miércoles, 10 de julio de 2013

ARMAR EL PUZLE; POR ALFONSO USSÍA.

La Razón


Las fotocopias de ayer, en su versión original, están ya en manos del juez. No han cambiado los conceptos ni los apuntes. Son los mismos. Ahora corresponde al juez llamar a Bárcenas y pedirle explicaciones. Si lo que está escrito no responde a la verdad, el futuro será implacable con Bárcenas. Si esos apuntes son verídicos, la realidad será pavorosa para algunos dirigentes del Partido Popular. No es agradable aparecer en esos papeles como receptores de cantidades oscuras. Pero tampoco se ha ganado Bárcenas el regalo de la credibilidad. Los papeles se pueden crear en cualquier situación, y hay que demostrar muchas cosas para aceptarlos como pruebas para una posterior acusación. Un personaje tan mentiroso y enredador es capaz de cualquier cosa con el fin de esquivar sus responsabilidades. Además, Bárcenas no está en la cárcel por esos papeles supuestamente verídicos o manipulados. Se confunden las piezas del puzle y muchas de ellas no encajan.
En lo que respecta a los papeles. Los que ahí aparecen tienen que estar sumamente preocupados. Su deber es demostrar que no es cierto lo que en ellos se ha escrito. No sólo preocupados por ellos mismos, su prestigio y su honor, sino alarmados por la decepción, la indignación y el escándalo de sus votantes. Pero esa angustiosa molestia no puede nublar la realidad. Bárcenas no ha sido enviado a prisión por el juez Ruz por esos papeles, que a partir de ahora tienen que ser objeto de análisis y declaraciones. Bárcenas está en prisión porque no ha sabido o podido aclarar el origen de su inmensa fortuna depositada en paraísos fiscales y por haber –presuntamente– defraudado a Hacienda una cantidad que supera por mucho los límites del delito. Si su única aportación ante el juez es su palabra contra la de los dirigentes señalados, no lo tiene bien. Y en cualquier caso, si demostrara que todo lo que se refleja en esos papeles responde a la verdad, el Partido Popular tendría que reaccionar inmediatamente contra sus dirigentes receptores de sobres con dinero negro, da igual su cargo o su nivel de responsabilidad. Pero en ese supuesto, Bárcenas seguiría en la cárcel, porque esos papeles no forman parte de su problema con la Justicia y con Hacienda. Creo que el sistema utilizado por Bárcenas es, como poco, sospechoso. Hace entrega a uno de los periodistas más influyentes de España de los papeles que un día le facilitó al abogado Trías para que éste los fotocopiara y se los entregara al diario «El País». Es decir, que Bárcenas entiende que la Justicia o pasa por el periodismo o no es tal. ¿Es creíble un ciudadano que no sabe justificar el origen de su joven y apabullante fortuna depositada en el extranjero? ¿Puede haber creado unos papeles comprometedores y vengativos? Y en el caso de que sean ciertos, ¿ le servirán para algo?
Porque la pregunta del millón, la que ha formulado el juez y Bárcenas no ha podido responder es la que sigue: ¿de dónde vienen los sesenta millones de euros que tiene depositados en Suiza y otros países? ¿Se pueden ganar sesenta millones de euros desde el cargo de tesorero del Partido Popular? Por inteligente que sea, mi respuesta es contundentemente negativa.
Me entero de que hay prevista una movilización ante la sede del PP por la aparición de estos papeles ya aparecidos. De nuevo la calle, la urna de la izquierda radical y mansa con sus escándalos. En manos del juez está separar las muchas nubes de este caso y que resplandezca la verdad. Si la verdad abruma a la honradez de altos dirigentes del PP, que cada palo aguante su vela. Pero sin confundir. Bárcenas no está en prisión por la veracidad o falsedad de esos papeles. Aunque triunfe su venganza.

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