domingo, 28 de julio de 2013

DESDE VILLALUENGA: INMENSA FELICIDAD Y TAMBIÉN TRISTEZA.

Juan M. Rubiales con su mujer, Carolina.



El jueves y viernes son días que los tendré para siempre en mi recuerdo. La marcha de un querido y buen amigo, Ignacio Bustamante Morejón, junto a otros como Antonio y Rosa, Francisco y Esperanza que fallecieron en el aterrador accidente ferroviario de Santiago de Compostela hizo que mis dolencias digestivas se recrudecieran y que me produjeran un agotamiento físico y mental debastador.

Decidimos sobre la marcha irnos el mismo viernes por la tarde, en cuanto saliera del trabajo, hacia el único lugar donde encuentro una paz de espíritu que sosiega y tranquiliza mi alma y todo mi ser. Y así lo hicimos.

Cuando llegamos mi querido pueblo nos recibió, como siempre, acogedor y lleno de luminosidad. Allí según pasan las horas un mismo paisaje cambia porque lo hace las tonalidades que da el sol y las sombras. 

Llegamos a casa, desembarcamos los paquetes, regamos las plantas, organizamos un poco la casa y nos dispusimos a estar tranquilos sentados en el sillón de nuestro querido hogar. 

Os puedo decir que debido al agotamiento que atesoraba no podía ni despegar la hoja del libro que estoy leyendo, me costaba sobremanera actualizar el blog, escribir se me hacía un mundo porque no me salían las palabras, y hasta levantarme de la silla se convertía en un hecho heroico.

Sobre las siete de la tarde decidimos, para despejarnos, irnos a comprar unas cositas que necesitábamos a "La Covacha"  y así lo hicimos. En la calle  Cervantes nos encontramos con nuestro amigo Juande con el cual charlamos un rato y quedamos en vernos un poco más tarde en el Casino.

Después de venir de la compra pensábamos dar un pequeño paseo, cosa que pospusimos porque el cansancio me invadía y casi no podía dar el paso. Nos sentamos en nuestro patio, y mientras actualizaba el blog me tomaga una copa para mitigar los efectos que el frío se hacía presente. Resguardados por el "Caíllo" que imponente se alzaba sobre nuestros ojos. Allí pasamos dos horas de descanso, intentado desconectarnos de todo, cosa que gracias a Dios conseguimos.

Sobre las ocho y media nos fuimos a dar una pequeña vuelta por las calles del Pueblo. Teníamos varios objetivos: Dar de comer a los gatitos y perritos, despejarnos y terminar en el Casino donde Juande y Fernando me esperaban para charlar un poco.

Mientras nos encaminábamos para la Avenida de Los Arbolitos nos encontramos con Juani así como con varios vecinos a los que saludamos y conversamos un poco. Le dimos de comer a nuestros gatitos  perritos y cuando terminábamos de esta misión nos encontramos con Juande con el cuál nos encaminamos hacia el Casino que estaba abierto y con mi querido Fernando esperando. Aunque empezamos nuestra conversación en la barra, preferimos situarnos afuera en una mesa. 

Al poco llegó Andrés y su mujer que iban a cenar y entre todos empezamos con una buena y animada charla. Hablamos de todo lo que había acontecido, de nuestras cosas y de mil anécdotas que hicieron que la sonrisa volviera a mi mustio semblante. Así estuvimos hasta cerca de las diez y media de la noche que me despedí de todos los presentes, entre los que se encontraban mis queridos y buenos amigos Diego y Gabriel Franco. 

Llegar a casa, cenar muy ligeramente y acostarnos todo fue una. No habían dado las doce de la madrugada cuando ya dormía profundamente. El cansancio me venció tras cuarenta y ocho horas sin poder apenas conciliar el sueño.

A la mañana siguiente, sábado, nos despertamos sobre las nueve de la mañana y tras actualizar el blog nos fuimos a desayunar al Casino. A esa hora hacía algo de frío e hizo que hasta nos pusiéramos una camiseta de mangas largas para soportar esta sensación térmica tan alejada de lo que vivimos a diario donde nos solemos mover por razones de trabajo.

