sábado, 31 de diciembre de 2016

* GRACIAS POR DEJARME APRENDER COMPARTIENDO CONTIGO





Termina este año 2016 y soy de los que me gusta recrearme en lo bueno que Dios me ha proporcionado, los caminos que se han abierto en vez de mirar las puertas que se han podido cerrar.

Por eso en este día tan especial quiero dar las GRACIAS y de forma muy especial a la persona a la cual dedicada por entero mi último artículo del año en INFORMACIÓN en el apartado que dirige y coordina mi buen hermano Pepe Moreno Fraile.

Solo nos falta que llegue el inminente 2017 y que lo vivamos tan apasionadamente como los latidos del corazón.

¡¡FELIZ AÑO Y SED FELICES!!

Jesús Rodríguez Arias 




GRACIAS POR DEJARME APRENDER COMPARTIENDO CONTIGO




No pongo ni hora, fecha, lugar o año a la estima y admiración que desde siempre se ha tenido en casa a Enrique Montiel Sánchez. Mi padre Juan José compartía lazos de íntima amistad con Luis Berenguer que a su vez también la mantenía con Enrique Montiel. Tanto unos como otros forman parte de ese patrimonio inmaterial de un valor incuantificable que forma parte del ADN de La Isla de unos tiempos pasados que en esta ocasión si se puede decir que fueron mejores sin lugar a la duda.

Ese cariño, esa admiración, hizo que desde pequeño fuese un ávido lector de cuanto publicaba y llega hasta mí un recuerdo tan personal y bonito de como fui reuniendo mes por mes para poder comprar “Calle Comedias” que es un libro que ha estado en mi biblioteca desde siempre y que hace tan solo unos meses lo he releído con el deleite propio de los ya viven un poco a base de recuerdos.

Siempre noté su presencia, su compañía, su apoyo y oración en los momentos verdaderamente malos de mi enfermedad, nuestros viajes a la Capital del Reino hasta llegar esa fecha fija en el calendario como fue la de mi operación y los meses, ya años, de una recuperación que nunca se llega a terminar.

Y lo seguía en sus artículos del Diario, la labor tan impresionante en la Expo'92 o de un Bicentenario de la Constitución de Cádiz con un elenco de eventos y personalidades que visitaron la Tacita de Plata donde se podía percibir bien a las claras la huella y el sello de Enrique Montiel así como también de su gran amigo Enrique García-Agulló.

También destacó cuando se hizo cargo en San Fernando en la pasada legislatura para coordinar todo lo concerniente al mítico cantaor José Monje Cruz, Camarón de La Isla. Desde luego eligieron para tal encomienda al más conocedor de la persona y el mito que en 2017 cumple los veinticinco años de su fallecimiento y que recuerdo en esas fechas de 1992 San Fernando quedo desbordada por completo. Pienso que en este singular tema cuanto diga Enrique Montiel Sánchez es palabra de ley aunque algunos en su atrevimiento pudieran pensar lo contrario.

Y ha tenido que ser Villaluenga del Rosario la que una nuestras vidas y nos ha hecho acompasar nuestros pasos para disfrutar de momentos únicos en torno a la buena amistad. En este pequeño pueblo acunado por siempre por el eterno Caíllo y protegido por una Virgen morena por la que todos sienten un amor incondicional Enrique ha descubierto un sentido nuevo de lo que es la Felicidad, una felicidad compartida.

Hoy termina el año, un año que ha dado para mucho, un año que quedará por siempre en nuestros recuerdos y hoy quiero darte las gracias, mi querido Enrique Montiel, por permitirme aprender compartiendo tanto contigo. Gracias por hacerme partícipe de tus recuerdos, por tu día a día, por tus impagables enseñanzas en torno a este difícil y apasionante mundo de la literatura, por abrirme tantas puertas, por darme a conocer tanto con la mayor naturalidad posible, por ser tan buen amigo, un padre en muchas cosas, un extraordinario compañero en este tramo del camino de la vida que Dios está permitiendo que transitemos juntos.

