Dice mi querido hermano en la fe y en la misma vida, Jesús Bustamante morejón una frase que podría condensar este artículo que hoy he publicado en exclusiva en INFORMACIÓN en el apartado que dirige y coordina mi buen hermano Pepe Moreno Fraile.
A mediados de junio me despedí de todos los fieles lectores hasta pasado el verano, hasta que una nueva estación alumbrara el calendario y nuestro día a día, aunque me he permitido hacer un alto en este camino del descanso, de la desconexión para escribir un artículo dedicado expresamente a mi querido hermano en la eternidad Ignacio Bustamante Morejón y que hoy domingo hace justamente tres años que nos dejó a todos para encaminarse a la Casa del Padre.
Y como no puedo permitirme que su memoria, sus obras, todo cuanto hizo en vida, caiga en ese precipicio que lleva directamente al olvido, escribo cada año un artículo dedicado a su persona porque me sale del corazón y porque también lo considero de justicia.
Agradezco profundamente a INFORMACIÓN y a Pepe Moreno Fraile su generosidad por cederme, aún estando de vacaciones, mi tribuna de cada domingo así como a todos vosotros por seguir leyendo cuanto se pasa por mi mente y corazón.
Decía Jesús Bustamante Morejón: "No muere quién se va, muere quién se olvida...".
Jesús Rodríguez Arias
IGNACIO
Tres años ya
y no te caes de la memoria de los que te queremos aunque a decir verdad también
de esos que ni muerto pueden perdonar y menos olvidar, la envidia unida a la
soberbia tiene esas cosas, lo grande que fuiste como persona, como cristiano-cofrade
y como cañailla.
Tres años en
los que el mundo, España y San Fernando han ido cambiando y solo tiempo, único
juez inescrutable, nos dirá si ha sido para bien o todo lo contrario. Lo único
que sé es que si estuvieras vivo estarías trabajando por las grandes pasiones
que alimentaron tu vida porque si algo te caracterizaba era tu entrega y
servicio en lo que creías y querías.
Tres años
hace que iniciaste tu particular “Camino de Santiago” en el que tenías la
intención de abrazar al Apóstol Santiago y al final el que te terminó abrazando
fue el mismo Dios.
Tres años de
un accidente que todavía nadie se explica por muchos argumentos y
justificaciones técnicas que nos puedan ofrecer para intentar distraer la
atención de un hecho tan grave que se llevó tantas vidas inocentes por delante
y dejó unas secuelas que duraran siempre para tantos familiares y amigos que
aunque vivos lloran cada día la ausencia de los que fallecieron un día como el
de hoy en un tren alvia en Santiago de Compostela.
Y junto a ti
se fueron otros cuatro queridos amigos, conocidos isleños, que hicieron que los
finales de mes de julio de cada año nuestro ánimo se torne sombrío y la honda
tristeza por vuestra ausencia nos llegue incluso arañar las entrañas. Hoy hace
también tres años que nos dejaron Rosa, Antonio, Francisco y Esperanza.
Este, como
bien os podéis presuponer, es uno de esos artículos que más me cuesta escribir
pues las palabras salen muy lentamente y cada una de ellas lleva impresa muchos
latidos del propio corazón. Cada año que pasa me gustaría callar más y hablar
menos en estos días tan señalados, me gustaría pasar mi particular duelo en
medio del silencio hecho oración, de que tus seres más queridos; tu mujer,
hijas, hermanos, amigos del alma y todos los que te querían y quieren sientan
mi calor y compañía. Sí, querido Ignacio, no sabes cuanto daría por hoy guardar
silencio. Pero no lo haré, no debo hacerlo, porque no voy a consentir que el
olvido se torne sobre ti, sobre tu obra, tu herencia que nos dejaste a todos con
verdadera ejemplaridad.
Nadie es
“profeta en su tierra” y si en vez de centrar tu vida en torno a esta ciudad,
al apostolado que engloban las Hermandades y Cofradías de las que fuiste hace
mucho ya un eficaz servidor tanto en la presidencia del Consejo como el
verdadero impulsor de la querida Hermandad del Huerto a la cual entregaste gran
parte de tu existencia y hubieras ofrecido solo una quinta parte de lo que has
dado a esta bendita Isla a otro lugar seguro que hace mucho serías uno de sus
hijos más recordados, un hijo predilecto.
Por eso
mientras recorres la calle de ese olvido impuesto al que tantos no dejan de
mirar en la distancia seguiré alzando la voz en este desierto nuestro de cada
día para que todos recuerden quién fue mi querido hermano en la eternidad
Ignacio Bustamante Morejón. ¡Así de sencillo!
Quiero
agradecer a Pepe Moreno Fraile, buen hermano y amigo, así como “San Fernando
Información”, por haberme permitido publicar este artículo en la tribuna que
tan generosamente me ceden porque saben mejor que nadie lo importante que es
para mi el que la memoria de nuestro querido hermano y amigo Ignacio esté
presente y más si cabe en este día en el
que hace justamente tres años se fue junto a Antonio, Rosa, Francisco Esperanza
y tantos como en Santiago murieron en un tren que los llevaban para encontrarse
con el Apóstol y fueron abrazados por el mismo Dios.
Mi
recuerdos, oraciones y consuelo a Pepa, Gracia, Macarena, sus queridos
hermanos, Familia, hermanos del alma, amigos verdaderos y todos los que
quisieron y quiso nuestro admirado y
querido Ignacio Bustamante Morejón. Que la Gracia y Esperanza de Cristo y María
os bendigan.
Jesús
Rodríguez Arias.
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