Os lo digo de verdad, quería que esa mañana pasara pronto porque eran muchos los sentimientos encontrados que tenía y que no se me quitaban ni por asomo de la cabeza. Era el día en el cual La Isla despedía a sus hijos muertos en el accidente ferroviario. A las once de la mañana, cuando empezamos a caminar por un sendero lleno de paz, se oficiaba el funeral de mi querido hermano en la eternidad, Ignacio Bustamante. Podéis creeros, sin llegar a la exageración, que estando tan lejos estábamos tan cerca. Recé con fruición mientras se oficiaba dicho Funeral, recordé al bueno de Ignacio al que llevo en mi corazón. San Fernando y Villaluenga se unían con lazos invisibles de amor, de cariño, de dolor ante el amigo que se ha marchado para no volver a irse nunca más de nuestro lado porque tanto Ignacio como Antonio, Rosa, Francisco y Esperanza siempre estarán a nuestro lado, en nuestras mentes y corazones.

Sendero para nada dificultoso y lleno de paisajes bellos, llenos de encanto donde lo esplendoroso de la naturaleza se hace visible. La Mano de Dios que la ha creado se ve a cada paso.

Para Hetepheres y para mí el 27 de julio es una fecha muy importante pues es el día que empezamos a salir. Este año cumplíamos el séptimo aniversario desde que nuestra relación se fue fraguando y afianzando hasta llegar al matrimonio. Fue un año y un mes de noviazgo, que pasó muy rápidamente, y que hizo que cada día que pasara nos amaramos más que el día anterior. 

Cuando llegamos a casa después de un buen paseo, donde el espíritu quedó sosegado, nos duchamos y cambiamos para irnos a Grazalema y allí a la venta de "Los Alamillos" donde habíamos acordado almorzar precisamente ese día. 

Es también un magnífico sitio donde comer. Gran alegría me dio encontrarme allí a Chico, propietario de mi antiguo gimnasio de Jerez con el cual me comprometí a volver a ir cuando pasara el verano, un buen amigo al que hacía bastante tiempo que no veía.

Cuando terminamos el almuerzo plagado de recuerdos, anécdotas nos volvimos para Villaluenga del Rosario. 

Llegar a casa y echarme en la cama para dormir la siesta fue todo uno. Soy de los que les gusta dormir después de comer porque se descansa y se rompe el día en dos cada cual más interesante y los dos llenos de vitalidad.

Al levantarme empezó el trasiego de personas que iban para la boda de mi buen y querido amigo Rubi con su novia de siempre, Carolina. A eso de las seis y media nos visitó en casa Juande antes de marchar para asistir a la misma. Se sentía y se oía mucho ambiente.

Los vítores y los aplausos nos informó que ya se habían casado, que ya Rubi y Carolina eran marido y mujer y que una nueva vida empezaba para ellos porque el Matrimonio es un vínculo que une más que antes, es un compromiso de amor, fidelidad, lealtad con la otra persona.

Nosotros seguíamos todos los acontecimientos desde nuestro patio mientras terminaba de escribir un post dedicado a las personas que ya no están con nosotros. Ayer fue un día de contrastes donde la enorme tristeza se entremezcló con el amor que  nos profesamos Hetepheres y yo y con la ilusión ante una nueva vida de Rubi y Carolina.

Después volvimos a salir a dar nuestro particular paseo por las calles del pueblo cuando ya está atardeciendo. Íbamos bien pertrechados porque a esa hora, no más de las nueve de la noche, ya hacía bastante frío. ¡Lo que es Dios! Cuando menos nos lo esperábamos nos encontramos con Rubi y Carolina que estaban haciéndose el reportaje fotográfico. Le dimos la enhorabuena con verdadero cariño. Yo, tengo que reconocer, que a Rubi le tengo mucho cariño porque es un buen hombre de los pies a la cabeza y Carolina es la mejor compañera de viaje que ha podido tener. Son una pareja tal para cual y eso, en los tiempos que corren, es muy difícil de conseguir.

Nosotros también le hicimos una fotografía y le pedí permiso para sacarla en este blog, la cual encabeza este post. Nos despedimos porque ellos tenían que seguir con el reportaje y nosotros teníamos a unos perritos y gatitos esperando su comida.

En la Plaza Fernando Portillo nos encontramos y saludamos, muy cordialmente, con Cristobal. También estaba Berna, que no había podido ir a la boda porque esa tarde-noche tenía que trabajar, con el que me dio mucha alegría encontrarme. Es un auténtico lujo el tenerlo como amigo.

También nos saludaron alegremente mis queridas amigas Leti y Almudena que iban bellísimamente engalanadas aunque cuando hay porte no hace falta ponerse mucho para estar guapas. Les hice, también, una foto que hoy publico en este post.

