miércoles, 25 de noviembre de 2015

* DESDE VILLALUENGA: A JOSÉ ANTONIO Y MARÍA, MIS QUERIDOS VECINOS, CON TODO MI CARIÑO.




 Me suele pasar que el día que he escogido para escribir de Villaluenga del Rosario suele ser el miércoles a lo mejor porque es mitad de semana laboral y solo quedan menos de cuarenta y ocho horas para que vuelva a reencontrarme con un lugar tan único y también tan especial como es este bendito pueblo.

El mundo no está bien y todas la plataformas comunicativas, de información así como las redes sociales son un reflejo de la situación que estamos viviendo. Si hace algunos años nada más que se leía y veía pobreza y situaciones injustas ahora se ha pasado a la guerra, los crímenes y aunque de otra manera o prisma también seguimos con las situaciones injustas. Eso hace que las calles digitales donde nos solemos mover no tengan demasiado color, ni alegría y menos esperanza.

Desde hace más de tres años me propuse dar luz a base de la sencillez y la belleza de un pequeño pueblo enclavado entre montañas que permanece por los siglos de los siglos cobijado por el Caíllo y donde se puede gozar de lo extraordinario tanto en lo visual como en el tratamiento humano. Sí, acostumbrado a un mundo demasiado frío el Señor me ofreció la oportunidad de conocer un pueblo y a sus gentes que me recibieron desde el primer día con los brazos abiertos y con el pasar del tiempo también me abrieron para siempre el corazón porque eso tienen los payoyos que cuando te ofrecen su alma es para es para toda la eternidad.

E inundé el mundo digital, las redes sociales, de fotografías en las que no hay ni trampas ni cartón de la belleza majestuosa de la inmensidad natural que  nos rodea así como la íntima, personal, cálida y cercana de los vecinos de un pequeño pueblo radicado en medio de la montaña, que es una forma de decir que lo está en medio del mundo, donde todos los días se levantan con las fuerzas que Dios les da para sacar sus vidas que son las de sus Familias así como a Villaluenga del Rosario hacia adelante.

Sí, en esos tiempos fue un contraste que rompía todos los esquemas y que ahora son muchos los que gracias a todo eso, que es una mínima parte de lo que me habéis aportado, se han enamorado de este lugar al que no paran hasta llegar a conocerlo.

Villaluenga del Rosario es ahora inmensamente conocido y no solo en nuestras fronteras, sino en multitud de lugares de nuestra querida España así como en los más insospechados lugares del mundo.

Y es que hay que vivir, embriagarse, de un amanecer de esos únicos e irrepetibles como los del puerto de las viñas, ese majestuoso y cercano cielo azul solo teñido por una vaporosa nubecilla blanca que da la sensación de poderla coger con solo alzar la mano, esas atardecidas por la manga o cuando el sol se oculta impertérrito tras el Caíllo, o esa niebla que aquí es tan densa que entra hasta en tu casa, o sentir llover de la forma y manera que aquí se siente o perder la mirada en los blancos prados y montañas cuando nieva en la que Villaluenga aparece como la más bella e inimaginable postal donde en las primeras horas solo existen el azul y el blanco.

¡Sí, así es Villaluenga del Rosario! ¡Sí, así es como todos vosotros, mis queridos vecinos, me la habéis mostrado hasta hacerla también un poco mía!

Y de la calidez, sencillez, humildad, generosidad por los cuatros costados, alegría, sonrisa siempre en los labios, mirada sincera, de las que no hay engaño, corazones de auténtico diamante que es la mayor riqueza que uno puede ostentar en esta vida, voy a escribir porque en estos valores, estas virtudes, quedan reflejados las personas a las que dedico hoy mi artículo en SED VALIENTES que se escribe “desde y para Villaluenga”.

Ciertamente me es muy difícil hablar de mis vecinos José Antonio, María así como sus hijos Antonio y Francisco  porque no tengo vocabulario para expresar mis sentimientos y profunda admiración hacia ellos. Es tanto su nivel de generosidad, de servir a todos, de entrega, su gran corazón que este precioso cofre que es la literatura es demasiado pequeño para albergar tanto.

Cuando digo mis vecinos los son en el sentido literal del término pues estamos separados por tan solo una pared.

Es José Antonio un hombre bueno, de gran corazón aunque lo tenga algo pachucho y conociéndolo no me extraña que en su día le estallara porque albergar tanta bondad en el mismo tenía que explotar por algún lado.

Hombre trabajador hasta el extremo para llevar esos cuartos tan necesarios para su Famillia. Hoy, y desde hace ya un tiempo, ha tenido que separarse de todo lo relativo a lo profesional pues su corazón le dijo basta.

Ahora lo puedes ver dando impresionantes paseos, haga el tiempo que haga, pues no puede ni debe permanecer en casa. Con su caminar pausado, tranquilo, con ese gesto de vencer a cada paso a la misma muerte, pienso que también es un superviviente, un aguerrido luchador que ha cambiado de campo de batalla tras muchos años, o también lo puedes ver partiendo frutos secos en tu terraza, haciendo sus recomendados ejercicios en el “gimnasio” al aire libre que tenemos en el pueblo o apoyado en su balcón perdiendo la mirada de sus recuerdos más allá de la montaña.

