martes, 30 de octubre de 2012

LA LUZ QUE ABRE LOS OJOS DEL HOMBRE.



2012-10-30 L’Osservatore Romano
“Urgencia de anunciar nuevamente a Cristo allá donde la luz de la fe se ha debilitado” y “el fuego de Dios es como un rescoldo, que pide ser reavivado”. Es lo que subrayó el Papa en la homilía de la misa de clausura del Sínodo de los obispos, presidida en la basílica de San Pedro el domingo 28 de octubre por la mañana.
Los temas afrontados durante las tres semanas de trabajos de la XIII asamblea general tuvieron eco en las palabras de Benedicto XVI, centradas en la figura del ciego Bartimeo. Comentando la página evangélica de Marcos, relativa a la última curación milagrosa de Jesús antes de la Pasión, el Papa explicó que no es casual que se hable de una persona “que ha perdido la luz de sus ojos”. Sabemos que la ceguera “representa al hombre que tiene necesidad de la luz de Dios —añadió—, la luz de la fe, para conocer verdaderamente la realidad y recorrer el camino de la vida”. Así, “es esencial reconocerse ciegos, necesitados de esta luz; de lo contrario se es ciego para siempre”. Por lo tanto Bartimeo es un modelo: “representa al hombre que reconoce el propio mal y grita al Señor, con la confianza de ser curado”. Tanto que “en el encuentro con Cristo, realizado con fe”, “recupera la luz que había perdido y con ella la plenitud de la propia dignidad”. Por ello, siguiendo a Benedicto XVI, “es significativo que, mientras concluimos la Asamblea sinodal sobre la nueva evangelización, la liturgia nos proponga el Evangelio de Bartimeo”. Y puesto que “la nueva evangelización concierne toda la vida de la Iglesia”, el Pontífice volvió a proponer las tres líneas pastorales trazadas por el Sínodo: catequesis apropiadas para la preparación a los sacramentos de la iniciación y de la penitencia; relanzamiento de la misión donde el anuncio no ha llegado todavía y en los países de antigua tradición cristiana; diálogo, a través de métodos y lenguajes nuevos, con los bautizados que, en cambio, se han alejado de la Iglesia. Del Sínodo volvió a hablar después en el Ángelus definiéndolo como “un momento fuerte de comunión eclesial”. Y tras la oración mariana el Papa recordó los dramas causados por el devastador huracán que se ha abatido sobre Cuba, Haití, Jamaica y las Bahamas, y por el terremoto en Calabria y Basilicata.

 

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