Nos despedimos de todos y seguimos con nuestro caminar. Después de alimentar y dar cariño a estos perros y gatos nos fuimos otra vez para casa aunque yo hice parada en el Casino donde me tomé un oloroso y charlé un rato con Fernando y con los buenos amigos que allí estaban. 

A eso de las diez de la noche me despedí y me fui a dar una vuelta por el pueblo. Necesitaba de esa soledad para rezar. Con rezos meditados llegué a casa y me instalé en el patio hasta después de terminar con mis oraciones y reflexiones, para después empezar a retomar mi investigación la cual la tengo algo parada. Así estuve hasta cerca de las once de la noche. A lo lejos, en la Plaza de Toros, se escuchaba el murmullo de la celebración de la boda de Rubi y Carolina y me alegré por ellos y por todos los buenos amigos que esos momentos los acompañaban.

Después cenar un poco, ver algo la tele y acostarnos donde antes de entornar los ojos estuve leyendo un poco y de esa manera terminó un sábado para el recuerdo donde las emociones, la alegría y la 
tristeza se dieron la mano como la vida misma.

Hoy ha vuelto amanecer para nosotros cuando ya había amanecido. A eso de las nueve y media nos fuimos a desayunar porque a las once es la Misa en la Iglesia de San Miguel de Villaluenga del Rosario.

No pudimos hacerlo en el Casino pues a esa hora estaba cerrado y nos dirigimos a "La Posada". Estaba Berna que nos atendió con esmerada profesionalidad. Me pueden decir que me puede el corazón, pero tengo que decir que la cadena TUGASA tiene entre sus empleados un gran profesional que sabe lo que hace y trata a los clientes desde la exquisita cordialidad y el esmero.

Mientras desayunábamos empezamos una buena conversación con Berna en la cual sacamos muchos temas y el tiempo se nos pasó volando. Tan volando que se nos hizo las once, la hora que empezaba la Misa, a donde nos dirigimos a toda prisa. Menos mal que el Cura llegó con retraso, porque venía de otro pueblo, y así pudimos celebrar la Eucaristía como a nosotros nos gusta: ¡Desde el principio!

El Párroco, D. Francisco Párraga Olvera, mencionó en su homilía la JMJ así como la peregrinación de la JPJ que se estaba celebrando en El Rocío por parte de todas las Diócesis de Andalucía con aquellos jóvenes que no han podido asistir a la de Río de Janeiro. 

Machaconamente se dirigía a nosotros mencionándonos las virtudes de la misma y que sé de buena mano que se está celebrando de forma excepcional y por la cual rezo todos los días por los frutos espirituales y apostólicos tanto de la JMJ, que hoy ha terminado, como por la JPJ celebrada en estos días en El Rocío.

Al final de la Misa, tras saludar a buenas amigas, nos dirigimos al Cura para preguntarle cuantos jóvenes habían ido de la Sierra a la JPJ. Nos informó que un autobús lleno y le preguntamos que cuantos lo habían hecho de Villaluenga del Rosario. Nos contestó que ¡Ninguno! al igual que tampoco lo han hecho de Grazalema ni de Benaocaz. Estos tres pueblos son precisamente donde D. Francisco es Párroco. Le dijimos que era una auténtica lástima que eso pasara. Es muy triste que ningún jóven de Villaluenga del Rosario no haya asistido, es para pensarlo y tenerlo en cuenta para así reconducir las situaciones que hayan que reconducir. La vida de Fe es demasiado importante para no echarle cuenta por las prisas y por mirar permanentemente el reloj. No olvidemos nunca que las prisas son malas consejeras y que quien mucho abarca "poco aprieta".

Después nos marchamos a casa donde permanecimos leyendo hasta la hora de almorzar que bajamos al Casino. Compartimos mesa, mantel y buena conversación con nuestro amigo Juande, al final después de atender a los comensales, se nos unió Fernando hasta que a eso de las cinco de la tarde nos despedimos de los presentes así como de Ana que estaba con unas amigas tomando un café así como de Nito y su querida familia y nos dirigimos a casa donde, después de descansar un poco, nos hemos venido para Jerez porque no tenemos más remedio que empezar nuestro particular "día a día".

Menos mal que los días pasan pronto y dentro de nada estaremos llegando a nuestro querido pueblo donde nos sentimos queridos. 

Recibid mis queridos paisanos un fuerte abrazo,

Jesús Rodríguez Arias

De izquierda a derecha, Leti y Almudena



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