domingo, 31 de marzo de 2013

VIVIR UNA SEMANA SANTA DISTINTA.


Hoy Domingo de Resurrección, día más importante para el cristiano, acaban estos días de profundo recogimiento y conversión de la Cuaresma que desembocó en la Semana Santa.

Tengo que decir que esta Semana Santa ha sido muy diferente para mí. Ya sea por mi enfermedad o por mi búsqueda del Bien y la Libertad que me ha llevado el haber vivido el tiempo Cuaresmal desde el alejamiento, desde la plena interiorización y meditación que puedo decir, sin temor a engaño, que después de estos días de profunda conversión soy otro. Le pedía al Señor ser otro y que mi vida fuera por esos derroteros donde la lucha por el Bien, por la Verdad, por la Fe, por Anunciar el Evangelio fuera primordial en mi vida.

Esto conlleva muchas incomprensiones, ataques, insultos, menosprecios, hasta de las personas que tú podía creer que más te estimaban, pero todo ello no será ni un rasguño por lo que tuvo que sufrir Jesucristo para darnos los que nos ha dado: Vida Eterna, Libertad Absoluta.

En eso radica en ser Hijos de Dios: En la Libertad que nos lleva a la Vida.

Por suerte, más que por desgracia, soy de esas personas que estoy invitado a diversos actos, algunos se solapan, y tengo que decir que me siento dichoso por contar con tantas personas que me estiman. Las que no me quieren, incluso me desprecian, les diré que rezo todos los días por ellas y que mi corazón, a estas alturas, no alberga ningún resentimiento ni rencor. El odio solo trae amargura y me niego a vivir así.

Pido perdón por no asistir a todos los actos a los que he sido invitado en esta Cuaresma y en esta Semana Santa. Sólo he asistido a dos o tres por razones profundamente sentimentales y porque a los que considero mi familia no puedo negarles nada. Mis dolencias que han hecho que mi ánimo no esté muy alto así como mi promesa de alejarme de todo, de “quitarme del medio” han hecho que no pueda haber estado en los sitios donde, amablemente, he sido invitado.

Tras culminar la Estación de Penitencia de mi Hermandad de los Afligidos, donde este año he podido gozar de una verdadera penitencia, nos fuimos a nuestro pueblo que es el sitio donde Dios me ha dado, con plena generosidad, la paz, el sosiego, la paz…

A mi querido hermano José Carlos le sorprendió mi decisión cuando le dije que me iría a partir del Miércoles Santo a Villaluenga del Rosario. Comprendo que no es fácil de comprender esta decisión.

YO SOY COFRADE. Para bien o para mal. Soy un auténtico entusiasta de este necesario, e imprescindible, Apostolado. Me gustan los Cortejos, los Pasos de Misterio, de Palio, la Música, el incienso, los detalles cuidados al extremo, su barroquismo, su identidad…

Pero este año, será por mis circunstancias espirituales, por mi peregrinación a Tierra Santa que cambió al cien por cien mi vida como cristiano, o por lo que sea necesitaba alejarme de todo y de todos. Para eso que mejor sitio que un lugar perdido en las montañas donde se vive la fe de otra forma, con más pureza, con más devoción, con una pasión distinta a la conocida hasta ahora.

Os puedo decir que he podido experimentar cuatro días extraordinarios de fe sencilla y pura.

Mis ratos de oración ante el  Santísimo, mis rezos en medio de la naturaleza agreste y pura, las procesiones del Viernes Santo que tanto me han dado, la fe de mis paisanos payoyos, los ratos de agradable tertulia con Juan de Dios, con Rubi y Fernando así con los momentos que he podido experimentar en mi casa con mi mujer no pueden ser sustituidos por nada.

Dios me ha dado la oportunidad de conocer otra forma de devoción, más pura, más original, dando importancia  a lo que verdaderamente lo tiene, dejando lo superfluo, lo innecesario fuera de todos nosotros.

Estos han sido unos días que pueden equipararse a un Retiro Espiritual. Cosa que necesitaba y anhelaba mi atribulada alma.

Os deseo, a todos mis queridos hermanos, una Feliz y Santa Pascua de Resurrección y que Dios siempre os bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

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