sábado, 29 de noviembre de 2014

* CARTA A MI HERMANO IGNACIO BUSTAMANTE. (MIS PALABRAS EN LA PRESENTACIÓN DE MI LIBRO "DIARIO DE UN BLOG" EN SAN FERNANDO).


Ante las reiteradas peticiones que estoy recibiendo comparto con vosotros mi intervención en la presentación de "Diario de un blog" en la querida Ciudad de San Fernando en la Parroquia del Santo Cristo la cual contiene la carta que le dediqué y dirigí a mi hermano en la eternidad Ignacio Bustamante Morejón.

https://www.youtube.com/watch?v=xWIZoel2w2g&feature=youtu.be



Mi querido Padre D. Rafael Pinto Vega, Párroco de esta del Santo Cristo.

Mi querido Padre D. Juan Ramón Rouco, Vicario Parroquial

Mis queridos José Antonio, Agustín y José Carlos

Sr.  D. Vicente Ortelles, Sub-Delegado de Defensa en Cádiz y esposa Dª Lucía Gutiérrez.

Sr. D. Fernando a D. Fernando Caballero Echevarría, Coronel Director del CEFOT 2 y Comandante Militar de Cádiz y Gobernador Militar del Campo de Gibraltar.

Sra. Dª María del Carmen Cózar Navarro, Directora de la Real Academia Hispano Americana de Cádiz.

Sr. Presidente de Honor de los Caballeros Hospitalarios, Excmo. Sr. D. Francisco Súnico Varela.

Sr. Vicepresidente del Consejo de Pastoral.

Sr. Hermano Mayor de mi Hermandad del Prendimiento.

Sr. D. Rafael López Carrillo.

Sr. D. Juan Carlos Peña, de la Hdad. De la Pastora.

Mi querido José Carlos Fernández Moreno, Presidente de la Academia de San Romualdo y sobre todo buen amigo.

Mis queridos hermanos en apostolado Pro-Vida, que sé de su esfuerzo por estar aquí acompañándome y apoyando este acto pues dentro de unas horas partirán en bus hacia Madrid para decirles alto y claro al gobierno de la Nación, al partido que lo sustenta, a las demás fuerzas políticas, a la Sociedad, a España y al mundo que CADA VIDA IMPORTA o por lo menos DEBERÍA importar.

Mi querido hermano mayor, miembros de junta y hermanos de mi bendita Hermandad de los Afligidos, la hermandad de mi vida.

Miembros de la Comunidad Parroquial del Santo Cristo.

Señoras, señores, cofrades, amigos y hermanos en el Amor de Cristo Resucitado.

Mi querida Familia de Ignacio Bustamante Morejón a la que quiero de corazón.

¡¡GRACIAS!!

Gracias a Dios ante todo y sobre todo por permitirnos estar congregados hoy aquí y siempre para Su Mayor Gloria.

Gracias al Padre Rafael por abrirme los brazos para realizar la presentación de mi libro es esta Parroquia que es donde me formé y me forjé como el cristiano, como el católico, que hoy en día soy.

Gracias a José Antonio, Agustín y José Carlos en primer lugar por aceptar la propuesta que os hice de presentar mi primera publicación en esta bendita ciudad y en segundo lugar por vuestras palabras, vuestros gestos, llenos de inmenso cariño hacia la obra y sobre todo hacia su autor.

Gracias a mi buen hermano Daniel González Novella por su desinteresado trabajo de todo lo relativo al diseño gráfico de las invitaciones, de los marcapáginas que se entregarán al final del acto a modo de recuerdo del mismo.

Gracias a la isleña copistería Disprén por ejecutar de forma tan extraordinaria los trabajos encargados.

Gracias a mi hermano José Carlos Fernández Moscoso por su continuo asesoramiento y cobertura de cuanto acto de presentación se ha realizado.

Gracias a Antonio Atienza y Pepe Moreno Fraile por las entrevistas y columnas dedicadas para esta ocasión.

Gracias a mi hermano Pedro Mejías por dedicarme un artículo salido del corazón y dirigido de “mosquetero a mosquetero”.

Gracias también a mi querido amigo el Padre José Antonio Medina Pellegrini por dedicarme en el día un post lleno de cariño en su prestigioso blog.

Gracias a Credo Ediciones por la confianza demostrada en este humilde escritor.

Gracias a esta bendita y bicentenaria Ciudad por la acogida que ha dispensado a esta presentación.

Gracias por supuesto a los Medios de Comunicación Social por cubrir este humilde y sencillo acto para que lo que aquí se ha dicho y se va a decir llegue a las casas de muchos que no han podido venir sean cuales sean sus circunstancias.

