miércoles, 27 de febrero de 2013

CARDENAL ROUCO: "LA EMOCIÓN NOS EMBARGA. LE HEMOS QUERIDO COMO PADRE Y PASTOR VISIBLE DE LA IGLESIA UNIVERSAL".

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«NO PODREMOS OLVIDARLE NUNCA»


El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha admitido estar «emocionado» ante la despedida del Papa Benedicto XVI. «La hora de la despedida ha llegado: una despedida emocionada y agradecida. La emoción nos embarga. Le hemos querido como Padre y Pastor visible de la Iglesia Universal. No podremos olvidarle nunca ni en nuestro afecto filial, ni en nuestra vida cotidiana», ha subrayado.
27/02/13 10:11 AM | Imprimir | Enviar
(EP) Para el cardenal, Benedicto XVI ha guiado a la Iglesia Universal y «la ha conducido luminosamente durante ocho años» en el inicio de «un siglo y de un milenio extraordinariamente dramático y crítico, con palabras y obras, gestos y actitudes evangélicamente transparentes».
Ahora, según ha indicado, deja libremente en manos del Señor la elección de un nuevo Sucesor de Pedro «para el bien de la Iglesia y para su más vivo y fecundo servicio a la misión de ser y manifestarse» al filo del Tercer Milenio de la historia Cristiana.
Así, apunta que «el testimonio de no querer anteponer nada al amor de Cristo se hace conmovedoramente patente, máxime cuando la urgencia de una Nueva Evangelización se impone con una fuerza histórica y un dinamismo espiritual extraordinario».
El cardenal Rouco Varela le da «gracias de corazón por no haber dejado ninguna duda al hombre y a la sociedad contemporánea, tan sedientos de la verdad que la pueda rescatar de su crisis moral y espiritual endémica, en donde y en quien puede encontrar la esperanza: en Jesucristo Crucificado y Resucitado».
Según ha señalado, con su magisterio, el reto de la Nueva Evangelización «no sólo ha quedado urgido con una fuerza histórica y un dinamismo espiritual extraordinario, sino sobre todo presentado como la apremiante llamada del Señor a su Iglesia para el Tercer Milenio del Cristianismo» y como «la consecuencia apostólica obligada de la aplicación fiel del Concilio Vaticano II para este momento tan crucial de la historia de la Iglesia y de la humanidad»

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