Sí, es un honor el compartir con quién siendo todo en el mundo literario, haber hecho mella en el apostolado cofrade con pregones y exaltaciones que quedarán en el recuerdo, un distinguido académico, un hombre culto y sabio, un insigne isleño de los que debería tener por lo menos una avenida o simplemente ser hijo predilecto, si hubieras nacido en otros lares seguro tendrías amplios reconocimientos, una persona tan apasionada que ama cuanto hace que escribe al ritmo de latidos “El tamaño del corazón” que es un libro que parece salido del mismo alma.

Cañaílla de origen, de condición, enamorado de cada palmo de esta bella ciudad y donde pierde el sentío admirando ese atardecer único en la Casería mientras charla con Bartolo y payoyo de adopción pues nuestro bendito y encalado pueblo, que parece hecho a mano, donde sus gentes son sencillas, honradas, amables, hospitalarias, entregadas, humildes abren sus corazones a los que en verdad aman a Villaluenga y ofrecemos nuestras vidas en dar a conocer un sitio tan único, tan especial, que a diario hace grande la pequeñez.

Sí, querido Enrique Montiel, permíteme que te de las gracias por aprender compartiendo tanto contigo y te lo diga precisamente hoy que termina el año y que de este modo pueda  desear a todos un Feliz 2017.

Jesús Rodríguez Arias


ROSANA: EL CIELO QUE ME DAS

¡¡FELIZ 2017!!


2017 TIENE NOMBRE: ¡¡ROSARIO!! Y ES 100% VILLALUENGA



LA SORPRENDENTE PRESENCIA DE LA VIRGEN EN EL FÚTBOL AMERICANO: DOS SUPER JUGADAS LLEVAN SU NOMBRE

Religión en Libertad

La sorprendente presencia de la Virgen en el fútbol americano: dos súper jugadas llevan su nombre


La creciente influencia católica sobre la vida social en Estados Unidos a lo largo del siglo XX se manifestó también en el deporte rey en aquel país: el fútbol americano. Y de muchas maneras, una de las cuales fue el "bautismo" que recibieron algunas jugadas históricas de este deporte, como cuenta el portal mariano Cari Filii:

Parecería que en una disciplina dura y de contacto como el fútbol americano, deporte nacional además en un país históricamente protestante, no habría lugar para el "dulce nombre" de María. Pero no es así. La influencia de equipos y jugadores católicos, y la trascendencia de algunas jugadas protagonizadas por ellos, ha dado lugar al hecho de que dos jugadas concretas lleven el nombre de la Madre de Dios: el "Ave María", que describe una situación estratégica general, y la "Recepción Inmaculada", referida a una jugada  histórica concreta.

El Ave María, todo un clásico
Se llama Ave María [Hail Mary] al lanzamiento del balón ovalado hacia delante cruzando casi todo el campo, a falta de escasos segundos de finalizar el partido y con el marcador ajustado, para intentar a la desesperada un touchdown que invierta el resultado y dé la victoria al equipo que lo consigue.

Lo mejor es ver uno en particular:


Éste es el touchdown logrado in extremis, a seis segundos del final, para la victoria de Boston College sobre la Universidad de Miami en la liga universitaria, el 23 de noviembre de 1984, citado por Carrie Gress en un artículo sobre la cuestión en el National Catholic Register: es el primero que recuerda haber visto en su infancia, y uno de los más célebres. La propia liga nacional tiene establecido su Top 10 de los mejores Hail Mary [Ave María] de la historia.

¿Por qué se denomina así esta jugada? La expresión se empleaba desde los años 20 para una jugada desesperada cualquiera, en el ámbito de la universidad católica Notre Dame o en los equipos de origen irlandés, que rezaban ante los momentos decisivos. Pero empezó a generalizarse a raíz del touchdown milagroso logrado por los Dallas Cowboys a lanzamiento del quarterback Roger Staubach el 28 de diciembre de 1975, que les dio la victoria sobre Minnesota Vikings.

Cuando le preguntaron cómo pensó la jugada, Staubach, que era católico, dijo: "Cerré los ojos y recé un Avemaría". Y empezó a denominarse así a partir de entonces. He aquí lo que pasó:


Carrie Gress hace una creativa lectura espiritual del impacto que puede tener esta denominación: "Es un sutil recordatorio, primero, de que al final María triunfa y, segundo, de que está deseando encontrar a la gente en el lugar en el que cada uno esté... aunque sea en el borde del asiento".

