martes, 30 de septiembre de 2014

FIESTA DE LOS SANTOS SIMÓN Y CLEOFÁS EN EMAÚS QUBAYBE.

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Misioneros franciscanos al servicio 

de la Tierra Santa

Fiesta de los santos Simón y Cleofás en Emaús Qubaybe

La mañana del domingo 28 de septiembre de 2014, dos autocares repletos de viajeros, uno de peregrinos y parroquianos y otro de frailes franciscanos, abandonaron Jerusalén para dirigirse al santuario de Emaús Qubaybe para celebrar y honrar, con tres días de diferencia, a los santos Simón y Cleofás, discípulos de Emaús, cuyo fiesta se celebra el 25 de septiembre.

La misa ha estado presidida por el vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, en ausencia del custodio que se encontraba en Italia para asistir a la ceremonia de los votos religiosos de un fraile sirio y acoger a los nuevos postulantes de la Custodia. Esta celebración ha tenido un sabor particular porque, estando el santuario en territorio palestino, pocos peregrinos se acercan hasta él y las misas se celebraban alrededor de dos veces al año. La más importante es la que corona la peregrinación del lunes de Pascua. La atmósfera ha sido de especial recogimiento mientras que los cantos resonaban bajo las bóvedas de la iglesia. Fray Dobromir ha invitado a la asamblea a rezar por el Sínodo de la familia, previsto para los días 5 a 19 de octubre de 2014 en el Vaticano, a petición del papa Francisco y al unísono con la Iglesia universal. La mañana ha concluido con un almuerzo fraterno en el refectorio del convento.

Fray Salim, uno de los dos franciscanos del convento, con fray Gerard, nos ha hablado emplazamiento del santuario. Un lugar de mayoría musulmana, excepto una familia cristiana y tres comunidades de religiosas; entre ellas, las hermanas misioneras del Catecismo, que tienen un asilo para niños, un apostolado que les permite crear vínculos con las familias del pueblo. Además, según fray Salim: «Los vínculos de amistad con la municipalidad y los habitantes son fuertes. Ponemos a su disposición algunas salas cuando tienen necesidad de ellas y nos ayudan cuando pueden». Un hermoso ejemplo de convivencia que se puede vivir en los conventos que están lejos de Jerusalén, donde los frailes están inmersos en una realidad muy distinta de la de la ciudad santa.

H.M.

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