domingo, 12 de mayo de 2013

...Y ASCENDISTE A LOS CIELOS, JESÚS.

Lugar donde Jesús Ascendió a los Cielos



... Y Ascendiste a los Cielos Señor, tenías que hacerlo para permanecer de forma permanente con nosotros.  Puedo imaginar que tus amados discípulos, los que te conocieron y vivieron contigo, la tristeza los inundarían porque ya no estarías a su lado. ¡Es comprensible Jesús! El que se acostumbre a Ti, el que te tenga como el Mejor y Único Amigo, el que sienta que su corazón da un bote con solo Tu Presencia, ya no quiere, no puede vivir sin Ti.

Tenías que irte para la Casa del Padre porque tenías que prepararnos la morada que tengas dispuesta para cada uno de nosotros. Tenías que hacerlo para que nuestros limitados ojos, muchas veces tapados con la venda del escepticismo, vieran como el Hijo de Dios volvía con el Padre y de esta única manera permanecer siempre con nosotros.

Ahora te encontramos a cada paso porque Tú siempre estás, sales al Encuentro con nosotros porque eres Todo Amor. Eres nuestro fiador ante el Padre. Dios que amó tanto a sus hijos entregó a Su Unigénito para limpiar con su sangre toda mancha de pecado en nuestras azarosas vidas. La Cruz, ese patíbulo ignominioso, se convirtió desde que Jesús murió sacrificado por los pecados del hombre en símbolo de Vida Eterna.

Desde el lugar que muestra la foto que encabeza este post, Ascendió Jesús, el Maestro, el Mesías, el Consejero y Confidente, mi Dios y mi Señor a los Cielos.

Allá en el mes de junio del pasado año, en nuestra Peregrinación a Tierra Santa, nos colocamos en torno a la piedra que se venera desde hace siglos, que fue protegida por los Cruzados, que es donde Jesús posó sus pies antes de Ascender a los Cielos y rezamos profundamente. Os puedo decir que se podía palpar la FE con los dedos de las manos, sentir y respirar Fe, la Fe en Cristo Resucitado, que impregnaba e inundaba nuestro espíritu. Al final de la meditación que nos ofreció el Padre D. Manuel Orta muchos peregrinos se agachaban para tocar y besar tan devoto lugar. Yo, y lo digo desde la sinceridad, no me atrevía a agacharme porque me encontraba muy debilitado de fuerzas por la intensa faringitis que estaba padeciendo aunque me dije que si Dios había puesto esta oportunidad en mi vida no tenía sentido que no hiciera ese "esfuerzo". Me agaché el último y toqué la piedra, ese Lugar Santo, con las yemas de mis dedos y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo desde los pies al último pelo de la cabeza. Fue una descarga espiritual que no se puede explicar con palabras, pero que la sentí en mi cuerpo y que me ofreció una paz de espíritu inmensa. Aún cuando recuerdo ese momento de inmensidad espiritual se me ponen los vellos de punta y la paz, esa paz que se propagó por todo mi cuerpo, no la he llegado a perder. 

Gracias Jesús, te doy las gracias a cada segundo que pasa por hacerte presente en mi vida, por ser el principal fiador ante Un Padre que es Generoso y Bueno, por ser quien eres: El Hijo de Dios hecho Hombre. Tu Sangre nos dignificó para toda la Eternidad y ahora ya nadie, por muchos intereses que hayan, podrán quitarte de nuestro lado.

Nos esperas siempre, pacientemente, en el Sagrario de nuestras Iglesias. Hoy puede ser un buen día para ir a visitarte y hablar contigo de amigo a Amigo.

Jesús Rodríguez Arias

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