jueves, 30 de agosto de 2012

¡HABLA, SEÑOR, AUNQUE NOS DUELA!; POR JAVIER LEOZ.



Habla Señor, y no dejes nunca de silabear 
aunque, tus Palabras nos resulten duras 
o que, después de escucharlas, 
sigamos en las nuestras sin hacer caso. 
¡Habla, Señor, aunque nos confundas! 
Porque la fe que no es exigente 
corre el riesgo de convertirse 
en merengue que adorna pero sin masa que alimenta. 
Porque la fe que no provoca 
es dulce al paladar pero sin trascendencia en la vida. 

¡Habla, Señor! 
Y haznos más crédulos y más confiados 
menos previsores y más críticos con nosotros mismos 
más estrictos con nuestra vida 
y más comprensivos con las actuaciones de los demás. 

¡Habla, Señor! 
Aunque tu Palabra nos desconcierte 
aunque busquemos mil excusas para alejarnos de Ti 
aunque nos agarremos a mil justificaciones 
¡Habla, Señor, y no dejes nunca de hacerlo! 
Y, si en verdad, ves que corremos el riesgo de dejarlo todo 
míranos con ojos de hermano 
tócanos con tu mano poderosa 
aliéntanos con el Espíritu Santo 
y sácianos con el gusto y el encanto de la Eucaristía. 
Amén. 

Javier Leoz.

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