viernes, 22 de febrero de 2013

A FERNANDO: ¡BUEN AMIGO!

Junto a mi amigo Fernando en el Casino de Villaluenga del Rosario

Se van a cumplir cinco meses desde que mi corazón pertenece a Dios, mi mujer y a Villaluenga del Rosario. Cinco meses donde he descubierto otra forma de vida, una nueva motivación para encarar las semanas con ilusión, con ganas de que pasen los días para que llegue pronto el sábado que es cuando  cogemos el coche y nuestras vidas y  nos encaminamos hacia el pueblo al que tanto queremos y echamos en falta.

Cuando está enamorado siempre se habla, se escribe, se piensa en la razón de ese enamoramiento. Del enamorado o enamorada se ha escrito mucho y es el sentimiento que me une con mi querido pueblo.

En la semana del 11 de diciembre del pasado año, día ese de mi cumpleaños, cogí mi última semana de  vacaciones y nos fuimos a Villaluenga. Al final de ese día quedé con Berna que me enseñó el taller de su padre y me regaló un libro sobre la historia del pueblo escrito por Emilio Barea, que había fallecido recientemente, y me lo dedicó con unas palabras bonitas y certeras en las cuales me decía que deseaba que, conociendo el pueblo, sintiera el amor que tuvo su padre por Villaluenga del Rosario. Te tengo  que decir, amigo Berna, que ese deseo ya se ha cumplido porque lo único que anhelo en esta vida es poder irme a vivir a Villaluenga. Tan simple o tan complicado, según con los ojos que se mire, como eso.

El primer fin de semana que estuvimos allí nos acercamos a desayunar al Casino y allí estaba él. Nos atendió como si nos conociera de toda la vida, pero con una gran profesionalidad. Sabía lo que tenía entre manos. Después al mediodía fuimos para almorzar sus exquisitas comidas y fuimos tratados a cuerpo de reyes.

Con el pasar de los días, de las semanas, de los meses, he podido comprobar que Fernando es un hombre con una grandeza personal inmensa. Tiene un corazón de oro, se desvive por los demás, siempre atento con una  sonrisa aunque tenga serias preocupaciones. Casado y con dos hijos es un buen marido y un gran padre que está enseñando a Israel y a Fernando lo que es crecer en valores, lo que es la verdadera educación y los principios que solo pueden otorgar la familia.

Siempre está al lado de la persona que necesita algo de él, siempre tiende sus manos a todos para hacernos la vida mucho más fácil.

Gestiona, junto a su familia, el bar del Casino de Villaluenga del Rosario y lo atiende con esmero y dedicación. Famosa es en todo el mundo su ensaladilla aunque el resto de la comida que ofrece no se le queda atrás.

Hombre de palabra, de los de antes, de los que un apretón de manos vale más que cualquier escrito firmado delante de un notario porque es de esa clase de personas cabales, honradas, de gran corazón, de las que se puede confiar la vida porque sabes que nunca te va a engañar.

Hoy quiero dedicarte este post y este blog a ti, Fernando. Eres muy conocido por la cocina y las agradables tertulias que echamos todos los sábados por la tarde-noche donde hablamos de lo divino, de lo humano, de nuestras vidas, de lo que  nos sucede y pasa a nuestro alrededor porque en este blog tienes un sitio preferencial.

Querido Fernando, gracias por ser mi amigo, por ser como eres, por enseñarme tanto a cada momento, por tu  honradez, honestidad y generosidad. 

Mañana, si Dios lo quiere, nos volveremos a ver por nuestro querido pueblo alrededor de una buena conversación, una buena copa y mejor compañía.

Un abrazo amigo mío, mi admiración y respeto personal.

Jesús Rodríguez Arias.

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