Una polémica "mariana"
En cuanto a la "Recepcion Inmaculada [Immaculate Reception]", está considerada por la productora de documentales de la liga nacional (NFL Films) como la mejor jugada de la historia... y la más controvertida. Sucedió el 23 de diciembre de 1972 en el partido entre los Pittsburgh Steelers y los Oakland Raiders. Veámosla:


A falta de 30 segundos para el final, el quarterback de Pittsburgh, Terry Bradshaw, lanza el balón hacia John Fuqua en liza con el defensa Jack Tatum, de los Raiders. Pero el balón es interceptado, recogiendo el rebote Franco Harris para hacer el touchdown que dio la victoria a los Steelers. La polémica es técnica: ¿quién tocó el balón que salió rebotado? ¿Fuqua, Tatum o los dos? Y el balón, ¿tocó el suelo antes de que lo recogiera Harris, en cuyo caso se habría considerado en aquellos tiempos pase incompleto que anulaba la jugada? Los debates continúan entre los aficionados.

Sea como fuere, el aspecto mariano de la cuestión es el nombre de esa recepción. ¿Por qué "Inmaculada"? El nombre se lo sugirió una aficionada de los Steelers, Sharon Levosky, a Myron Cope, periodista de Pittsburgh, quien lo utilizó en su programa del día siguiente para narrar el partido. Ambos querían resaltar, obviamente, el carácter "inmaculado", "sin mancha", de la recepción de Harris que les dio la victoria, y para ello utilizaron la palabra Immaculate, característica en inglés del dogma de la Purísima Concepción de Nuestra Señora sin pecado original.

Gracias a hechos como éstos, concluye Gress en el National Catholic Register, todos los aficionados al fútbol, que son decenas de millones en todo el país, católicos o no, han oído hablar de María y saben "a quién acudir cuando la situación es desesperada". Todo un deportivo apostolado mariano.

11 INTERESANTES FRASES DE LOS SANTOS ACERCA DE LA MUERTE




Tránsito glorioso de San Francisco / Dominio público.
La muerte es el paso de la vida terrena a la vida eterna. Es por eso que los santos veían este acontecimiento desde una perspectiva distinta a como la ve el mundo.

Hoy les compartimos 11 interesantes frases de los Santos acerca de la muerte:

1) “No morirá de mala muerte el que oye devotamente y con perseverancia la Santa Misa”. San Agustín.
2)”Para el cristiano, la muerte no es la derrota sino la victoria: el momento de ver a Dios; la muerte para hallarlo, la eternidad para poseerlo….La muerte para el cristiano no es el gran susto, sino la gran esperanza.” San Alberto Hurtado.
3) “Quien se humilla en el pensamiento de la muerte, pone en orden toda su vida, y está atento a todo lo que le rodea. Sacude de sí la ociosidad, se da ánimo, en los trabajos y confía en la misericordia del Señor, y dirige el curso de la existencia hacia el puerto de la eternidad.” San Antonio de Padua
4) “¡Terrible muerte!, pero ¡cuán apetecible es también la vida en el otro mundo, a la que Dios nos llama!” San Francisco de Asís
5) “Cuando se ha partido de aquí de esta vida, ya no es posible hacer penitencia y no tiene efecto la satisfacción. Aquí se pierde o se gana la vida”. San Cipriano
6) “En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo”. Madre Teresa de Calcuta
7) “La muerte os espera en todas partes; pero si sois prudentes, en todas partes la esperáis vosotros”. San Bernardo
8) “Oh muerte, yo no sé quién puede temerte, ya que por ti, la vida se abre para nosotros”. San Pío de Pieltrecina
9) “Recuerda que cuando abandones esta tierra, no podrás llevar contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado: un corazón enriquecido por el servicio honesto, el amor, el sacrificio y el valor”. San Francisco de Asís
10) “Vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero, que muero porque no muero…Vivo en el Señor”. Santa Teresa de Ávila
11) “Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad”. San Alfonso María de Ligorio

"SINE SOLE SILEO": CANSANCIO Y DESCANSANDO (I)




