domingo, 27 de marzo de 2016

VILLARUBIA DE LOS OJOS (CIUDAD REAL) CELEBRA UNA PROCESIÓN CON MÁS DE 400 AÑOS DE HISTORIA





La cuna del Guadiana: un río de solidaridad y fe en Semana Santa
La Hermandad de la Soledad conmemora los 75 años de la restauración de la talla de su patrona, destruida en la guerra civil, con recogida de alimentos, campañas solidarias, atención a los enfermos y evangelización
«Al hablar de hermandades, alguno puede pensar solo en procesiones o desfiles, pero somos mucho más: somos grupos vivos de fieles que tomamos parte activa en la comunidad, y que intentamos ser muy sensibles a las necesidades de quienes nos rodean. Nuestra hermandad vive la Semana Santa de manera diferente, saliendo a las calles con nuestros pasos pero también entregados a quien nos necesite». Así se explica Jesús Manuel Plana, presidente de la Hermandad de la Soledad, la Vera Cruz y San Cristóbal, que cuenta con una presencia de 400 años en el municipio castellanomanchego de Villarrubias de los Ojos.
Esta localidad de la provincia de Ciudad Real, conocida por albergar en su territorio los Ojos del Guadiana –el nacimiento del río Guadiana en su vuelta a la superficie–, vive estos días un auténtico caudal de fe y caridad, gracias a la labor litúrgica, evangelizadora y solidaria que llevan a cabo sus cofradías y hermandades. Y, este año, de forma especial, la Hermandad de la Soledad, que celebra el 75 aniversario de la actual imagen de su patrona, después de que la anterior ardiese pasto del odio anticatólico durante la guerra civil. Una imagen de gran devoción en la comarca, cuyo culto se remonta al siglo XVI y que recibirá la coronación canónica de manos del obispo de Ciudad Real, monseñor Antonio Algora, el próximo 17 de abril.
Ayuda espiritual y material
Para celebrar este aniversario, «hemos querido volcarnos con los que más nos necesitan –cuenta Jesús Manuel Plana–, sin descuidar los elementos externos necesarios para el culto, pero atendiendo a todas las personas que llegan a nuestras puertas pidiendo ayuda espiritual o material. Y también saliendo en su búsqueda, porque muchos no vienen por vergüenza».
En lo que va de curso, la hermandad ha colaborado con la parroquia y con el obispado para organizar y costear varios actos festivos, pastorales y caritativos, como el Encuentro Diocesano de Familias, la Copa Diocesana de Fútbol y la de Baloncesto, una recogida de alimentos para comedores de la ONG católica Mensajeros de la Paz, varias campañas para atender a los temporeros durante la vendimia, así como colectas especiales para las misiones (Domund e Infancia Misionera), para los Santos Lugares y para los proyectos diocesanos de Manos Unidas. «También llevamos un rosario bendecido por el Papa y una imagen de la Virgen de la Soledad, bendecida por el obispo con indulgencia parcial, por los domicilios de personas enfermas, solas o ancianas, con quienes compartimos un rato de oración y compañía», explica Plana.
Pasos de niños y de mujeres
La hermandad salió este jueves por las calles del municipio, en la procesión de la Flagelación y la Virgen de los Dolores, con los pasos de la Virgen Niña (portada por 60 chicos y chicas entre 11 y 16 años), y con el paso de La Verónica y las Santas Mujeres, portado a hombros por 45 mujeres «que quieren ser como la Verónica, secar el rostro de Jesús en el rostro de los marginados y de los que sufren», explica Jesús Manuel Plana, que es también catequista, presidente de la Adoración Nocturna local, terciario franciscano y responsable de formación de la Orden Franciscana Seglar para Ávila, Ciudad Real, Guadalajara, Segovia y Toledo.
Una procesión al trote
Tras velar al Santísimo durante toda la noche en la iglesia parroquial de La Asunción, los miembros de la Hermandad se dirigieron de madrugada a la iglesia de la Soledad para organizar una oración por los difuntos y enfermos del pueblo, y este año también por los cristianos perseguidos. Antes del amanecer, volvieron a salir en la procesión de Los Encuentros, «la más emotiva y representativa de toda la comarca»: al alba, la Virgen de los Dolores, y la Verónica y las Santas mujeres, recorren las calles villarrubieras al trote de sus porteadores, en busca de Cristo. Todo en un silencio sepulcral, que solo se rompe cuando comienza el rezo del rosario.
«Quiera Dios que los frutos de este 75 aniversario sean abundantes y que seamos lo que Cristo nos pide: fermento y levadura, evangelizadores en el mundo», concluye Plana.
José Antonio Méndez

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