domingo, 26 de agosto de 2012

TIEMPO DE MELANCOLÍAS.

No se por qué ni tampoco como, pero por día que pasa inunda mi ser un sentimiento de melancolía típica de que se avecina el final del verano y se acerca, irremediablemente, el otoño con sus claroscuros, su frescor y el sol que se asoma más tímidamente por los ventanales que nos cobijan.

Con el otoño empiezan las obligaciones y termina la vida más sosegada de la inactividad de actos, deberes contraídos y asistencias obligadas.

Aunque para mí el mes de septiembre, debo reconocerlo, es un mes que ha  marcado mi vida y que me estimula y sosiega a la vez. A final del mismo tendré unos días de vacaciones en los cuales espero "escaparme" con mi mujer a un destino indefinido donde no haya "comunicaciones" ni nada que se le parezca. Serán unos días que este blog estará parado, serán unos días a nivel personal y familiar muy necesarios por todo lo que llevamos para adelante.

Melancolías por el tiempo y también por situaciones que nos rodean y que nos afectan en la medida de la  importancia que queramos otorgarles.

Hace unos días pude ver a bastantes personas con las que me une sentimientos de amistad, otras que quiero mucho y que son verdaderos amigos. A todas me alegró el verlas y compartir unas horas con ellas, noté que esa alegría era recíproca en el calor e intensidad del abrazo, generalmente acompañado con besos, que nos dábamos. Me dio mucha alegría el estar con ellos por el tiempo que hacía que no nos veíamos.

También vimos a otros amigos, buenos amigos, que también nos encontramos en este evento aunque me sorprendió la parquedad, la frialdad y el desapego con el que se dirigían a mi mujer y a mi , interponiendo "distancias" con nosotros. Me dio tristeza observar esta situación y más cuando por defender en alguna ocasión el honor de ellos y de su  familia antepuse parte de mi vida, incluso de amistades que quedaron sesgadas, y de lo que no me arrepiento. Volvería hacerlo una y mil veces aunque dudo mucho que lo hiciera por quien lo hice en su momento. En esta vida de lo poco que se puede uno vanagloriar es de actuar con la máxima coherencia posible y el ser coherente, el ser leal, el ser libre e independiente en tu actuar, el defender unos valores que  son inherentes a toda persona de bien: El honor, la verdad, la libertad, la coherencia, el valor, la sinceridad, la caridad, el amor y tantos otros que marcan nuestro actuar en la vida es entendido por otros de diferente manera si se entiende que el poner en practicas estos pueden, visto desde un prisma algo subjetivo,  entenderse como algo distinto de lo que realmente es. Cuando practicas, vives y haces de tu vida un código de honor son muchos los que te dicen eso de "no te reconozco".

En lo único que no tengo melancolía porque no me supone ninguna tristeza es vivir mi fe, la fe que me ha dado el Supremo Creador que es Dios Padre, en la fe de la Iglesia y con mis hermanos la vivo con verdadera fruición. Todos los días doy las gracias al Señor por haberme dado la fe así como un nuevo día, por mi mujer, mi madre, mi familia, amigos..., le doy las gracias por la salud y la enfermedad, por las tristezas y la alegría, por la pobreza y la riqueza, y cuando soy humillado o cuando soy enaltecido. Todas las situaciones que vivimos, aunque muchas veces no la comprendamos, es motivo de gratitud eterna al Padre porque Él mejor que nadie para saber que es lo que nos conviene en cada momento. Nunca olvidemos que Dios pone en nuestros hombros nuestra cruz, que nos redime y da sentido a todo, pero también nos alivia los pesares cuando nuestras fuerzas se van debilitando, cuando ya no podemos dar ni un paso.

La melancolía es un estado de ánimo que solo puede curar una vida espiritual desbordante y llena porque solo en Dios, Su Bendito Hijo y Su Amantísima Madre podremos curar todas esas heridas invisibles que nos proporciona el vivir con intensidad y con verdadera coherencia todos los días de nuestra existencia.


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