martes, 9 de julio de 2013

MOZÁRABE, DE REPOBLACIÓN. UN ESTILO DE SUPERVIVENCIA.


Foto de portada



Hasta el siglo IX, en la zona de la península ocupada por el islam existió una convivencia entre las religiones del libro que permitió a los cristianos y judíos seguir levantando templos en sus ciudades de residencia. 
En ese siglo la situación cambia y se inicia una etapa de intolerancia radical. Entre otras actuaciones, sinagogas e iglesias son destruidas.

El hecho provoca terror entre la población cristiana de la zona ocupada y se inicia un fuerte movimiento de migración hacia las zonas recuperadas al norte del Duero, hasta los límites peninsulares del norte.

Junto a la lucha por la supervivencia individual se desarrolla un movimiento de supervivencia del templo. Los emigrantes, de lógico criterio muy opuesto al islam, construyen iglesias y las construyen con las técnicas, conceptos y estilo que conocen, con características árabes de los edificios que se han construido en las zonas donde han morado y cuyas añoradas, y mayoritaramente destruidas, iglesias sí que constituyen el auténtico mozárabe.

Es un movimiento aprovechado por los comitentes, que también conocían las características de la arquitectura islámica peninsular, para dotar a esas nuevas iglesias, de repoblación, de conceptualismos bizantinos al uso en la construcción de templos en la zona cristiana..

El así popularmente denominado arte mozárabe, trata de recrear lo cristiano visigótico, de recrear en lo cultural al reino visigótico de Toledo, es un intento de volver al cristianismo existente antes de la ocupación. Por eso, entre otras consecuencias, el movimiento “mozárabe” se manifiesta básicamente en dos actividades: la construcción de iglesias y la ilustración de libros, una ilustración que ya había comenzado con los visigodos, y, también, como no, en la orfebrería litúrgica.

Este arte nuestro, único de nuestra península, sucesor en ello de lo visigótico, es acompañado de un rito propio heredado, ancestral, y es cohexistente con lo que se está haciendo, con el prerrománico ramirense asturiano y con el primer románico lombardo catalán.

Nuestro “mozárabe” se alargará por tres siglos, los existentes desde su nacimiento hasta la llegada y sustitución por el románico imperial. Durante su existencia se levantarán cientos de iglesias y se iluminarán manuscritos, de los que nos quedan 10 beatos, 4 biblias y otros 75 documentos religiosos.

Es por tanto un movimiento artístico peculiar que dejará escasas influencias en nuestro románico aparte de las naturales continuidades en los manuscritos iluminados, en los que el tránsito al románico supone una drástica ruptura de concepción.

En cuanto a la influencia arquitectónica y decorativa, volvemos a encontrarnos con la natural escasez del enfrentamiento con un arte radicalmente diferente, siguiendo a Conant, autor magistral cuyos estudios datan de decenios, el denominado “mozárabe” aportó al románico español cierta gracia y delicadeza orientales, rosetas lobuladas, canes muy salientes y bellos follajes tallados “en reserva” es decir, en relieve plano con el fondo socavado, al estilo árabe o moro.

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