martes, 28 de abril de 2015

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

dominicos.org

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11,19-26

En aquellos días, los que se hablan dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquia, se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.

Sal 86, 1-3, 4-5. 6-7 R. Alabad al Señor, todas las naciones.

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.» R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: - «¿Hasta cuando nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.» Jesús les respondió: - «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

II. Compartimos la Palabra

  • Exhortó a todos a seguir unidos al Señor

Antioquía se guarda en la memoria cristiana con peculiar encanto, más allá del detalle singular de ser rotulados ‘cristianos’ los seguidores de Jesús de Nazaret; tras la conversión de Cornelio, punto de inflexión de la comunidad hacia la universalidad, se advierte un momento expansivo no exento de dificultades. La comunidad se siente misionera y, por ello, incrementa los momentos de predicación de la Palabra para así dar a conocer la Buena Noticia de nuestra salvación. Los griegos son ahora los que escuchan el mensaje de Jesús como el Señor de la vida y el que se ofrece para que la vida de todos los que acogen su persona y su palabra tenga sentido. Bernabé presta sus buenos oficios como apóstol para que la iglesia madre de Jerusalén acepte y anime a la iglesia antioquena, siendo así un oportuno puente entre la comunidad judía y la comunidad pagana. Más allá de los resultados concretos en cuanto a sumar adeptos por su predicación, es digno de tomar en cuenta no solo la resistencia al desaliento de la que hacen gala las primeras comunidades, sino la actitud confiada en la fuerza del Espíritu que es de quien depende el fruto y el incremento de la comunidad, pero contando con el muñidor de la Palabra que renueva corazones y dibuja horizontes de esperanza a todos los que la acogen con generosa verdad.
  • Mis obras dan testimonio de mí

El IV evangelio es pródigo en sus páginas de preguntas acerca de la identidad de Jesús, pues éstas surgen como espontáneo fruto del encuentro con el Maestro. Jesús no rehúye la respuesta; otra cosa es que sus palabras no solo sean entendidas, sino, sobre todo, aceptadas con humilde gallardía. Por eso encontramos a la vez adhesión y rechazo, fe e incredulidad como reacción a la palabra que nos revela el perfil amoroso de un Dios que es, sobre todo, Padre. En nuestro texto, Jesús apela a sus obras para que sean ellas el mejor argumento, las que hablen de su identidad, por si las palabras se tornaran en excusa para no acoger al que habla por boca de su Hijo. Quienes están en la mejor condición para creer y ver que el Padre y Él son uno son quienes le siguen, como la oveja al pastor, porque en tal seguimiento se verifica de manera admirable el recibir vida y el estar siempre asidos de su mano, como admirable recurso para vivir con esperanza. Lo que dicen las obras de Jesús entre nosotros es que es un Padre compasivo y muy cercano a nuestra limitada biografía.
Pero por eso mismo nuestros límites personales se abren a la belleza de la vida bendecida y rescatada en Dios.
Admirable servicio el de tender puentes como Bernabé, ¿crees que tu vivir en cristiano fomenta esta faceta creyente?
¿Qué respuesta tiene eco en nuestro corazón cuando preguntamos quién es Jesús de Nazaret para nosotros aquí y ahora?

Fr. Jesús Duque O.P. 
Convento de San Jacinto (Sevilla) 

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