viernes, 10 de mayo de 2013

¡MI SEÑOR Y MI DIOS!



¡No entiendo cuando me dicen que estando en Tu Presencia no saben que decirte! ¡Con lo bien que se está a Tu lado Señor!

La experiencia y vivencia de la Fe tiene que ser vivida desde y con profundidad para que sea fructífera. No podemos quedarnos en lo meramente superficial, ante una bella imagen, solamente cuando tenemos el privilegio de ver, no con los ojos sino el espíritu, la Augusta Presencia de Jesús hecho Eucaristía por nuestra entera y eterna salvación.

Muchos son los que entran en las Iglesias, en los Templos, y se van directamente a rezarles a sus Amados Titulares sin haber hecho una parada de oración ante Jesús cobijado en el Sagrario. Nos es más fácil el orar delante de imágenes sagradas que representan a Cristo que a Jesús mismo cuya Presencia Viva está en el Sagrario.

Esto que digo, pensado en profundidad, es una incongruencia aunque no todo el mundo está preparado  para mantener una conversación real ante el Santísimo Sacramento del Altar. Es cosa de tiempo, necesario tiempo,  en el cual te vas formando, vas profundizando, vas conociendo al Señor y vas conociéndote a ti mismo y un día, cuando menos te lo esperes, te verás arrodillado delante de Cristo Eucaristía y parecerá que todo el tiempo que no has estado delante de El no ha existido.

Cuando descubres la Grandeza de la auténtica Presencia real que es Jesús Sacramentado, cuando sientes que va penetrando todo su amor por cada poro de tu piel, cuando te sientes escuchado, comprendido, querido, valorado, apoyado por ser como eres y no te piden más de lo que verdaderamente puedes hacer y aportar, entonces es cuando ves con los ojos del alma que dentro del Sagrario está Presente Dios y cuando eso sucede ya no puedes, ni quieres apartarte ni un segundo de su lado.

¡Es así,  tan sencillo y complicado!

Para madurar en la fe primero, y ante todo, tienes que recibir ese supremo don de las Manos de Nuestro Señor para después ir caminando por la senda que comprende varios estadíos: Una dirección espiritual correcta por medio de un Sacerdote, una formación adecuada que irá creciendo a medida que vayas avanzado en tu camino espiritual, practicar el sano ejercicio de la oración personal que irá de menor a mayor según vayan pasando los días hasta llegar a conocer y vivir lo que es una auténtica y gratificante meditación, conversación entre el ser creado y el Ser de donde procede toda Creación en las que las palabras no se pronuncia con los labios sino que salen directamente del alma y del Espíritu de Dios que nos colma en todos los sentidos.

Decía la Madre Teresa de Calcuta en los Escritos Esenciales (“Sal Terrae, 2002, pag, 79”): “La necesidad que tenemos de oración es tan grande porque sin ella no somos capaces de ver a Cristo bajo el semblante sufriente de los más pobres de los pobres... Hablad a Dios; dejad que Dios os hable; dejad que Jesús ore en vosotros. Orar significa hablar con Dios. Él es mi Padre, Jesús lo es todo para mi”.

No olvidemos que en la Eucaristía está el Cuerpo glorioso y resucitado de Cristo. Aún conserva en sus manos y pies las huellas de la Pasión. Está el Cuerpo que trabajó y se cansó, que sufrió por nosotros. Está el Cuerpo que sufrió hambre en el desierto, que padeció sed y pidió agua a la samaritana y en la cruz no pudo callar su sed abrasadora. El Cuerpo que recorrió sin aliento todos los caminos de Palestina predicando el Reino de Dios, el Cuerpo coronado de espinas, flagelado y llagado por lanza y por clavos.

Este Cuerpo tuyo Señor, debe transformar mi vida para siempre, mis sentimientos, actitudes y comportamientos. Convertirme en fuego ardiente como lo Eres Tu. Este Cuerpo que debe ser contemplado, adorado, comido, amado, imitado y honrado por todos. Tu Cuerpo, Jesús, está pidiendo correspondencia de amor. Este Cuerpo está vivo y resucitado en cada Sagrario, no como un sepulcro sino lleno de vida para darse en amistad plena.

Y ante esta invitación, conociéndole como ya le conocemos, amándole como ya lo amamos, sintiendo todo lo que Él nos hace sentir, ¿Todavía somos capaces de pasar por su lado y no ir a estar con Él?

Si pasamos de largo ante el Sacratísimo Cuerpo de Cristo presente en el Sagrario, verdaderamente estaremos perdiendo el norte, la guía y el sentido de nuestras vidas.

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar! ¡Sea por siempre Bendito y Alabado!

Jesús Rodríguez Arias.

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