sábado, 20 de julio de 2013

ABRIENDO LAS VENTANAS.

Hoy sábado he abierto las ventanas, como lo hago siempre, y me he encontrado con un paisaje muy distinto al que estoy acostumbrado. Durante la semana, laboralmente hablando, mi ventana es la puerta y mi primer paisaje la calle que me lleva a la estación donde "desde el tren" de cada día rezo y medito con todos vosotros.

El sábado, en cambio, no es así. El tren está parado en la estación y mi primera imagen es un día luminosamente insultante en las que diviso con minuciosa nitidez las montañas que cobijan y rodean a mi querido pueblo de Villaluenga del Rosario. Os puedo garantizar que empezar allí el día es muy diferente.

Este sábado no hemos podido ir a nuestro pueblo porque tenemos compromisos adquiridos a los que tenemos que asistir. Este fin de semana nos quedamos en nuestra casa de Jerez pues como ya sabéis desde la semana anterior hemos fijado nuestra residencia en Villaluenga del Rosario donde, incluso, nos hemos empadronados.

El otro día una buena amiga me decía que teníamos que estar locos por preferir un pueblecito de 300 habitantes a una ciudad, la quinta de Andalucía, que supera ampliamente los 200.000. Que no entendía como dos personas que estaban relacionadas, con muchos compromisos y actividades, con una vida activa en lo social podían preferir todo eso a la tranquilidad, al sosiego de un pueblo que está sobre las montañas y donde esa vida "social" se diluye.

Pues precisamente por eso; porque la paz, la tranquilidad, el sentido de la hospitalidad, de la verdadera amistad, el de las puertas abiertas del corazón son virtudes privilegiadas que, por desgracia, ya no te encuentras en las grandes ciudades donde no le falta "nada" porque carece de "todo" lo que se ha convertido en esencial en nuestras vidas. Mientras algunos, privilegiados, pueden quedarse a vivir entre sus paisanos, hijos de este bendito pueblo, prefieren fijar su residencia en Jerez u en otra ciudad o pueblo más grande y que le ofrezcan de "todo". ¡Lo siento no lo llego a entender! Cómo tampoco espero que me entiendan a mí por haber preferido lo auténtico a lo que, a mi modo de ver y entender, no lo es.

Hoy he abierto las ventanas y me he encontrado un día nublado, gris, propio de cabañuelas y me he puesto a actualizar el blog, que se convierte en una auténtica liturgia y que necesito porque haciéndolo siento que realizo mi particular apostolado y eso me hace ser feliz. Servir a Dios siempre es motivo de felicidad.

En un post que todavía está por escribir, ya que los sentimientos y las gratas experiencias ayer vividas en torno a mi querido hermano y amigo, D. José Medina Pellegrini, ejemplar Sacerdote, junto a otros buenos amigos en la presentación de su libro ayer en San Fernando son muy intensas, relataré mis vivencias y todo lo ocurrido desde la óptica personal y como bloguero católico.

O deseo a todos un Feliz Sábado, hoy día de la Amistad, y por eso como siempre os envío un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

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