domingo, 23 de septiembre de 2012

CURIOSIDADES DEL VALLE DE LOS CAÍDOS.

Sociedad | La Gaceta


  • Curiosidades del Valle de los Caídos
    LA CABEZA PERDIDA DEL EVANGELISTA
    6 COMENTARIOS GUILLERMO MORENO
    El cementerio de los monjes, la cabeza del Evangelista en una cuneta, la presencia del número 10... Curiosidades de un lugar con historia.
  • La abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos se alza sobre una explanada en la parte posterior al risco de la Nava. Formada por dos construcciones, la primera, más próxima a la Cruz, es la abadía benedictina propiamente dicha; el edificio más alejado, es una hospedería turística regentada por los propios monjes. 
    Su uso está orientado a actos religiosos y culturales, y rigen en la hospedería las normas de la abadía.
    Junto a la abadía, a escasos metros y en una ladera, se encuentra el cementerio de los monjes benedictinos, donde están enterrados muchos de los religiosos que han pasado gran parte de su vida en la abadía. La entrada a este camposanto no está permitida al público y para acceder a él hay que solicitar el permiso a los religiosos.

    Durante una visita por el pequeño cementerio se pueden ver las lápidas con el nombre de abades y religiosos que han vivido allí. En medio de un entorno natural salvaje, se encuentran las tumbas, rodeadas de cruces y diversa simbología cristiana. En un espacio un poco más abierto, se aprecian 10 pequeños monolitos distribuidos en una especie de círculo.
    La Cabeza de San Juan Evangelista
    En la base de la inmensa cruz de 150 metros que preside la construcción, en el primer basamento, a 25 metros de altura, se encuentran las esculturas de los cuatro evangelistas con sus respectivos símbolos. Está Juan con el águila; Lucas y el toro; Marcos y el león, y Mateo con el hombre alado. Las obras fueron esculpidas en roca de la sierra de Guadarrama por el artista Juan de Ávalos.
    El aspecto del San Juan Evangelista original, de 18 metros, era el de una persona mayor, con rasgos de anciano y con una barba frondosa. El propio Franco, en sus continuas visitas a las obras, se plantó debajo y le dijo al autor que quería al apóstol joven. Juan de Ávalos osó llevarle la contraria y le dijo que cuando empezó a redactar las escrituras, Juan ya era una anciano, pero el general Franco no cedió y obligó al artista a quitar esa cabeza, de tres metros de altura, y cambiarla por un San Juan joven, que es el que finalmente hizo.
    La cabeza original, la del San Juan anciano, se encuentra en la actualidad tirada en una cuneta bajando por el camino que lleva a la hospedería. Está entre otras rocas y follaje y destrozada en múltiples pedazos. Por un lado parte de la barba y boca, por otro la nariz, en otro trozo se aprecia parte de la cabellera. Los herederos de Juan de Ávalos, por medio de su fundación, han querido recuperar esta figura destrozada para restaurarla. Sin embargo, Patrimonio Nacional, durante la época de Zapatero, se negó a ello y los restos siguen tirados, ante el asombro de algunos turistas que cuando ven en la cuneta esos trozos de roca no tienen ni idea de lo que se encuentra ante sus ojos.
    Como anécdota, destacar que una pareja de águilas imperiales, una especie protegida y en peligro de extinción, anidó justo detrás del águila que acompaña a la imponente figura de San Juan Evangelista.
    El número 10
    Aunque muy poca gente conoce el dato, el número 10 está muy presente en el Valle de los Caídos. En las sucesivas ediciones de las guías de turismo oficiales se ha pasado por encima sobre el asunto (con tan solo una excepción) con un silencio seguramente motivado por el desconocimiento.
    Arquitectónicamente hablando se tuvo cuidado en dejar presente el número 10 para la posteridad en varias de las edificaciones del Valle. Como dice la Guía oficial del Valle de los Caídos (Editorial Patrimonio Nacional, 1984): “Desde la carretera de acceso se asciende a la gran explanada por una magnífica escalinata de 100 metros de anchura, divididos en dos tramos de 10 peldaños, número que simboliza los 10 mandamientos del decálogo, como vía de ascensión y perfección moral a que llama la fe".
    También en la exedra, dato que pasa inadvertido, encontramos que simétricamente a cada lado de la entrada principal a la basílica pontificia, bajo la Piedad del maestro Ávalos, tenemos dos alas con 10 arcos de medio punto. Hay incluso quien quiere ver la influencia del número 10 en la construcción de la majestuosa cruz que corona el risco de la Nava. En principio, y consta esa intención en infinidad de documentos de la época recopilados por la Asociación Para la Defensa del Valle de los Caídos, se pensó en una cruz de 153 metros de altura. Sin embargo, cuando el arquitecto Diego Méndez se ocupó de la compleja labor del levantamiento de la cruz, las dimensiones previstas se rebajaron en tres metros para redondear a 150 metros, múltiplo de 10.
    La misma distancia
    Midiendo en un mapa de la zona se concluye que si se une en línea recta la basílica del Valle de los Caídos y la capilla mayor del monasterio de El Escorial, se observa que justo en el medio de los dos y a la misma distancia de ambos, se encuentra el sagrado monte Abantos, un lugar mítico por ser centro de adoración de los antiguos íberos que poblaron esas tierras, además de un lugar sobre el cual hay una leyenda de ocultismo muy profunda.
    Algunos expertos en esoterismo y ciencias ocultas que no ven esto como una mera coincidencia, sino que encuentran una extraña relación entre el monasterio de El Escorial y la cruz del Valle con el misterioso monte Abantos.
    Según expusieron los investigadores José Hermida y Silva Nieto al periodista experto en ocultismo Íker Jiménez: “Los extremos son equidistantes a la cima del monte. Franco no eligió el emplazamiento al azar. El Valle de los Caídos se encuentra en relación topológica directa con El Escorial. Franco había descubierto una fuente de energía en el extremo opuesto a donde se sitúan las fuerzas demoníacas. A esa fuerza se entregó después de su muerte”.
    La Piedad
    Durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, el Valle de los Caídos fue cerrado por Patrimonio Nacional. Se alegaron motivos de seguridad por la posible caída de escombros de las estatuas y la imposibilidad de la restauración de las mismas dado su avanzado deterioro, en especial la piedad de Juan de Ávalos.
    La piedad, que preside el frontispicio de la basílica, sufrió durante la última etapa del Gobierno socialista auténticos destrozos motivados por su polémico desmontaje. Todo se inició en 2008, cuando la escultura perdió, debido a un desprendimiento por su evidente mal estado, una mano del Cristo yacente, lo que obligó a la colocación temporal de una tela metálica para evitar que posibles nuevos desprendimientos pudieran ocasionar daños.