Gracias también a un matrimonio de buenos y queridos amigos que se han desplazado desde El Puerto de Santa María, que son payoyos de adopción, y que han querido estar conmigo en este importante momento. Será por qué  Dios quiere que en cada paso de mi vida esté presente Villaluenga del Rosario.

Gracias a mis padres, isleños por los cuatro costados, a mi Familia, a mis amigos y hermanos del alma por darme tanto y hacer tanto bien en mi vida.

Gracias a mi mujer, Hetepheres, eterna sufridora de mi apostolado y de esta pasión mía que es la escritura.

Y Gracias a todos y cada uno de vosotros por vuestra presencia, por vuestro incondicional apoyo y por vuestras oraciones que he sentido y siento en todo momento y ocasión en mi particular día a día.

El presentar mi primer libro “Diario de un blog: Sed Valientes” en esta Parroquia del Santo Cristo, en San Fernando, y rodeado del cariño de todos vosotros es muy importante para mí por cuanto significa y por ser un auténtico honor y una inmensa alegría porque es una forma, ínfima y minúscula, de devolver algo de todo lo que me ha dado desde que abriera los ojos junto a la Iglesia Conventual del Carmen y me sigue dando día a día ahora que disfruto de esta plácida etapa de la madurez personal y espiritual de mi vida.

Sin esta presentación el libro no estaría completamente presentado pues faltarían los olores marineros, los recuerdos de mi niñez y juventud, del ejemplo que en todos los sentidos me ha reportado grandes enseñanzas y que no puedo olvidar.

En un primer momento estas palabras, alumbradas al calor y en la luz del Sagrario, eran las que quería compartir hoy con vosotros, pero no, permitidme que no termine mi intervención de esta manera y lea en voz alta una carta dirigida a un hermano que seguro me está escuchando:


 
Mi querido hermano:

En el silencio y el sosiego que hoy por hoy reina en mi vida quiero escribirte una carta llena de íntimos sentimientos, personalísimos pensamientos, particulares observaciones, como debe ser esta forma de comunicarnos por vía epistolar que llegará de alma a alma y que leo en voz alta en presencia de queridos, entrañables, amigos y familia de ambos.

La vida, como tal, pasa en un abrir y cerrar de ojos porque la misma tiene la duración que nuestro Padre Celestial ha predestinado para nosotros. La vida es ese cúmulo de acciones, palabras, hechos e incluso omisiones que realizamos a diario sin darnos cuenta que pueden ser observados por los que nos miran detenidamente.

Lo que hacemos en la vida, en la terrenal, en la finita, no debe ser para nuestro mayor honor y gloria, para eso ya están muchos en este mundo, sino para realizar lo que tengamos encargado desde la humildad, desde la servidumbre, que huye de protagonismos estériles que nos ofrece la irrealidad en la cual a veces estamos instalados.

Trabajar en la sombra, aunque te expongas al sol, por servir a Dios y a nuestra Madre la Iglesia por medio de nuestros hermanos, de nuestra Hermandad, de nuestra particular forma de vivir el apostolado, sirviendo y no sirviéndonos es lo que hace que nuestro quehacer sea agradable a los ojos de Dios que es Padre eternamente Misericordioso a la vez que inmensamente justo.

El cristiano, el católico, ejerza el apostolado que ejerza, debe evangelizar en todo sitio y ocasión sin importar hora ni lugar, en público y en privado, llevando a la práctica de nuestro particular día a día un testimonio de vida y de fe creíble y esto no se consigue en dos o tres días, meses o años sino a lo largo de todas las horas que tiene el día durante el resto de tu vida. Quien profesa su Amor en Cristo y María y lleva a la práctica diaria con consecuencia, con coherencia, con integridad su fe es el que verdaderamente da testimonio de la misma a los ojos del Señor, que es lo más importante, y a los de un mundo que está “cansado y agobiado” de tantas intoxicaciones, guerras, maldades y demasiados intereses...

Tú, mi querido hermano, sabes mejor que nadie cuan necesario es Dios para este terrenal y globalizado mundo que parece en demasiadas ocasiones perdido y abandonado hasta que se encuentra con nuestro Padre Celestial que continuamente sale al encuentro de su hijo pródigo.

Hoy, en nuestra bendita y querida Isla de León, se ha presentado mi libro “Diario de un blog: Sed Valientes” y ha estado a cargo de tres muy queridos amigos míos aunque no sé si habrás coincidido alguna vez con el Padre José Antonio o con Agustín sé que a José Carlos lo conoces de los pies a la cabeza pues soy sabedor del cariño sincero que os profesáis, un cariño y admiración que ha pasado de “padres a hijos”.

