sábado, 31 de mayo de 2014

* DESDE VILLALUENGA.




He vuelto para recuperarme del todo a mi querido pueblo de Villaluenga del Rosario. En días anteriores también he recalado por aquí aunque el padecimiento y el cansancio que me sobrepasaba hacía que no pudiera disfrutar de este precioso sitio.

Decir que ha sido en Villaluenga del Rosario donde he empezado a tener más fuerzas, donde comí el primer alimento sólido, una deliciosa tortilla que me hizo Juan Carlos del mesón "Los Caños", donde disfrutaba más del paisaje aunque no pudiera moverme de la silla ni tuviera ganas de hacer apenas nada. En mi pueblo me he sentido siempre acompañado y he notado que han estado pendientes de mi en todo el proceso que poco a poco va llegando al final.

Ayer recaló este navío en el mejor puerto que existe: Villaluenga del Rosario.

Debo decir que hoy las montañas me parecen más majestuosas, el Caíllo se impone frente a mi de forma impresionante, en la Manga pierdes la vista ante tanta belleza y las casitas de mi querido pueblo aparecen más blancas, más coquetas, más íntimas.

Las buenas y amenas conversaciones se van intercalando con Juan Carlos, Ana, Mateo, Juande, Isa, Miguel Ángel, Juan y Mara. Los días duran lo que duran aunque aquí parecen más largos e intensos, más llenos de vida porque son a mi humilde parecer más completos.

Ayer empezamos un paseo aunque debo decir que no pudimos terminarlos porque se me vino el cuerpo para abajo. Es normal que así suceda.

Esta noche he dormido plácidamente y me he levantado pasadas las nueve de la mañana, he tomado un café con leche mientras actualizaba el blog y poco después nos hemos ido a desayunar a "Los Caños" lo que sería mi primera tostada que me ha sabido deliciosa y me ha sentado realmente bien. Tengo que ir acostumbrando a mi estómago lo más posible a la normalidad y aunque es cuestión de meses su total recuperación ya va siendo hora de que, por mi salud mental, empiece cuanto antes a recobrar mi normalidad.

El cercano cielo azul, que solo queda rasgado por el inmenso horizonte de las montañas que divide de forma tan tangible el cielo y la tierra, se ve paulatinamente cubierto por nubes grisáceas que mucho me temo lo envuelvan del todo. Hoy no se pierde mi vista por la ventana sino que mi mirada ilusionada observa cuanto nos rodea a puertas abiertas donde el sol, el calor y el frescor ahondan mis ganas de vivir y mis ansias de libertad.

En este pueblo cobijado entre montañas es el lugar idóneo para perderse de tanta inquietud, desasosiego, infelicidad porque aquí todo adquiere otro valor, más auténtico y verdadero. Saberse ir a tiempo de donde uno no se siente bien y perderse en los brazos acogedores de un lugar como Villaluenga es uno de los ejercicios más recomendables que uno puede realizar en toda la vida. No olvides que todos tenemos un sitio y un lugar. Lo difícil es encontrarlo y cuando lo encuentras no dejarlo escapar.

Villaluenga del Rosario es mi lugar en la vida y mi mundo, mi casa es donde esté mi mujer. Hetepheres es mis pies y mis manos, mi alegría y mi consuelo. Ella pone la pizca de sal y de azúcar a mi día a día.

Y mientras todo esto sucede las nubes siguen avanzando en un paisaje de prodigio que parece sacado del mejor de los cuadros, de las más bonita de las fotografías que me hace soñar con los ojos abiertos. Mientras el canto alegre de unos pajarillos hacen que vuelva de mis sueños a la realidad y compruebo que la misma se convierte en la mejor de las posibles porque estoy con la mujer que amo, en el sitio que me enamora y con la gente que quiero.

Villaluenga del Rosario: ¡Un sueño hecho realidad!

Jesús Rodríguez Arias

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