lunes, 6 de mayo de 2013

EL DESPERDICIO DE LA EXPERIENCIA; POR AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA.


 Sección - Marinero en tierra

El desperdicio de la experiencia

La próxima semana Rajoy explicará en el Congreso las reformas que se presentaron el pasado viernes en el consejo de ministros. Si los datos siguen siendo demoledores, la puesta en escena del pasado viernes contribuyó poco a mejorar la percepción del gobierno. El gobierno prefirió el realismo de los datos al idealismo de las ilusiones, es consciente de que estamos llegando al ecuador de la legislatura y conviene tocar tierra para saber desde dónde se quiere despegar. Ahora bien, es difícil impulsar una agenda reformista, revolucionaria o de cualquier tipo sin transmitir una confianza razonable en la ciudadanía.

La confianza crece cuando no se desperdicia la experiencia acumulada por los militantes del partido, gestionada con las administraciones públicas y liderada por dinámicos agentes de la sociedad civil. Es peligroso que a estas alturas de la legislatura el gobierno se enroque y desperdicie una experiencia política, profesional y cívica de la que no está sobrado el país.

En la investigación social nos referimos al desperdicio de la experiencia para denunciar la abstracción, la simplificación y, por consiguiente, el reduccionismo de prácticas políticas o económicas orientadas por un cálculo simplificadamente monetario o crematístico. La complejidad de la economía globalizada y las políticas públicas en sociedades abiertas requieren categorías que vayan más allá de los datos, las estadísticas y los individuos considerados como átomos que desean ilimitadamente. La neurosis por el crecimiento en un sistema económico que estimula la avaricia, que incentiva el egoísmo y que incluso se olvida del altruismo genético de la especie, es una patología para la que el gobierno debería vacunarse. 

El gobierno desperdició la experiencia del partido cuando dejó en la cuneta las propuestas de cientos de militantes que habían colaborado para realizar el programa electoral, se habían curtido en los espacios públicos desmontando las mentiras de los anteriores gobiernos y, sobre todo, confiaban que sus líderes no cometieran los mismos errores que los anteriores. Desperdició la experiencia de cientos de funcionarios, administradores y gestores públicos que esperaban un nuevo modelo de administración pública. Desperdició la experiencia de numerosas organizaciones cívicas que esperaban gobernantes que desterraran el laicismo alicorto de los partidos para promover políticas inclusivas.  Esperemos que no desperdicie la experiencia adquirida como oposición y empiece a rectificar en sus iniciativas. Nuestro despegue como país, como marca o como pueblo se conseguirá cuando no desperdiciemos la experiencia.

Agustín DOMINGO MORATALLA


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