miércoles, 3 de julio de 2013

HOY, DE LA SELECCIÓN.

La Razón


Toca fútbol. Leo la prensa y tengo la sensación de que los periodistas especializados han visto otro partido. Es posible. Soy bastante despistado, pero puedo asegurar que el partido que vi el domingo-lunes lo disputaron unos futbolistas vestidos de rojo con el pantalón azul, y otros de amarillo con los calzones blancos. Nada que criticar a don Vicente, que ha ganado todo y no merece la acidez del forofo decepcionado. Tan sólo un pero a su labor. Creo que es excesivamente leal con el pasado, resumiendo el pasado en Xavi Hernández e Iker Casillas. A Xavi le pusieron un «cero» casi todos los cronistas, no así a Iker. He consultado y entiendo la prudencia de los especialistas. Suspender a Iker es anticonstitucional. En cambio, perdonar a Arbeloa es delito. Arbeloa jugó muy mal, pero desde que defendió a Mourinho no le perdonan ni un estornudo. Dicen los entendidos que hay que mantener el sistema. Ahí creo que don Vicente también se equivoca. Nos han tomado la medida. El sistema viene del Barcelona. Mourinho lo sufrió el primer año, y posteriormente terminó con la superioridad del «Barça». Italia mereció ganar a España, y Brasil nos arrasó. Con el sistema del dichoso «tiqui-taca» España ha ganado dos Eurocopas y un Mundial. Ha sido provechoso al máximo. Pero ya no sirve. Se ha impuesto el fútbol que aúna la calidad con el constante derroche físico. Los brasileños, creadores del juego bonito, lo han entendido. Y ahora juegan bonito, pero con estilo alemán. Se comieron la tranquila superioridad de España. Ramos y Piqué no pudieron salir tranquilos en todo el partido, porque siempre se encontraban a un amarillo presionándolos. Y el portero tenía que haber sido Valdés o Reina, que están en forma. El primer gol a Casillas fue de broma, y también el tercero. Del segundo, nada que hablar. El pepinazo de Neymar se lo hubiera colado al mismísimo San Pedro, que de porterías sabe bastante. Neymar es un brasileño que juega con el alarde de su tierra, la fuerza de un alemán y la velocidad de un holandés. Por desgracia para los madridistas, encajará en el «Barça». Otra cosa es que encaje con Messi y el padre de Messi. España no puede aspirar a mucho manteniendo un sistema que ya no sorprende. Cualquier entrenador conoce la manera de destruirlo. Los «bajitos», exceptuando al genial Iniesta, se ahogan ante el poder físico del adversario. Dicen los entendidos: «España tuvo el 65% de posesión». Ignoraba que los partidos se ganan o se pierden por la posesión. Creía que eran los goles lo importante. Si con el 65% de posesión te endosan tres goles habrá que intentar poseer menos, porque se demostró que la sóla posesión no garantiza la victoria.
Don Vicente, al que mucho aprecio y admiro, no puede someterse al histerismo periodístico que rodea a Casillas. Diego López estaba en mucha mejor forma que Iker, y con Diego ha sido profundamente injusto, meridianamente vil, el periodismo deportivo. Está bien que se premie con la confianza a quien fue y ya no es, pero no con la titularidad. España, en Maracaná y ante Brasil, encajó su primer gol en el primer minuto. Un gol que no se lo meten a nadie, excepto a un portero bajo de forma y falto de capacidad de reacción. Así no puede empezar una final. El glorioso sistema del «tiqui-taca» ya no sirve. Hay que cambiarlo por la calidad y la fuerza física. Eso, Brasil, Italia en la semifinal, el Bayern de Munich y el Borussia de Dortmund. Gratitud por el reciente pasado, y agilidad para adaptarse al presente. Y hombres, no nombres.

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