martes, 30 de julio de 2013

OSWALDO PAYÁ, VAMOS JUNTOS A BUSCAR LA VERDAD.


Ahora que sé que no va llegar, que nunca más aparecerá todo sucio después de un día de trabajo, de recorrer hospitales o de cambiar el mundo, para descubrir en pocas preguntas o en ninguna lo que llevo días planeando.

Vivir con mi padre ha sido mi mayor fortuna, ningún problema es demasiado grande después de contárselo a mi papá. Su profundo optimismo, su realismo, lo llevan a encontrar siempre una solución, rescatando la esencia y desechando lo superfluo de cada situación. Su vida ha sido tan plena, tan rica, que cada momento a su lado es para aprender, también, a ser feliz.
Ahora que sé que no va llegar, que nunca más aparecerá todo sucio después de un día de trabajo, de recorrer hospitales o de cambiar el mundo, para descubrir en pocas preguntas o en ninguna lo que llevo días planeando. Ahora que no responderá ya a cada una de mis consultas sobre el cine, o la Historia, o la Física, o cualquier duda imaginable sobre cualquier tema concebible. Ahora sé que algunos problemas no tienen solución. Ahora siento que un pedazo de mi corazón estará siempre en soledad.
Mi padre vivió para su familia, para sus amigos, para ayudar a su prójimo, que para él no es un ser abstracto; su prójimo es el cubano de hoy, aquí y ahora. Mi padre vivió para ser feliz.
Se enfrentó al Cambio Fraude con que el gobierno cubano pretende vender una imagen de apertura a la comunidad internacional, mascarada que fue exponiendo paso a paso, dejando al descubierto la estrategia agónica de un puñado de hombres por mantener su poder absoluto. Este gobierno ha empleado una serie de reformas que, si bien alivian algunos sectores de la sociedad, no constituyen el reconocimiento de los derechos para todos: ¿por qué no los derechos? Entregan privilegios a aquellos que ya los tienen, o a esos que estén dispuestos a vivir callando para vivir un poco mejor y en muchos casos para sobrevivir.
Mas la labor de mi padre y también de Harold Cepero no se limitó a exponer el problema. Ellos, junto a otros, diseñaron y ofrecieron una respuesta al Cambio Fraude. Nos legaron una vía que puede ser transitada por todos, una visión de la Transición que, empleando la Ley y pacíficamente, conduce a la Democracia. Esa vía es El Camino del Pueblo, y es la propuesta que el movimiento democrático cubano, dentro y fuera de la Isla, le hace a todos los ciudadanos para caminar juntos y dar pasos concretos hacia el establecimiento de un Estado de Derecho.
Esta hoja de ruta para el proceso de Transición es apoyada por la mayor parte de la oposición cubana. El Camino del Pueblo es, de hecho, una plataforma de unidad, un espacio para todas las iniciativas que compartan estas demandas tan elementales.
Hoy sabemos que las muertes de mi papá y de mi amigo no fueron ocasionadas por un accidente de tránsito. Tenemos derecho a conocer toda la verdad. En los últimos dos años la represión contra los que se atreven proponer cambios en la Isla ha aumentado drásticamente. La violencia contra los miembros del Movimiento Cristiano Liberación, y contra toda la oposición democrática, es un hecho que cobra víctimas día tras día. Este peligroso crecimiento de la violencia, que proviene directamente de las autoridades gubernamentales, viene acompañado de un sentimiento de impunidad que debe ser detenido. Para eso es necesaria la colaboración de la comunidad internacional y de todas las personas de buena voluntad.
Pero la represión en Cuba no es sólo contra los miembros de la oposición: la más cruel y permanente política represiva del gobierno cubano ha sido la sostenida por décadas contra el pueblo. Porque el obrero que se levanta temprano en la mañana para ir a trabajar, y regresa a su casa al final del día con menos de 2 dólares en los bolsillos para alimentar a su familia, también está siendo reprimido. Porque los exiliados cubanos que viven con miedo a que el gobierno totalitario no renueve sus pasaportes y no puedan visitar a su familia en la Isla, están siendo reprimidos. Porque los millones de cubanos, que desde hace medio siglo nunca han participado en elecciones libres, porque la ley electoral en Cuba contempla a un solo candidato para cada posición en las Asambleas Provinciales y Nacional, también están siendo reprimidos.
El gobierno cubano hoy está tratando de lavar su rostro y conservar su imperio económico. Presionan con sus lobbies en los centros de poder alrededor del mundo, intentando ampliar sus oportunidades comerciales y desviando la atención del problema raíz de nuestro país, que es la falta de derechos que impide la autogestión a los ciudadanos. La posición de mi padre y del MCL no es en contra de los negocios, por supuesto: es en contra de que esos negocios se hagan por encima de los derechos de los cubanos y a sus espaldas, porque los empresarios son los mismos opresores que ignoran y penalizan las demandas de la pueblo. No son modelos de desigualdad y opresión, como el ruso o el chino, aquello a lo que los cubanos estamos aspirando. Tenemos los recursos y las capacidades necesarias para hacer de esta tierra hermosa que Dios nos dio, un espacio próspero y libre donde cada persona busque la felicidad en la manera que decida.
La primera propuesta de El Camino del Pueblo son cambios en las leyes que garanticen libertades fundamentales, por esto el primer paso es la realización del plebiscito del Proyecto Varela. Para preguntarle al pueblo si quieren o no que cambie la ley para ascender a algunos derechos cívicos y políticos. No conozco ningún pueblo que haya renunciado voluntariamente a sus derechos.
Desde hace más de 10 años el gobierno cubano viola su propia Constitución, al negarse a responder la petición legal que han hecho los más de 25 mil ciudadanos que firmaron el Proyecto Varela. Pero los cubanos no quieren más vivir en este apartheid político, y los represores lo saben. La implementación de estas demandas, la celebración de un plebiscito, constituiría un avance real hacia la democracia. Apoyarlas es apoyar la voluntad de la ciudadanía cubana. Este es el momento de solucionar el problema de manera pacífica y legal, con una estrategia que incluya a todos y a la que todos están invitados, también el gobierno, cuya ceguera se hace a cada instante más peligrosa para nuestra nación.
En las palabras de mi padre: Estos cambios significarían participación en la vida económica y cultural, significarían derechos políticos y civiles y reconciliación nacional.
Ése sería el verdadero ejercicio de la autodeterminación de nuestro pueblo. Debe terminar el mito de que los cubanos tenemos que vivir sin derechos para sostener la independencia y soberanía de nuestro país. El Padre Félix Varela nos enseñó que la independencia y la soberanía nacional son inseparables del ejercicio de los derechos fundamentales. Los cubanos que viven en Cuba y en la diáspora, como un solo pueblo, tenemos la voluntad y las capacidades para construir una sociedad democrática, justa y libre, sin odios ni revanchas y como lo soñó José Martí: “Con todos y para el bien de todos”.

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