y verdaderos amigos.

Conozco un caso de una persona que ostenta un cargo de una institución muy querida por mi que hace unas semanas ha ido a Roma, ha visitado el Vaticano, en el cual ha sido debidamente atendido, pero no ha visto al Papa. No quiero hacer comparaciones, porque algún bobo se puede molestar, pero visto lo visto puedo decir sin llevarme a engaño que cualquier  tiempo pasado fue mejor.

En esta vida lo que tenemos que procurar es ser coherentes. Llevar la coherencia a tu día a día es difícil aunque adquiere tintes de importancia suprema para llevarla con la máxima dignidad. Ser coherente con tus creencias, sobre todo, tu forma de pensar y ver las cosas pueden hacer que tengas que dejar alguna responsabilidad, algún puesto de gran relevancia para, que siendo firme en tus convicciones, volver a otras responsabilidades, iguales o mayores, pero no tan relevantes. Acostarse todos los días con tranquilidad de conciencia se está convirtiendo en estos momentos en un lujo que pocos lo pueden permitirse.

Hay otros que se dejan llevar por la cobardía porque sus primitivos planes no pueden ser desarrollados al cien por cien. Los que creían que iban a tener todo de un color rosa pero por las circunstancias el color cambia a un tono más oscuro y preocupante no viendo las cosas tan claras como al principio le entra el miedo, que ellos llaman coherencia, y dejan lo proyectado encima de la mesa y se quitan del medio. Para este tipo de persona no importa que su nombre haya salido ya a la palestra y  esté en boca de todos. Hay que irse como sea y esta premisa se convierte en la máxima y única prioridad.¡Valiente coherencia!

Y están los cobardes, los que medran, los que traicionan y hacen lo que sea necesario para coger un determinado puesto que tenga una gran relevancia social y si todo esto viene acompañado por un suculento sueldo, pues mejor. Después son los que van con cara de niños buenos que  no han partido nunca un plato porque han destrozado toda una vajilla. Aunque platos no se si han roto, pero corazones y personas: Muchas. Son expertos en ruindad y, por supuesto, eso lleva aparejado que son unos malísimos gestores pues no están preparados para el puesto que ocupan y desarrollan su gestión por medio de aniquilar a todo el que piense u opine diferente a él. Se pasa el día pensando como aniquilar a gente que  le puedan hacer sombra, como buen necio y mediocre no piensa que para tal cosa tendría que aniquilar a casi todos los habitantes del planeta.

En fin, olvidémonos de todos estos personajillos que nos rodean y disfrutemos de un cálido y brillante domingo en el que todo está por hacer.

¡Feliz domingo!

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