Cuando te invada la tristeza y no sepas expresarla con palabras, no tengas miedo de llorar tu pena. Las lágrimas sinceras son como la lluvia que riega la tierra reseca y agostado del corazón, y ayudan a recuperar la armonía y el equilibrio interior. Pero no dejes que el exceso de riego eche a perder tu jardín interior o te impida ver salir de nuevo el sol y la alegría en tu vida.
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