viernes, 27 de junio de 2014

* ANTE EL ÁRBOL DE MI VIDA.


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Es  mirar detenidamente este cuadro salido de las manos de mi buen amigo Antonio Benítez Román, escritor y pintor de Villaluenga del Rosario que también es muy conocido por ser el único Policía Municipal de mi querido y bendito pueblo.

Cuando me habló de él, cuando me lo enseñó y lo compartió conmigo mediante la fotografía que todos estáis viendo no podía creer que me impactara tanto y que llegara hacerlo mío aunque fuera por medio de sentimientos, pensamientos íntimos y personales. Esto son los prodigios de Dios que hace que nosotros los hombres, de la manera que nos otorgue, podamos describir la inmensidad de la belleza desde distintos puntos de vista.

Mirando el lienzo de mi amigo Antonio me veo debajo de este frondoso árbol que me cobija, me da sombra mientras fugaces rayos de sol se entremezclan para dar calor. 

Su copa me ampara y resguarda de todo lo que me puede perjudicar, su tronco recio aparece cual apoyo en mis muchos momentos de debilidad, sus serpenteantes ramas llenas de frondosas hojas que se alzan hasta el infinito.

He autodenominado a esta bella pintura como "el árbol de mi vida" porque ante él puedo llegar a ver lo que ha sido la historia de mi vida. 

He caminado la mitad del recorrido y ya veo todo de distinta manera. Antes cuando era joven me creía en posesión de una verdad que ahora sé que ni la tenía ni la tendré nunca, antes creía comerme el mundo cuando ahora, cuando empieza a platear mi cabello, hago todo lo posible para que el mundo no acabe por comerme a mí, antes tenía fuerzas para emprender mil y una batallas mientras ahora reservo mis fuerzas para única y crucial de las guerras que es vivir todos los días intentando hacer el bien, llevando los preceptos que me enseñó y me enseña a diario Jesús, esforzándome para que nadie que esté a mi lado se sienta infeliz o desgraciado.

Es verdad, con los años me ha cambiado la visión de la vida y donde todo eran fuerzas y energía ahora se ha transformado en sosiego, en paz, en racionar las fuerzas para poder hacer lo que tenga que hacer en cada momento.

Dios durante todo lo que dure el camino de tu vida te va enseñando que por muchos senderos que cojas solo hay un camino verdadero. Puede ponernos distintas pruebas donde va templando nuestra fe mientras asumimos, en primera persona, las distintas dificultades, las montañas que tenemos que escalar y las cuestas que debemos subir. Cuando cada uno de nosotros asumimos nuestra debilidad, nuestra fragilidad, cuando llegamos al punto de abandonarnos en los brazos amorosos de Dios para que Él nos guíe, nos proteja, nos ilumine entonces podremos decir que hemos empezado a vivir en plenitud gozando cada segundo que nuestro Padre Misericordioso nos da.

Así me hallo en estos momentos de mi vida, abandonado en los brazos del Señor, y bajo el frondoso árbol de mi vida que me protege, me alivia, me cobija, me embelesa.

En  su tronco me apoyo cuando ya sin fuerzas me quedo, en sus enrevesadas ramas veo lo que ha sido mi vida hasta ahora, los senderos caminados, las equivocaciones, que han sido muchas, y los aciertos que han sido pocos, hasta llegar a la frondosidad donde el verdor de las hojas me cobijan, me resguardan. 

Este "árbol de mi vida" en cuya imagen se sintetiza toda mi historia hasta la actualidad solo una persona me acompaña todos los días: Hetepheres, mi mujer, como también mi familia, mis hermanos del alma que son pocos, como no podía ser menos, algunos buenos amigos de corazón a los que llega su refrescante sombra. Dos lugares que tienen un lugar privilegiado en mi corazón: San Fernando, La Isla de León, donde nací y de donde son mis orígenes a la que quiero de verdad y Villaluenga del Rosario donde me siento en mi hogar. Una que es novia del mar mientras la otra es esposa de la montaña. Dios me ha dado la oportunidad de vivir mi día a día en dos lugares totalmente distintos aunque plenamente complementarios.

Me veo bajo la copa de este árbol cuya sombra me refresca y da vida así como los tímidos rayos de sol calientan mi ser, mi alma, mi corazón y mi ánimo para seguir con mi particular día a día.

El "árbol de mi vida" es Dios que me protege y me cuida en todo momento, me cobija entre sus ramas que son sus brazos, me llena de paz y serenidad mientras el sol penetra y da el calor necesario para que emprenda mi caminar, mi misión evangelizadora por los más recónditos lugares de esta Tierra tan pequeña o tan grande como se quiera mirar.

Ya ha anochecido en Villaluenga del Rosario, el eterno y cercano cielo tiene un color azul oscuro mientras las montañas aparecen en el horizonte con su negra majestuosidad y mientras yo sigo en mis ensoñaciones, en mis pensamientos más íntimos e incluso secretos mirando y admirando el cuadro salido de las manos de mi buen amigo Antonio Benítez Román.

Jesús Rodríguez Arias

1 comentario:

  1. Bueno,pues ya se ve que vas recobrando fuerzas, "Quien a buen árbol se arrima..." Que continue la mejoría y que sigas comunicándote con "tu público", en la intimidad, aprendiendo juntos a vivir la vida tal y como nos venga, arrimados siempre a buen árbol...

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