domingo, 25 de octubre de 2015

OBRAS DEL PADRE RUPNIK EN ESPAÑA: CAPILLA DE LA UNIVERSIDAD CEU-SAN PABLO EN MADRID



Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Julián Romea, 23 - 28003 Madrid, España
La lámpara-araña
La lámpara central es una celebración de Cristo, luz que viene al mundo para iluminar a todo hombre. El sentido de la lámpara es recordar a todo el que entra en la iglesia que ha entrado en un ámbito donde la luz no se acaba nunca, donde la luz es una corona de gloria. Esta corona de luz es también un símbolo de la Iglesia, la comunión de los bautizados, antiguamente llamados también «iluminados». En efecto, a través del bautismo, también llamado «iluminación» (photismos) pasamos de la noche a la luz, de la muerte a la vida, de la separación a la comunión. En la lámpara hay ocho cruces y ocho son los hilos que sujetan la lámpara, porque estamos en el octavo día, en el día sin ocaso. 
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Vista panorámica con la lámpara central
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
La iconografía de esta capilla está inspirada en la teología de las dos tiendas (Heb 8,1-2): la tienda no hecho por manos humanas, Cristo eternamente engendrado para nuestra salvación, y la tienda hecha por manos humanas, Cristo nacido de María Virgen en la historia. 
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Vista panorámica
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
La representación parte del sentido histérico, es decir, de la tienda no hecha por manos humanas, que es Cristo eternamente engendrado por el seno del Padre, Cristo en gloria, el Pantocrátor. 
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El Pantocrátor
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
A la izquierda está la «Virgen de la Escala», para indicar que el Hijo eternamente engendrado por el Padre, en la plenitud de los tiempos ha entrado en la historia como hombre, naciendo de una madre humana. La Virgen María es la escalera por la cual Cristo descendió a la tierra; por eso ella tiene las manos de modo que Cristo pueda subir sobre su regazo.
Aunque representado como Niño, Cristo tiene los signos de la gloria. En una mano sostiene el libro, porque es el Logos; con la otra, bendice. Por lo tanto, la imagen corresponde a la de Cristo en gloria. El Niño está vestido de sacerdote. En efecto, Cristo es el Sumo Sacerdote que desciende para reconciliar, a través del sacrificio de sí mismo, al mundo con Dios, las cosas que están en la tierra y las que están en el cielo.
Aunque Cristo en la gloria domina el escenario, de alguna manera la escena central es la Virgen de la Escala, Cristo desciende a la tierra, porque para nosotros la lectura de Cristo como Hijo de Dios pasa por la lectura de Cristo como nuestro salvador.
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Virgen de la Escala
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
A la derecha está representado el descendimiento de la cruz. Cristo, asumiendo nuestra realidad humana, la «tienda hecha por manos humanas», asume el destino de la muerte. Esta tienda está destruida. Su cuerpo sin vida esta abandonado en las manos de los hombres, signo explícito de esta donación hasta el fin que le llevó a la muerte. Y, cuando Cristo muere, la humanidad es redimida porque descubre el amor de Dios; reconoce que Dios es tan bueno que se da en nuestras manos y se deja matar. Y así, descubriendo el verdadero rostro de Dios, la humanidad se hace capaz de hacer un gesto de amor. Si el hombre no es redimido, incluso los gestos de ternura y la compasión permanece atados a la lógica del pecado: se amo sólo si conviene. En cambio, el gesto de caridad que la humanidad hace sobre el cuerpo muerto de Cristo es el primer signo verdadero de amor. José de Arimatea recibe con un gesto de ternura el cuerpo muerto de Cristo. Él está tirando hacia abajo el cuerpo del Señor desde la cruz, pero es el Señor quien lo abraza.
Muchos santos han hablado de la caridad, de la fe, del amor a Dios, del arrepentimiento, de la purificación del corazón como lo desclava a Cristo de la cruz. Acogiendo la salvación, amamos a Dios tomando en serio lo que él ha hecho por nosotros, y en esto reside el gesto de desclavarlo. Se trata de tomar en serio la redención -el hecho de que Dios ha muerto por nosotros- y, como redimidos, hacer el primer gesto de amor. 
