viernes, 30 de enero de 2015

LOS FRANCESES SE MANIFIESTAN CONTRA EL PROYECTO DE LEGALIZAR PRÁCTICAS EUTANÁSICAS.

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«SABEMOS QUE LA HISTORIA NOS HARÁ JUSTICIA»


En el 40 aniversario de la aprobación de la ley del aborto en Francia, decenas de miles de franceses salieron a la calle para protestar por el proyecto del Presidente Hollande de legalizar algunas prácticas eutanásicas. «Ayer, con la ley del aborto, se instauró el derecho a matar bajo capa de una falsa libertad de la mujer. Mañana, con la eutanasia, será el permiso de matar bajo capa de una falsa caridad», afirmaba la Presidenta de la Marcha por la Vida.
30/01/15 11:44 AM | Imprimir | Enviar
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(Alfa y Omega/InfoCatólica) La Marcha por la Vida, que el domingo pasado recorrió las calles de París, era especial este año: se cumplían 40 años de la aprobación de la ley del aborto en Francia, y diez de esta convocatoria anual, que este año atrajo a 45.000 personas -25.000 según la prefectura- de todo el país.
Además, este año el movimiento provida francés está en alerta ante la apertura pocos días antes, en la Asamblea Nacional, del debate sobre el fin de la vida, con vistas a la próxima legalización de algunas prácticas eutanásicas. También se prevé que, antes de verano, se apruebe un plan de Sanidad que desarrolle la práctica del aborto.
La Presidenta de la Marcha, Cécile Edel, explicó desde el estrado que, «desde hace 40 años ha entrado en nuestra ley, ni más ni menos, que el permiso de matar. La ley del 17 de enero de 1975, llamada la ley Veil, en efecto, ha instituido la autorización de eliminar con toda impunidad al más frágil, al más inocente de entre nosotros: el niño por nacer». Desde entonces -añadió-, la ley ha acabado con nueve millones de vidas.
Pero hoy hay nuevos desafíos: «Ayer, con la ley del aborto, se instauró el derecho a matar bajo capa de una falsa libertad de la mujer -continuó Edel-. Mañana, con la eutanasia, será el permiso de matar bajo capa de una falsa caridad. Yo conozco, vosotros conocéis actos de caridad, de amor que nos hacen sacrificar nuestra propia vida por un ser o una causa que nos supera; yo no conozco ninguna caridad que nos haga sacrificar al otro por razones oscuras». Al final, agradeció a los asistentes «el haber sido la voz de los sin voz, la voz de todos los que no verán la el día, la voz de Vincent Lambert, cuya vida está suspendida a discreción de los jueces».
Este joven, cuyo nombre llevaban muchos manifestantes en pancartas con el lema Je suis Vincent, está en un estado de mínima conciencia tras un accidente de moto en 2008. Su mujer y su equipo médico quieren retirarle la alimentación e hidratación en contra de la voluntad de sus padres; una decisión avalada por los tribunales franceses. Tras un largo periplo judicial, el asunto está a la espera de una decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La madre de Vincent, Viviane, estuvo presente en la manifestación, y se dirigió a los asistentes diciendo que «luchamos por Vincent, pero también por la sociedad (…) Se ha abierto una puerta. Hoy, es Vicente. No es el primero ni será el último».
La inquietud por la deriva que está tomando la bioética en el país se notaba también entre los manifestantes. Monique, abuela de diez nietos, se mostraba «ansiosa. Vamos demasiado lejos. Quiero seguir confiando en la medicina para aliviar mis sufrimientos al final de la vida». Daphné, estudiante de 2º de Medicina, había acudido por primera vez: «Veo que las leyes sobre la eutanasia van a tener un impacto sobre la conciencia del médico, sobre la manera de ejercer la medicina, sobre la toma de decisiones. He escuchado muchos testimonios de personas que han vivido momentos muy bonitos que no habría podido vivir su hubieran estado sedados. En relación con el aborto, empiezo a comprender por qué se está en contra».
En este sentido, las reivindicaciones de los convocantes de la Marcha eran claras: rechazar cualquier sedación destinada a provocar la muerte, así como todas las instrucciones anticipadas vinculantes; exigir que la hidratación y la nutrición sean consideradas como cuidados básicos que hay que prestar siempre; y un mayor desarrollo de los cuidados paliativos.
«Sabemos que la Historia nos hará justicia -decía el manifiesto de la manifestación, leído por su portavoz, Julie Graziani- y que las generaciones futuras se asombrarán al saber que en Francia, en este siglo, se mataba a los niños en el vientre de su madre y a los moribundos en su cama de hospital».

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