Me asomo y observo lo que hoy no
quiero ver “desde mi ventana”; Odios, rencores, acosos, mensajes injuriosos, sindicatos corruptos,
políticos fuera de órbita, persecución por tu fe, por tu forma de ser, de
opinar.
Entre tantas aciagas noticias
las hay buenas y esperanzadoras: Personas de buena fe que sen entregan a los
demás, noticias de la Iglesia y del Santo Padre Francisco, que es un generador
de esperanzas en la máxima Esperanza que es Dios, conforta el saber y el tener
al Papa Emérito Benedicto XVI rezando, meditando, por la humanidad ante el
Señor. Tantos hombres y mujeres que todos los días hacen de este mundo un lugar
donde se pueda ser feliz aunque a ellos le cuesten su propia vida.
Pero no, hoy no voy hablar de
Sanchez Gordillo, de sus millonario sueldazo, del emporio que gestiona su
sindicato, de sus barrabasadas. Ni de Rubalcaba y compañía aunque se esté
quedando poco a poco solo. Ni del Gobierno, ni de la crisis, ni de los bancos,
ni nada parecido. Hoy no voy hablar de fantoches con ganas de notoriedad aunque
no son nadie y menos de los que ofenden gratuitamente sea por el medio que sea.
¡No, hoy no toca!
Hace dos semanas que falto y
parece que el aire se me está acabando. Echo de menos sus callejuelas, sus
silencios, su inmenso paisaje, ese cielo que está al “alcance de la mano”, del
calor del día y del frescor de la tarde-noche, de horas frente a la chimenea
aunque ahora esté en desuso, de perder la vista en aquel arbolíto que corona la
montaña y del lucero que ilumina la noche cerrada, de la pared del Caíllo y sobre
todo de la buena gente que allí habita. Sí, hoy “desde mi ventana” voy escribir
de Villaluenga del Rosario.
Que las palabras que van
brotando de mi corazón y se hacen realidad me sirvan para mitigar en algo la
tristeza y el cansancio que me da llevar dos semanas sin ver y sentir mi
pueblo. No sé, lo digo desde lo profundo de mi alma, como algunos que tendrían
y podrían vivir allí no vayan más que de “visita” una o dos veces a la semana y
estén mirando la hora para volver a pueblos cercanos o a ciudades donde dicen
“hay de todo” cuando tienen lo más importante: Un pueblo lleno de vida y con
ganas de tener muchas ilusiones.
Siempre digo que si pudiera me
iría, ya mismo, a vivir a Villaluenga del Rosario porque es un lugar, en medio
del mundo, donde he alcanzado la paz, otra clase de alegría, la tranquilidad,
el sosiego. Vivir otra vida en esta misma vida donde lo importante prevalezca
sobre lo que no lo es.
Hecho de menos mis largos
paseos, por el sitio que fuere, imágenes que se quedan en la retina para
siempre, colores distintos según las horas del día, olores que impregnan los
sentidos. Me hace falta seguir respirando aire puro porque mis pulmones
acostumbrados a lo excelso ya no quieren ni pueden con la contaminación. Anhelo
esas largas horas de plácida lectura frente a la chimenea o en el patio de mi
casa al frescor de la noche e iluminado por ese viejo farol y por supuesto el
encuentro con mis amigos, queridos y verdaderos amigos, de charlas,
sentimientos, confidencias, tertulias animadas donde el reloj no sirve para
nada acompañado de una buena copa en la mejor compañía.
Ya tengo ganas de estar y
conversar con mis fieles y queridos amigos: Fernando, Juan de Dios, Berna,
Rubi, Alex, Gabriel, Diego, Andrés, Antonio, Pedro entre otros muchos que si los
nombrara a todos se podrían hacer interminable.
Saludar a Charo Oliva, Andrés
Sepúlveda, Antonio Benítez, Elena Olmo y su marido, el bueno de Lázaro, con
Pepi y su marido, Mateo, padre e hijo, Diego Franco, padre, Charo Román y su
marido, Juani y todas nuestras amigas de la Iglesia.
Pasear por pasear por sus
coquetas calles que me llevan desde la Plaza de Toros hasta el Cementerio que
está albergado en la Iglesia del Salvador o a la Ermita del Calvario, pararme
en “La Velada” donde se ofrece una buena comida y tomar un aperitivo a base del
buen queso que hacen con una copa de oloroso seco. ¡Un placer al alcance de
todos! Entrar en “La Posada” donde me puedo encontrar con Berna o con María
Jesús Alberto, directora de este hotel sin igual en el mundo de la cadena
Tugasa o tomar una buena comida casera en “Ana Mari” o en otros de los bares
que hay en el pueblo aunque siempre terminando en mi querido Casino de
Villaluenga donde me siento muy querido y tan bien. Cuando entro por sus
puertas me siento en mi casa: Cómodo, relajado y valorado. En definitiva en mi
pueblo, querido y hoy anhelado, me siento muy bien y soy feliz.
¡Dos semanas y que te echamos de
menos Villaluenga! Para colmo tendrá que pasar otros diez días más hasta que
podamos hacer acto de presencia y, si Dios lo quiere, podremos estar cinco días
del tirón porque me he cogido unos días de vacaciones en mayo porque tanta
ausencia no es buena.
Para mitigar en algo esa
ausencia, esa melancolía que me estremece he escrito este post asomado y “desde
mi ventana”. La semana que viene volveré a ver la actualidad que nos ha
acontecido, pero hoy permitidme que me deje llevar por los sentimientos, nobles
sentimientos, y haya escrito de mi pueblo: Villaluenga del Rosario.
Recibid un fuerte abrazo y que
Dios os bendiga,
Jesús Rodríguez Arias
No hay comentarios:
Publicar un comentario