jueves, 26 de febrero de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER.

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.» (Evangelio del día). Es muy manido el recurso de decir que no recibimos porque no sabemos pedir, pero algo de razón hay en esta afirmación. Y pedimos, volvemos a pedir, y... pero no se nos concede nada, parece que Dios está jugando al ratón y el gato con nosotros. Y yo me pregunto: ¿de verdad que no recibimos nada, no encontramos nada y ninguna puerta se abre? ¿No será que, aún recibiendo, encontrando y que se nos abre puertas, no lo vemos, o que no somos capaces de percibirlo? Hay un dicho por ahí que dice que si a Dios se le pide un árbol, te da una semilla. Por lo tanto la cuestión no es tanto pedir, buscar y llamar, –que eso se nos da muy bien–, como saber percibir –y apreciar– los bienes que se me ponen en el camino. Hace tiempo que tengo un familiar enfermo, y no es ninguna enfermedad pasajera, ni demasiado curable. ¿Pedimos su sanación? ¡Pues claro! ¿Que Dios la curará? No lo sabemos, y si lo hace, ¡bendito sea Dios! Y, aquí, lo que tenemos que hacer, aparte de cuidarla, es percibir como Dios atiende nuestra plegaria y qué "milagro" está obrando, –ojo, en ella y en nosotros–. Pues que el Señor nos asista y despierte nuestro sentido dormido para descubrir como Él interviene en nuestras vidas. Santa María de Caná, ruega por nosotros. Un anexo, para cada uno, de la 1ª Lectura: «..y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor.»

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