Sección - Marinero en tierra
El
desperdicio de la experiencia
La próxima semana Rajoy explicará en el Congreso las
reformas que se presentaron el pasado viernes en el consejo de ministros. Si
los datos siguen siendo demoledores, la puesta en escena del pasado viernes
contribuyó poco a mejorar la percepción del gobierno. El gobierno prefirió el
realismo de los datos al idealismo de las ilusiones, es consciente de que
estamos llegando al ecuador de la legislatura y conviene tocar tierra para
saber desde dónde se quiere despegar. Ahora bien, es difícil impulsar una
agenda reformista, revolucionaria o de cualquier tipo sin transmitir una
confianza razonable en la ciudadanía.
La confianza crece cuando no se desperdicia la experiencia
acumulada por los militantes del partido, gestionada con las administraciones
públicas y liderada por dinámicos agentes de la sociedad civil. Es peligroso
que a estas alturas de la legislatura el gobierno se enroque y desperdicie una
experiencia política, profesional y cívica de la que no está sobrado el país.
En la investigación social nos referimos al desperdicio de
la experiencia para denunciar la abstracción, la simplificación y, por
consiguiente, el reduccionismo de prácticas políticas o económicas orientadas
por un cálculo simplificadamente monetario o crematístico. La complejidad de la
economía globalizada y las políticas públicas en sociedades abiertas requieren
categorías que vayan más allá de los datos, las estadísticas y los individuos
considerados como átomos que desean ilimitadamente. La neurosis por el
crecimiento en un sistema económico que estimula la avaricia, que incentiva el
egoísmo y que incluso se olvida del altruismo genético de la especie, es una
patología para la que el gobierno debería vacunarse.
El gobierno desperdició la experiencia del partido cuando
dejó en la cuneta las propuestas de cientos de militantes que habían colaborado
para realizar el programa electoral, se habían curtido en los espacios públicos
desmontando las mentiras de los anteriores gobiernos y, sobre todo, confiaban
que sus líderes no cometieran los mismos errores que los anteriores. Desperdició
la experiencia de cientos de funcionarios, administradores y gestores públicos
que esperaban un nuevo modelo de administración pública. Desperdició la
experiencia de numerosas organizaciones cívicas que esperaban gobernantes que
desterraran el laicismo alicorto de los partidos para promover políticas
inclusivas. Esperemos que no desperdicie
la experiencia adquirida como oposición y empiece a rectificar en sus
iniciativas. Nuestro despegue como país, como marca o como pueblo se conseguirá
cuando no desperdiciemos la experiencia.
Agustín DOMINGO MORATALLA
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