domingo, 30 de junio de 2013

INGRESO DE CROACIA EN LA UE, "UN SIGNO DE ESPERANZA".



Desde el 1 de julio, Croacia es parte de la UE y el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, lo celebra como «un signo positivo de esperanza». Los tiempos son duros en Croacia y en Europa. Nadie va a tener ganas de celebrar este acontecimiento en las calles, pero un país hace poco en guerra «se ha convertido en miembro de una comunidad mundial centrada en la paz y la reconciliación» que puede ofrecer a los ciudadanos una perspectiva de esperanza
Noticia digital (30-VI-2013)

Visita de Benedicto XVI a Croacia, en junio de 2011
No son tiempos especialmente buenos para quienes creen en el ideal europeísta. El ingreso de Croacia en la Unión Europea ofrece, sin embargo, una ocasión única de celebración, y sirve para recordar que la historia de la UE es un historia de reconciliación tras las dos guerras mundiales.
El cardenal arzobispo de Viena es uno de esos convencidos europeístas, ya incluso, por tradición familiar. Su padre, por ejemplo, fue un destacado opositor a Hitler, y se alistó en el Ejército británico para combatir contra el nacional socialismo.
Croacia es además un país muy cercano a Austria, donde viven unos 70 mil croatas, la mayoría en la capital, Viena. «Los croatas se destacan por su especial lealtad y amar a la Iglesia católica. Su profunda fe no ha desaparecido aún en tiempos de persecución y tan vivo hoy como siempre», destaca el cardenal Christoph Schönborn, que alude también a la común herencia del Imperio Austrohúngaro.
Ni estos inmigrantes ni los 4,3 millones de personas que viven en Croacia van a tener seguramente demasiadas ganas de celebrar el ingreso de Croacia en la UE, reconoce. Son demasiadas las preocupaciones cotidianas. También en la UE hay serios problemas económicos. Pero estos nubarrones no deben impedir ver un gran acontecimiento que lanza además una «señal positiva de esperanza» en estos tiempos difíciles.
«Una antigua región en crisis se ha convertido tras un largo proceso en miembro de una comunidad mundial centrada en la paz y la reconciliación», y que puede ofrecer a las ciudadanos croatas una perspectiva de esperanza, escribe el cardenal en su carta semanal. Las «heridas de la guerra de los Balcanes» (1991-1995) no se han cerrado completamente, y el ingreso de estos países en la UE puede ser de gran ayuda para que terminen de cicatrizar esas heridas.

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