domingo, 26 de abril de 2015

LECTURA Y EVANGELIO IV DOMINGO DE PASCUA

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Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo:
–Jefes del pueblo y senadores, escuchadme: porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre. Pues quede bien claro, a vosotros y a todo Israel, que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros.
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar y, bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.

Sal. 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28-29 R: La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular

Dad gracias al Señor porque es bueno, 
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor 
que fiarse de los hombres;
mejor es refugiarse en el Señor, 
que fiarse de los jefes.

Te doy gracias, porque me escuchaste 
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos, 
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho 
ha sido un milagro patente.

Bendito el que viene en nombre del Señor, 
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tú eres mi Dios, te doy gracias; 
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, 
porque es eterna su misericordia.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 3, 1-2

Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él.
Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 11-18

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:
–Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.


«Yo soy el buen pastor y conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí»


Las lecturas de este domingo tienen como tema central el amor personal y concreto que Dios nos tiene a cada uno de nosotros.
En Hechos de los Apóstoles san Pedro proclama ante el Sanedrín que el enfermo que pedía en la puerta del Templo (cf. Hch 3,1-10) ha sido curado por Jesucristo, aquel al que ellos enviaron a la Cruz, y al que Dios resucitó.
En el Salmo responsorial le damos gracias a Dios y le bendecimos por todo el bien que nos ha hecho.
San Juan, en su Primera Carta, nos hace ver que Dios, por amor, nos ha constituido en hijos suyos. Esto nos ha de llenar de esperanza, porque cuando resucitemos seremos semejantes a Él.
Y también san Juan en el Evangelio nos habla del amor de Dios por medio de la imagen del Buen Pastor, que cuida de sus ovejas porque las quiere, no porque le paguen por cuidarlas.
Fray Julián de Cos Pérez de Camino 
Convento de San Esteban (Salamanca) 

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