miércoles, 26 de diciembre de 2012

HOY QUIERO CONFESAR.

Hoy, sinceramente, no iba a escribir ningún post. No es mi intención aburrir, en demasía, a los fieles lectores y seguidores de este blog.

Esta tarde, después de actualizar el mismo, me he puesto a leer el último libro de Benedicto XVI: "La infancia de Jesús". En poco más de hora y media me he leído la mitad de este. Es un gozo interno el compartir tantas reflexiones y meditaciones con el Santo Padre, se ve que está iluminado con la Luz del Espíritu Santo, porque cada frase, cada párrafo es lluvia de agua fresca en nuestros corazones, en nuestras almas necesitadas de Jesús y del Amor que Él lleva ímplicito.

He querido titular este artículo, con el cual finalizo el día, con el título: "Hoy quiero confesar".

Y hoy quiero confesar, después de haber celebrado por todo lo alto, es decir con pocos manjares, con poca comida, con mucha espiritualidad y oración, el día de la Natividad de Jesús, hoy quiero confesar, pletórico de fuerzas para seguir otro año más dando la cara, y si hace falta mi vida, por la fe, que no estoy para nada cansado. Estoy animado, ilusionado para seguir trabajando, arduamente, anunciando a todos los hombres y mujeres de buena voluntad lo que es y significa el Reinado de Dios. Es mi principal MISIÓN como cristiano, como discípulo de Cristo. 

Muchas veces, seguro que demasiadas, seré criticado, ofendido, insultado, humillado, perseguido... ¡Y que importa! Que importa el serlo cuando estas situaciones se dan por defender tu fe, tus creencias, tu coherencia de vida. El precio a pagar es demasiado bajo para la meta a alcanzar: La Gloria.

Mañana, como todos los días, me reincorporaré al día a día y aunque no se puede generalizar, volveré a encontrarme con un ambiente inhóspito hacia todo lo que tenga que ver con la fe. Ahora vale más el defender los derechos sociales y económicos perdidos por culpa de la crisis aunque eso suponga un grave menoscabo a todo cuanto tenga relación con las creencias de uno, con la fe en Cristo Resucitado.

Este año, más que ningún otro, he podido comprobar que existe una campaña de seria tergiversación con el sentido de la verdadera Navidad. Los adornos, árboles, tarjetas se han "prostituidos" para quedar bien ante los demás olvidando la verdadera esencia de estas fiestas: La alegría inmensa que es el Nacimiento del Niño Jesús. Hasta las personas con cierta cordura pierden los papeles, los han perdido, por defender intereses materiales que están tan alejados de los espirituales, de Dios.

El ser cristiano, católico coherente se paga con la vida en muchos sitios de este mundo al cual estamos estropeando por intereses económicos y políticos que representan y se subordinan al Mal. El ser un cristiano y un católico coherente, en nuestro mundo, es también estar perseguido por quienes dicen ser creyentes y nos le importan lo más mínimo los demás.

No entiendo posturas de acoso y derribo contra otros cristianos que realizan labores de evangelización por vía de un medio de comunicación simplemente porque se tenga celos, porque se vean afectados no se qué bastardos intereses personales que nada tienen que ver con la realización de un verdadero apostolado. Los que actúan así, es decir, destruyendo, persiguiendo, prohibiendo, mofándose del otro que realiza una función similar está muy lejos de lo que nos enseñó ese Niño que ha nacido en Belén y en todos nuestros corazones y que vivirá, sufrirá, morirá y resucitará por nosotros.

No comprendo aquellos que se aprovechan de sus cargos para aniquilar a otros que  no  piensan igual. Menos cuando estamos hablando de instituciones que se dicen fundamentar en la Doctrina Social de la Iglesia. 

No entenderé, ni comprenderé como se intenta quitar todo vestigio de lo brillantemente realizado, del prestigio conseguido, de haber afianzado la misma en un referente del laicado católico en España y en poco tiempo quieran acabar con todo lo anterior, con todos los que apoyaban un  proyecto de católicos en el mundo. Un día me dijeron esta frase: "Torres más altas han caído". Es un aviso a navegantes porque es una verdad como un templo.

Hoy quiero confesar, delante del Niño Jesús, que le doy gracias al Padre y a ese pequeñín que me observa desde la grandiosidad de ser el Hijo de Dios, que no pararé ni un segundo en la Misión que tengo encomendada. Que cuando estoy cansado y agobiado voy hacia el Señor que me enseña que su yugo es llevadero y su carga ligera, que cuando estoy hastiado de todo, de todos y necesito poner tierra y tiempo de por medio, me ha regalado con un lugar prodigioso que me hace completamente feliz: Villaluenga del Rosario. Que para ver las necesidades que existen y luchar para que esas desigualdades que tanta injusticia, hambre y desesperanza se ha instalado en medio del mundo, el Señor ha puesto en mis manos y en mi corazón el pertenecer a una Institución que solo tiene como único fin el de ejercer la caridad cristiana: Los Caballeros Hospitalarios.

Confieso que me enorgullezco de ser cofrade, de ejercer ese necesario apostolado para la Santa Madre Iglesia, que doy gracias a Dios todos los días por todos los hombre y mujeres que componen sus Juntas de Gobierno dando continuidad a tantos siglos de religiosidad popular.

Doy gracias a Dios por haberme dado preciados tesoros como son: La fe, mi mujer: Hetepheres, mi madre, mi familia, mis hermanos no de sangre y si de corazón, mis amigos, mi trabajo y mis compañeros en el mismo. Le doy gracias por todos los que  nos precedieron en esta vida y ya están disfrutando y gozando de la presencia de Dios Padre. Gracias, también por la Iglesia, por el Santo Padre Benedicto XVI, todo el Orden Episcopal y, muy especialmente, por Monseñor D. Rafael Zornoza que es el Obispo de Cádiz y Ceuta, por todos los Presbíteros y Diáconos, en especial por mi director espiritual D. Manuel Orta, por tantos laicos comprometidos con la fe y que testimonian la misma por medio de obras y no de palabras y por todos los movimientos eclesiales, todo el Pueblo de Dios que entrega su Vida en el anuncio del Reino de Dios que es un derroche de plenitud, de libertad,  de entrega, de caridad, de servicio, de amor absoluto.

Doy gracias al Señor por haber puesto en mi vida a sedvalientes.blogspot.com porque gracias a él he conseguido llevar a muchas personas Su Divino Mensaje así como sé´de primera mano como están los cristianos por esos mundos de Dios.

Sí, mis queridos amigos, hoy miércoles 26 de diciembre me he querido confesar ante Dios y ante vosotros de cuanto creo y siento.

A partir de ahora sólo os pido una cosa: SED VALIENTES en cada momento y situación, defender nuestra fe, la fe de la Iglesia, de Cristo, en todas las situaciones de la vida es el mejor encargo que podemos tener y cuando lleguen los momentos de dificultad, dejaros abrazar por Dios y todo será más fácil y llevadero.

Dios os bendiga y recibid un fuerte abrazo.

Jesús Rodríguez Arias

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