María es esa mujer fuerte, siempre tirada para adelante, decidida y llena de vitalidad. Grande en bondad, entrega, capacidad por servir y atender a todos con una inmensa sonrisa. Mujer enjuta de cuerpo que siempre veo trabajando en casa, dedicada a su familia, a su gente o sacándose los cuatro cuartos para que a los suyos no falte ni oro bendito.

De conversación agradable, sincera, amable y siempre sonriente. Es una mujer desprendida y destaca precisamente por su humildad, por no querer figurar en ningún sitio ni en ningún lugar. Por eso es tan difícil de encontrar una fotografía y las que hay han sido por casualidad. Todavía me acuerdo cuando en este verano, en unos días de vacaciones, me encontraba regular del estómago, cosa que en mí es más que natural, y necesitaba tomar algo que aplacara tantas molestias. Cuando salió al patio a tender la ropa y nos saludó como siempre, le pedí si tendría una bolsita de manzanilla pues ya era tarde y tanto Pepi como la Covacha habían cerrado. Nos dijo que no tenía en casa pues no la usaban mucho y se metió para adentro.

No pasó ni siquiera diez minutos cuando apareció con una bolsa de plástico en la mano que contenía varias bolsitas de manzanilla así como algunas naturales. María había salido a buscar entre los vecinos de la calle Curtido lo que tanta falta me hacía y que al final se lo proporcionó Ana, querida amiga y vecina que trabaja como cocinera en La Posada. El tomar la manzanilla supuso que mejorara mucho mi estómago.

¡Esa es María! ¡Esos son los vecinos de mi querido pueblo!
 
Cuando digo que en Villaluenga del Rosario me siento en mi Hogar es porque todos me hacen sentir así a cada momento y circunstancia.

Aunque cuando veo a María más relajada es cuando en el buen tiempo se sienta en su balcón a disfrutar del atardecielo mientras mira de vez en cuando como la montaña va atenuando su color, el cielo se rasga en mil tonalidades allá por la manga porque el sol hace horas que ya está escondido tras el Caíllo. En ese justo momento, entre reglón y reglón del libro que tenga entre manos, alza la mirada imaginándose ver el mar, la playa de la cual es una verdadera enamorada y que muy de vez en cuando toca con sus manos y pisas con sus propios pies.

Sus hijos Antonio, el mayor, y Francisco son vivos retratos de sus padres. Jóvenes que les apasiona todo lo que tenga que ver con su bendito pueblo. Máximos defensores de sus tradiciones y también, por qué no decirlo, de sus devociones.

Antonio que trabaja junto a su primo Emilio, llamados por todo Tachy, en la panadería de Benaocaz es un verdadero enamorado de los toros y la tauromaquia. Lo mismo lo ves implicado al máximo en todos los preparativos, organización así como ejecución en el Toro de Cuerda de Villaluenga del Rosario que organiza cada año con el apoyo del Ayuntamiento la asociación “José María Carrillo” así como disfrutando en los distintos toros de cuerda de lo lugares que se celebren que puede ser Benaocaz, Grazalema, Ubrique, El Gastor o asistiendo a cita congresual que todos se celebra en cualquier punto de nuestra España. No es difícil el verlo en los archiconocidos encierros que en Pamplona se organizan por San Fermín.

También es un gran apasionado a la caza y es de los que se pierden por esos montes de Dios buscando la ansiada pieza que le ha tocado en suerte.
 
Antonio es amigo de sus amigos y disfruta con ellos en cualquier sitio y también lugar.

Francisco es el hijo pequeño aunque ya es todo un muchacho y con sus diferencias en lo que es aficiones el mundo del toro y la cacería también le atraen con verdadero fervor. A él lo puedes ver, por razones de edad, disfrutando más de los preparativos pues ya habrá  tiempo habrá de coger la maroma o la escopeta porque ahora sus verdaderas prioridades deben ser las deben ser.

Sí, es verdad lo que la mayoría estáis pensando. Es un verdadero regalo de Dios y de la Santísima Virgen del Rosario, de la que son muy devotos, el tener como vecinos, de los de pared con pared, a José Antonio, María, Antonio y Francisco pues no todos pueden decir que viven junto a personas buenas y de gran corazón.

Gracias queridos amigos por ser como sois, un verdadero ejemplo para tantos y sobre todo para mí pues con vuestra forma de encarar y vivir la vida os habéis convertido en un referente personal.

Gracias por habernos abierto los brazos y hacernos sentir en nuestro Hogar, gracias porque con vecinos como vosotros todos seremos mejores personas porque vuestro testimonio de vida os precede.

Recibid un fuerte abrazo con mi cariño, admiración y profundo respeto.







Jesús Rodríguez Arias

Las fotografías son de Tachy Barea, que también a su manera participa en este particular regalo, así como la del perfil de María en el WhatsApp o propias del archivo de SED VALIENTES.











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