domingo, 26 de junio de 2016

HOY DOMINGO; POR ENRIQUE MONTIEL













Diario de Cádiz

CALLE REAL

Hoy domingo

ENRIQUE / MONTIEL | ACTUALIZADO 26.06.2016 - 01:00
Este artículo ya lo he escrito otras veces, otros domingos electorales. Amigo lector, ya lo has leído. Es siempre el mismo artículo. Recordarás que he recordado cómo fui con mi hijo Enrique de la mano a votar la primera vez que pudimos votar los españoles. 6 de diciembre de 1978. Es una fecha inolvidable para mÍ. Enrique no tenía dos años y, es natural que no se acuerde, iba de mi mano. Ya siempre quería llevarlo conmigo. Cada domingo electoral. Hasta que cumplió 18 años y ya fue solo. En la historia emocional de mi generación esto le ha ocurrido a muchos padres. Llevamos décadas bajo el amparo de la Constitución vigente. Ahora la quieren destruir, digan lo que digan. Es que las constituciones o se reforman o se derogan, se destruyen. La de 1978 fue aprobada en sesión solemne y conjunta del Congreso de los Diputados y el Senado el 31 de octubre de 1978. Ninguna, que yo sepa, ha durado tantos años. Es más, ningún otro período de paz entre los españoles tan largo ha sido posible hasta la fecha como el que nos ha propiciado la Constitución de 1978. Ni tan fructífero. Ninguna. 

No hago unas exequias de la Constitución actual, que no lo parezca. Intento resumirla con pocas palabras. Sobre todo cuando ahora nos vienen diciendo que la España de esa constitución no será la España de la que quieren que venga tras la demolición de la actual. Porque la Nación única e indivisible de 1978 (y de más de cinco siglos) va a convertirse en un Estado multinacional, España nación de naciones es la fórmula que oculta la verdad desnuda de la destrucción que se enmascara con las palabras fetiches. Línea roja difusa que puede ser si con los dedos algunos pueden tocar el Poder, la palabra sortilegio ante la que el ayer adversario no tiene defectos y con el que es perfectamente posible llegar a un acuerdo de pacto y reparto. Por esto mismo empecé diciendo que este artículo ya lo has leído. Más que nada porque con variantes o diferencias, lo que sucede, hace que recuerde aquel domingo de la mano de mi hijo Enrique, que no tenía dos años. Para recordarte, por si viene la desgana o el hartazgo, que hay que votar para seguir votando, para sumar, para proclamar nuestra fe en una ciudadanía libre, sin miedo a votar, sin miedo a las consecuencias. 

Hoy iré a votar con más ganas y más fuerzas que nunca. Porque nunca como hoy he visto lo que puede traer la levantera de estos días. Y porque yo quiero esta constitución, a la que tanto creo deber, mejorada, reformada. Y no otra. Es la de todos los españoles, sin distinción. De una España única e indivisible. Solidaria y magnífica.

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