jueves, 25 de febrero de 2016

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Lectura del libro de Jeremías 17,5-10:

Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto. Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo? Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.

Sal 1,1-2.3.4.6 R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,19-31:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".

II. Compartimos la Palabra

  • “Bendito quien confía en el Señor”

“Sólo cuando las dificultades de nuestros hermanos nos interpelan, podemos iniciar nuestro camino de conversión hacia la Pascua. Es un itinerario que comprende la cruz y la renuncia.” Papa Francisco. Esta frase del Santo Padre puede iluminar nuestra reflexión.
Estamos transitando el tiempo de Cuaresma, en el que la Iglesia nos propone intensificar el camino de la propia conversión y nos indica los elementos de este itinerario espiritual: la oración, el ayuno y la limosna, para ir muriendo al hombre viejo, al pecado y todo lo que nos aparta de Dios, y revestirnos de Jesucristo.
La Palabra de Dios nos decía al comenzar la Cuaresma: “el ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas…partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne…” (Is 58, 6-7).
Las dos lecturas de la Palabra de Dios en este día nos hablan de los dos caminos que podemos elegir en la vida: confiar en Dios o confiar en el hombre y en los bienes terrenales.
La confianza en el Señor, según el profeta Jeremías, nos lleva a la felicidad (será “bendito” dice el texto), pues Dios no defrauda al que se fía de Él, y lo compara con la imagen de un árbol frondoso, plantado junto a la corriente, que no deja de dar fruto. En cambio, aquel que busca su seguridad en el hombre, apartándose de Dios y de su voluntad, será como un cardo del desierto que no verá el bien; Jeremías lo llama “maldito”.
  • A uno lo llevaron al seno de Abrahán y al otro lo enterraron.

También el pasaje evangélico nos muestra dos caminos:
• El elegido por el rico Epulón, que ponía su confianza en los bienes de esta tierra, pues se ocupaba solamente de vestir y comer con opulencia y tenía una gran indiferencia por quien, a su puerta, pasaba necesidad ;
• y el del mendigo Lázaro, que ponía su confianza en el Señor. El final de la parábola evangélica nos muestra cómo su fe no queda defraudada por Dios, que lo lleva a gozar del Paraíso.
En cambio, el egoísmo del rico lo hunde en el fracaso y la tristeza; el Evangelio dice: “lo enterraron” y lo muestra sufriendo en el infierno.
Pidamos al Señor que nos conceda vivir este tiempo de gracia, como nos decía el Papa Francisco, dejándonos interpelar por las dificultades de nuestros hermanos, sin dejarnos arrastrar por la indiferencia del mundo contemporáneo.
Monjas Dominicas Contemplativas 
Monasterio Stma. Trinidad y Sta. Lucia (Orihuela) 
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III. Lectio Divina #OP800

Lectio Divina #OP800La Orden de Predicadores ofrece, a lo largo del 2016, una propuesta de Lectio Divinapara el Evangelio de cada día, preparada por distintos miembros de la Familia Dominicana de todo el mundo. Te invitamos a este encuentro con la Palabra de Dios, disponible gratuitamente en la página internacional del Jubileo:

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