jueves, 26 de junio de 2014

LA NO NOTICIA; POR RAFAEL SÁNCHEZ SAUS.

Diario de Cádiz


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La no noticia

RAFAEL / SÁNCHEZ SAUS | ACTUALIZADO 26.06.2014 - 01:00
LA noticia de la semana ha resultado ser una no noticia, la total ausencia de incidentes dignos de mención en uno de los momentos más delicados que todo régimen político debe afrontar: la transmisión del liderazgo, sobre todo cuando éste es marcadamente personalista y se apoya en fundamentos discutidos por una parte de la sociedad. La proclamación de Felipe VI ha demostrado que la España que hizo posible la transición democrática, casi cuarenta años después, sigue apostando con fuerza por los valores que sustentan al sistema. Apostar con fuerza, en España y desde hace décadas, quiere decir adherirse sin estrépito ni fervor a lo vigente, dejar caer sin pena ni gloria -la indiferencia como arma, el silencio como primer cómplice-, todo lo que pudiera poner en riesgo el único consenso importante: la vida tranquila -no confundir con la trabajosa y exigente paz-, la cotidianeidad más o menos plácida que este país puede proporcionar a cambio de tan poco. 

Servidor no es distinto, también yo celebro el alivio de todos, la alegría bastante contenida de los más y la muy llevadera frustración de quienes en algún momento pensaron que el complejo proceso de abdicación-sucesión-proclamación, con varias semanas propicias para el revuelo, podía brindar alguna oportunidad a sus moderadas ansias republicanas. Se ha resaltado en estos días que había que remontarse muy atrás, nada menos que al siglo XVIII, para encontrar en nuestra historia el precedente de una sucesión regia sin traumas, si bien es cierto que una salida como la protagonizada por Juan Carlos I tampoco puede considerarse ni mucho menos como normal en la lógica de la Monarquía. Una abdicación apenas explicada, con demasiados interrogantes que nadie desea despejar y numerosos flecos sueltos, tal como se está viendo a propósito del aforamiento del viejo Rey. Pero la sensación de normalidad en la calle ha sido tan abrumadora que todo eso se ha convertido en irrelevante. 

El buen sentido de las fuerzas políticas, no sólo pero sobre todo de PP y PSOE por su especial responsabilidad en estos momentos, ha encajado con el instinto casi unánime de la población. Las actitudes pro república de algunos, muy pocos, políticos de la izquierda fundamentalista y los memes antimonárquicos en Whatsapphan provocado las mismas reacciones: diversión, risa, indiferencia. La vida sigue, el Rey también.

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