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Descendimiento de la cruz
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
María Magdalena tiene los pies de Cristo. La Iglesia ha transmitido la imagen de la Magdalena en esta actitud de llanto sobre los pies de Cristo. Cuando Cristo es bajado de la cruz, su pie no toca sobre la piedra porque hay allí una mujer que lo acoge, que lo toma entre sus manos. Tanto la Magdalena como José [de Arimatea] tienen a Cristo de tal modo que hacen visibles las heridas y el costado traspasado, para que se vean bien esas heridas que reencontramos en el cuerpo de Cristo no hecho por manos humanas, Cristo en la gloria. Se trata de uno de los misterios más grandes: lo que grabamos en la tienda, hecha por manos humanas, es decir, sobre el cuerpo de Cristo nacido de la Virgen de Nazaret, lo encontramos en la tienda no hecha por manos humanos, el cuerpo de Cristo en gloria. Esta unidad de las dos tiendas se refleja también en lo escrito en el libro que Cristo sostiene en la mano: Cristo con la sangre de su cruz y con su sangre reconcilió en sí las cosas en el cielo y las de la tierra (cf. Col 1, 20).
José de Arimatea es un personaje muy significativo para la vida espiritual, porque coloca a Cristo en el sepulcro que había hecho excavar para sí mismo en la roca (cf. Mt 27, 60). En esta imagen se puede ver muy bien la teología paulina de la muerte de Cristo que nosotros llevamos en nuestra carne. José coloca a Cristo en su propia tumba, en su propia muerte. Y como Cristo es envuelto en el sudario llevado por José, de alguna manera se crea un todo entre Cristo y José. Nuestra salvación reside en esto: acoger en sí la muerte de Cristo para no morir solos, sino resucitar con él. Sólo si nuestra muerte está ligada a la muerte de Cristo, tenemos garantía de resurrección. 
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El altar: el pelícano
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
El altar
En la liturgia cristiana Cristo es el altar, y aquí hay varios símbolos para evocar esta realidad. En el frontal del altar está representado el pelícano, el ave que, según la tradición, se hiere a sí mismo, para alimentar a sus crías. Es una imagen común en la Iglesia antigua para indicar a Cristo que viene para darse en alimento. El altar es de planta cuadrada, porque así todas las partes del mundo se nutren del mismo modo de la justicia y del amor de Dios. El sacrificio del Pelícano es la mesa en la que todo el mundo come. A ambos lados del altar se representa la multiplicación de los panes y de los peces como preanuncio de la Eucaristía. Por lo tanto, se subraya el aspecto de la alimentación, la alimentación para la vida nueva. 
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El altar: los peces
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009
En la parte posterior, hacia el sacerdote, está la imagen veterotestamentaria de la serpiente con el bastón: quien era mordido por la serpiente y miraba la serpiente de bronce era sanado (cf. Num 4, 8-9). Esta serpiente de bronce es Cristo (cf. Jn 3, 14). En la tradición antigua, la serpiente tenía un doble sentido: su veneno es un mal, porque mata, pero también puede ser una medicina. Los Padres, en especial los sirios, desarrollaron la visión de la Eucaristía como medicina de inmortalidad. Nosotros estamos ya en el octavo día, pero aún caminamos en la lógica de los siete días. Por lo tanto, si nos envenenamos con el mal del mundo, si pecamos, tenemos un medicamento que nos cura, una medicina para la vida eterna. Esta medicina nos hace inmunes de cualquier cosa que puede hacernos daño y nos orienta hacia el octavo día, el día de la resurrección. 
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Il sagrario
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
Madrid - España
Octubre 2009

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Il sagrario
Capilla de la Universidad CEU San Pablo en Madrid
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Octubre 2009

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