    En abril de 2010 se inició, a mazazo limpio, un desmontaje de la escultura. Patrimonio Nacional pretendía realizar un estudio volumétrico de La piedad que consideraba imprescindible para conocer el estado real en que se encontraban las piezas que formaban la escultura de Ávalos.
    Los resultados del estudio revelaron que los anclajes de hierro que sujetaban las piezas que forman el conjunto estaban en un pésimo estado, lo que aconsejaba, para evitar desprendimientos, según Patrimonio, proceder al desmontaje de la escultura.
    La piedad lleva más de 50 años expuesta en el frontispicio y ha sufrido lo que los técnicos denominan estrés térmico, ya que en esta zona soportan temperaturas muy frías en invierno y calurosas en verano. La Asociación por la Defensa del Valle de los Caídos denunció dichas obras alegando que “los obreros estaban rompiendo la escultura a mazazo limpio”.
    A la vez que se inició el desmontaje se procedió a cerrar el recinto al público, incluido el acceso principal a la basílica de la Santa Cruz, que pasó a acoger sólo dos oficios religiosos en fin de semana.
    A día de hoy, gracias a la apertura de la Basílica y la vuelta de turistas, que pasan por taquilla a razón de 5 euros por cabeza, operarios de Patrimonio Nacional arreglan el desaguisado que hace un par de años se hizo en la piedad. El dinero que se invierte en el arreglo de algunas instalaciones del Valle de los Caídos que estaban muy abandonadas procede de los ingresos que dejan los visitantes al recinto.
    La tumba de José Antonio
    Debajo de la lápida de José Antonio Primo de Rivera no se encuentra el fundador de Falange Española. El político está exactamente tres metros a la izquierda y cuatro hacia atrás de lo que indica su tumba.
    Esto se debe a que por debajo del suelo de la planta de la basílica hay unos conductos de aire acondicionado y calefacción que atraviesan en su totalidad la superficie.
    Cuando se llevó allí el cuerpo de José Antonio el 31 de marzo de 1959, la tumba con su correspondiente lápida ya estaba construida y fue imposible salvar los conductos de aire que estaban justo debajo de la misma. De esa manera, la única solución fue desplazar el cuerpo del político unos metros.
    Así, cuando alguien deposita unas flores tres metros a la izquierda de la lápida no es que esté despistado, es que con toda seguridad conoce esta historia.

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