martes, 23 de julio de 2013

"FRANCISCO NOS TRAERÁ MUCHA ESPERANZA PERO TAMBIÉN LUZ".

La Razón

Un grupo de jóvenes en una capilla de las favelras durante la celebración de la eucaristía

RÍO DE JANEIRO (BRASIL)- Los temibles «Calaveras», ataviados con sus uniformes de negro, y fusiles FAL colgados de sus hombros, patrullan los morros de la favela Manguinhos, donde se espera que el Papa Francisco llegue el próximo jueves. «Este Papa nos salió aventurero», comenta con cara de preocupación a LA RAZÓN Mauricio, uno de los integrantes de la BOPE, la Tropa de Élite Carioca encargada de despejar el terreno.
Esta Tropa, cuyo escudo lo compone una calavera atravesada por un machete, es la responsable de «limpiar las favelas» de cara a los Juegos Olímpicos, el próximo Mundial de Fútbol y, por supuesto, la visita de Francisco. Son conocidos por sus métodos pocos ortodoxos a la hora de asegurar una zona. Mauricio lleva un crucifijo debajo del cuello. «Para mí es una tarea especial porque soy creyente. Me convierto en cierta manera en su Ángel guardián, pero la visita a Varginha no es una buena idea», afirma el teniente de la BOPE.
Mauricio no exagera. Varginha está situada en lo que se conoce como la «franja de Gaza» de Río, así bautizada por la cantidad de enfrentamientos armados violentos que continuamente ocurrían entre policías y traficantes. Ahora supuestamente se encuentra «pacificada», aunque en la favela la palabra «paz» siempre es relativa.
«Aquí nadie nos recordaba, sufrimos mucho. El Papa es un hombre santo y eso nos va a ayudar. Necesitamos más proyectos para los niños», dice Sonia Curato, una manicura católica de 47 años, mientras asa unas salchichas a la parrilla. Su pequeña casa, de paredes sin pintar, está ubicada a la entrada de la favela, al costado de la pequeña iglesia de Sao Jeronimo Emiliani, donde el Papa bendecirá el nuevo altar, antes de dar un discurso a entre 25.000 y 30.000 fieles en la cancha de fútbol vecina. La vereda de la calle principal está como nueva, después de haber sido arreglada para la ocasión.
El padre Marcio Queiroz, cura de Varginha, considera que la elección de esta favela corresponde a la imagen del nuevo jefe de la Iglesia católica: «Tal vez se sintió muy identificado con esta favela. Una pequeña comunidad pobre», sin glamour, bien plana y dominada por una vía de tren gris. En su Buenos Aires natal, Jorge Bergoglio visitaba asiduamente las «villas miseria» de la capital argentina. De hecho, siempre sintió un cariño especial hacia los curas villeros, inspirado por el Padre Mujica, asesinado en su tierra natal.
Ésta no es la primera vez que los vecinos de Varginha reciben la visita de una personalidad de la Iglesia católica. En 1972, la Madre Teresa de Calcuta, en su visita a Brasil, caminó por las calles de la favela y entró en algunas casas de los vecinos. A partir de ahí, la comunidad abrió un espacio para que las hermanas de la caridad realizaran sus obras, como la catequesis de niños y visitas a las familias.
Con la llegada del Papa, los vecinos esperan que la situación mejore. «Recibir al Papa es una bendición, pero espero que la comunidad mejore. Esa calle fue asfaltada en 1982 y nunca más», dijo el carpintero José da Costa, de 67 años, en referencia a la calle principal, que está llena de baches.
Junto a su esposa, María de Souza, espera la llegada de cinco familiares que quieren ver de cerca a Francisco. «Siempre que vino el Papa, fuimos a verlo. Ahora él viene a nosotros. Es una alegría muy grande», dice María emocionada.
Pedro Batista de Souza es dueño de un puesto de venta de verduras en la favela. También tiene esperanza de que con la visita de Francisco mejore la calidad de vida de los vecinos. «La gente precisa muchas cosas: cloacas, asfalto, veredas, más presión en el agua, que es muy débil, un pequeño parque para que los niños jueguen».
Según señala la Prefectura de la zona norte de Río de Janeiro, una fuerza de tareas está trabajando a todo pulmón para mejorar el alumbrado, la limpieza y el estado de todas las calles de cara a la visita del Pontífice. Y es que, como dicen los propios vecinos de las favelas bromeando, «es verdad que Francisco nos traerá mucha esperanza, pero seguro que también nos traerá luz».
EN PRIMERA PERSONA
María José Ibáñez / Acción Social de la Universidad Francisco de Vitoria
Voluntarios españoles, codo a codo con los pobres
Situada en un escenario idílico, la favela Vila das Canoas, en Río de Janeiro, es un hervidero de gente. Sus 100.000 vecinos han recibido una visita especial durante dos semanas. Un grupo de 45 estudiantes de la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid, decidieron trasladarse días antes del inicio de la JMJ a esta favela con el fin de realizar un voluntariado. María José Ibáñez, del departamento de Acción Social, explica que, aunque algunas compañeras se plantearon no viajar cuando supieron que iban a vivir en una favela, la experiencia ha sido irrepetible. «Nos parece importante no ir a hacer voluntariado y estar en un sitio cómodo sino estar realmente metiéndote, viviendo como la gente de allí», indicó a Europa Press. Reconstruir un colegio, organizar campamentos para los niños brasileños, dar asistencia sanitaria, visitar a enfermos de sida y convivir con la población han sido algunas de las tareas realizadas por el grupo de jóvenes que han seguido atentos las directrices del cura Justo Gómez, miembro también de la universidad.

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