martes, 23 de julio de 2013

LA EXPERIENCIA DEL SANTO SEPULCRO NACE DEL AMOR DE JESÚS.

custodia.org

Misioneros franciscanos al servicio 
de la Tierra Santa


«Si hoy también nosotros podemos estar aquí, venir, ver y tocar la tumba vacía, se lo debemos a aquellos que, desde hace siglos, han hecho posible tal experiencia». Así se ha expresado el custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, en la homilía que ha pronunciado ante el edículo que se encuentra en el corazón de la rotonda de la basílica de la Resurrección.
Este lunes 15 de julio, los franciscanos de la Custodia han conmemorado la fiesta de la dedicación de la basílica cruzada. El custodio ha recordado que la dedicación de la basílica constantiniana, construida en el siglo IV, se celebra, sin embargo, el 14 de septiembre. «Pero nuestra presencia aquí -ha insistido el custodio- no se la debemos ni a los bizantinos, ni a los cruzados, sino a los enamorados de Cristo que han querido vivir la misma experiencia vivida por la santas mujeres y los apóstoles. Lo que los cristianos han deseado a través de los siglos -subraya todavía el custodio- es vivir la experiencia de ver la tumba vacía». El custodio ha aprovechado para recordar el papel de san Francisco de Así, que obtuvo para sus frailes el derecho a venir y vivir pacíficamente en Tierra Santa; derecho que los abrió el camino hacia Jerusalén y los Santos Lugares.
Esta es la razón por la que el libreto litúrgico de la celebración no tiene como foto de portada una imagen del edificio sino la del encuentro del Poverello de Asís con el sultán, un encuentro que hizo posible la presencia franciscana en Tierra Santa.
Convertidos después en guardianes de los Santos Lugares, los franciscanos (y no solo ellos) no han mantenido solo los edificios sino que han querido vivir lo que los Santos Lugares atestiguan y, en particular, lo que el Santo Sepulcro testimonia: el perdón, la reconciliación y el deseo de unidad.
A primeras horas de la mañana, en una basílica aún en calma, la misa se ha celebrado con recogimiento y de la celebración ha emanado una alegría serena. La oración de la comunidad reunida en torno a la tumba vacía ha recordado a los habitantes de Tierra Santa, y también a todos los peregrinos, así como a todos aquellos que desean poder venir aquí.
A todos, ¡un feliz verano!

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