La verdad, hermano, es que cuando preparaba el acto no pensaba hablar, sino decir lo mínimo y necesario para agradecer tantas palabras y muestras de cariño como hoy he sido depositario. Pero Dios que es justo me iluminó y me hizo ver que no, que un acto como el que aquí se ha desarrollado no podía terminar con el regusto en nuestras bocas y pensamiento de haber sido un sincero enaltecimiento de mi obra literaria e incluso de su autor por medio de las palabras y los gestos de los presentadores a los cuales me unen verdaderos lazos de amistad-hermandad.

No, cuando te encuentras instalado en esa “atalaya del olvido voluntario” de la que tanto hablábamos los dos, no se debe permitir que este sea un acto más realizado para mayor gloria de uno mismo.

He aprendido de ti, porque los has demostrado cada día de tu vida, que el verdadero enaltecimiento se consigue a base de la auténtica y sincera humillación.

En este mundo aseteados por las palabras y por el YO hay que buscar los resquicios del silencio para encontrar a Dios, a nosotros mismos, que es cuando ves claro que en tu vida, en tu particular día a día, lo que importa y vale la pena es el TÚ, es el VOSOTROS.

Has dado tu vida sirviendo a Dios por medio de tu Familia, de tu Hermandad, que es lo mismo que decir que la Santa Madre Iglesia, de tu bendita y bicentenaria Ciudad de San Fernando, la eterna Isla de León.

Has sembrado con tus acciones la parte del terreno que te ha tocado y eso, después del tiempo transcurrido, ha fecundado y dado buenos frutos.

Cuando pienso, en la intimidad del Sagrario que nos une como insondable pegamento, que te has ido demasiado pronto, debo corregir estas equivocadas ideas porque los has hecho cuando debías  hacerlo, cuando Dios te llamó a Su Presencia para que le dieras cuenta de los talentos que te dio y que tú le has ofrecido multiplicado por una cifra inalcanzable para los ojos mundanos y terrenales.

Fue en Julio, en el preámbulo del día de Santiago Apóstol, de 2013 cuando Dios te llamó a su Presencia y desde entonces muchos no te hemos olvidado, no podemos hacerlo por más que el día a día nuble nuestros pensamientos.

Estoy hablando de mi querido hermano en la eternidad Ignacio Bustamante Morejón.

Y tengo que decir, lo que llevo en mi corazón y que no puedo ni debo ocultar por más tiempo, que en esta bendita Isla de León se ha notado tu ausencia, te han hecho algún que otro homenaje, han ofrecido recuerdos a tu memoria pero al día de hoy no han reconocido tu extraordinaria labor ni desde la Ciudad, oficialmente hablando, ni institucionalmente desde el apostolado que nos ha unido siempre como es el cofrade. Gestos emocionados muchos, homenajes pocos y reconocimientos, como los  entendemos, algunos...

Creo que ha llegado la hora de hacer justicia a la memoria de Ignacio que es una forma de hacerlo con su viuda, Pepa, sus hijas, Gracia y Macarena, sus hermanos y demás Familia y amigos del alma a los quiso y le quisieron por ser tal cual era.

Sé que lo que he dicho y lo que de inmediato voy hacer no te gustaría porque siempre predicaste un testimonio de vida cristiana desde el alejamiento que da la humildad de espíritu. ¡Te gustó siempre estar en la tramoya que los focos del escenario!

Por no alargarme más de la cuenta hoy, viernes 21 de noviembre, quiero dedicar expresamente esta presentación como mi libro “Diario de un blog” a la eterna memoria de mi querido hermano en la eternidad, Ignacio Bustamante Morejón porque haciéndolo así lo hago a su vez con su viuda, sus hijas, sus hermanos, Familia, hermanos del alma, amigos, cofrades así como a la Ciudad de San Fernando que amó, y sigue amando, con todo su corazón y a la que sirvió hasta el último día de su terrenal vida.

Ahora, inmediatamente después de que termine esta carta haré entrega de un ejemplar a la Familia Bustamante y dedicado expresamente como recuerdo permanente de esta presentación hecha homenaje.

Recibe, mi querido hermano Ignacio, un fraternal abrazo y desde la Casa de Hermandad eterna en la que seguro estarás acompañado por Juan Arteaga, Benito Rodríguez Pastoriza, Paco Pérez Barbudo, Tito Collantes, el eterno Juan Macias así como tantos buenos cofrades e isleños santos, vela por todos y cada uno de nosotros junto a Jesús, que sigue orando en el Huerto de Getsemaní, junto a María que es Gracia y Esperanza de nuestras vidas y junto al Beato Marcelo Spínola del cual fuiste su mayor discípulo.

Jesús Rodríguez Arias



No hay comentarios:

Publicar un comentario