lunes, 26 de agosto de 2013

LA PASTORAL DEL TELÉFONO: "SOY EL PAPA FRANCISCO, HÁBLAME DE TÚ".

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Se quedó sin palabras durante algunos segundos, según cuenta el mismo Stefano Cabizza, estudiante de ingeniería de 19 años de Padua. El joven le había escrito al Papa Francisco antes de un viaje suyo con la familia a Roma y le entregó su carta a un cardenal después de la Misa del 15 de agosto en la plaza San Pedro. Daba detalles de esta llamada telefónica Il Gazzettino, periódico del Noreste. “Nos hemos reído y bromeado durante 8 minutos. Me llamó hacia las cinco de la tarde después de haberme llamado antes sin dar conmigo. Me ha dicho que le tuteara, diciéndome: ‘¿Crees que los Apóstoles trataban de usted a Jesús? ¿O que lo llamaba Su Excelencia? Eran amigos como lo somos tú y yo ahora, y yo a los amigos los trato de tú’”. “Me pidió que rezase mucho a San Esteban y también por él. Me dio la bendición y sentí crecer en mí una gran fuerza. Ha sido el día más bonito de mi vida” (Avvenire, 22 de agosto).
 
Esta ha sido la última en orden temporal . Al Papa Francisco le gusta telefonear. Y no lo hace por cortesía; busca e insiste en buscar a las personas, un detalle que destacó también Michele Ferri que al principio de agosto recibió una llamada del Papa después de la muerte de su hermano Andrea, asesinado por uno de sus empleados. Él había escrito previamente al Papa desahogándose. El Papa Francisco intentó contactar con él por teléfono, pero como no reconocía el número no respondía. Bergoglio llamó incluso a la anciana madre de Michele.
 
El Papa Francisco mantiene esta relación de “normalidad” que señaló a los periodistas en el vuelo papal hacia Río de Janeiro, cuando llamó la atención su maleta negra. Aquí está el Papa de los gestos normales, cotidianos, del ser obispo de una comunidad, quizás un poco más grande que la de sus hermanos en el episcopado…
 
Y no pierde su ironía como cuando, poco después de la elección a la sede petrina llamó enseguida a su quiosquero de buenos Aires pidiéndole que no le guardase más el periódico Clarín: “Hola Daniel…”, comenzó, dándole las gracias por todo. O como cuando un mes después, llamó  a su zapatero para pedirle: “Nada de zapatos rojos, negros como siempre”. Es él siempre el que llama por teléfono, mantiene una relación personal con todos. Es el Papa, pero también es un sacerdote al que le gusta estar en medio de la gente, ser “un pastor con olor a oveja”.

Este es el carisma de la cercanía, del hacerse próximo al otro que caracteriza la pastoral de Bergoglio. ¿Le haces un regalo? Él te llama y te lo agradece, como le sucedió a Mery Alfonso, librera colombiana que trabaja en Roma, al regalarle ella un libro con motivo de su elección. Pero el regalo no es el libro para Francisco. El don es el acto de gratuidad que merece siempre un gesto de atención. Además a veces manda una bendición como le pasó a Stefano hace pocos días o a los peregrinos acompañados por monseñor Giancarlo Vecerrica, que recibió una llamada telefónica del Papa mientras guiaba a un grupo a Loreto: el Papa le pidió que le diera a cada uno un saludo de su parte.
 
En resumen, al Papa le gusta charlar amigablemente, le gusta interactuar con las personas. Por lo que, como dice el periodista Beppe Severgnini en el Corriere della Sera del 22 agosto, es necesario estar atento, porque si suena el teléfono de casa en vez del móvil, podría ser el obispo de Roma. Por esto, con ironía, el periodista ha preparado un manual de conversación ante una llamada inesperada: “Si el Papa te propone que le hables de tú, dale las gracias pero quédate en el cásico ‘usted’ o un españolizante ‘vos’; evita ir más allá, en un sentido y en otro. Llamarlo ‘Franchi’ o ‘Paco’ es inoportuno; exclamar ‘Santidad’ es predecible; y dejarse llevar por apelativos fantozianos y/o académicos –‘Sumo’, ‘Magnífico’, ‘Megagaláctico’- es grotesco”.

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