En este editorial, en dos entregas, se abordan algunas cuestiones en torno a la fatiga y el descanso, que forman parte de nuestra vida de hijos de Dios.
OTROS
Opus Dei - 'Sine sole sileo': cansancio y descanso (I)
Una de las inscripciones clásicas que decoran los relojes de sol recuerda, con una sencillez desarmante, algo que parece una obviedad: «Sine sole sileo –sin el sol me callo»[1]. Solemos pasar de largo ante las evidencias, y sin embargo muchas veces se esconden en ellas principios fundamentales para la vida: como un reloj de sol se convierte, sin la luz del día, en una simple pieza decorativa, o una planta puede llegar a marchitarse por falta de iluminación, también los ideales que Dios ha puesto en nuestro corazón podrían languidecer e incluso esfumarse si nos faltara la luz del descanso.
San Josemaría solía decir que, para las personas del Opus Dei, el trabajo es «una enfermedad crónica, contagiosa, incurable y progresiva»[2]. Dios cuenta con la tarea constante y esforzada de los cristianos, mano a mano con tanta gente honrada, para llevar el mundo hacia Él. Pero necesita que, como parte de esa tarea, nos cuidemos, porque el esfuerzo del día a día nos desgasta, y necesitamos rehacernos. «Tu cuerpo es como un borrico –un borrico fue el trono de Dios en Jerusalén– que te lleva a lomos por las veredas divinas de la tierra: hay que dominarlo para que no se aparte de las sendas de Dios, y animarle para que su trote sea todo lo alegre y brioso que cabe esperar de un jumento»[3].
QUIEN ESTÁ FÍSICAMENTE AGOTADO PERCIBE QUE LA CABEZA Y EL CORAZÓN NO LE RESPONDEN, SE LE EMBOTAN; Y QUIEN PADECE CANSANCIO PSICOLÓGICO, FÁCILMENTE SOMATIZA ESA FATIGA.
Existen, a grandes rasgos, dos tipos de cansancio: el físico y el psicológico[4]. Están entrelazados, porque la persona humana es una unidad de cuerpo, mente y espíritu. Por eso, un tipo de cansancio suele influir en el otro, y agudizarlo, generando pequeñas –o no tan pequeñas– espirales de fatiga: quien está físicamente agotado percibe que la cabeza y el corazón no le responden, se le embotan; y quien padece cansancio psicológico, fácilmente somatiza esa fatiga: la sufre en forma de dolencias o desgaste corporal que acentúan su cansancio interior. Esta segunda espiral es especialmente sutil, y conviene prestarle atención, porque podría pasar desapercibida a quien la padece, y a quienes le rodean. Sin aprensiones, es necesario verla venir, porque la mejor cura es la prevención, y hay dificultades en la vida que no se deben a la falta de entrega o de interés sino, fundamentalmente, al cansancio.
En este editorial, en dos entregas, se abordarán algunas cuestiones en torno a la fatiga y el descanso, que forman parte de nuestra vida de hijos de Dios: «Él, perfectus Deus, perfectus Homo –perfecto Dios y perfecto Hombre–, que tenía toda la felicidad del Cielo, quiso experimentar la fatiga y el cansancio, el llanto y el dolor..., para que entendamos que ser sobrenaturales supone ser muy humanos»[5].
Aprender a no agotarse
Hay circunstancias de la vida que pueden resultar especialmente desgastantes para una persona, sobre todo porque habitualmente se deben hacer compatibles con el curso normal de las demás cosas. La enfermedad de un familiar, el nacimiento de un nuevo hijo, un período especialmente exigente en el estudio o en el trabajo, una acumulación de problemas de distinto orden… Esas situaciones, sobre todo si se alargan, requieren defender tiempos o modos de descanso, aunque sean pequeños, para evitar que el desgaste deje un rastro duradero o se convierta en cansancio crónico. El apoyo de quienes rodean a una persona en esta situación es decisivo, pero también lo es su prontitud para pedir ayuda, porque a veces los demás pueden no ser conscientes de la medida en que algo le está agotando.
LA PRIMERA Y MEJOR MANERA DE DESCANSAR, PUES, ES APRENDER A NO CANSARSE EXCESIVAMENTE, A NO AGOTARSE.
Cuando se descubre un descosido en un vestido, muchas veces es crucial cambiarse enseguida y esperar a arreglarlo, para que el descosido no se haga mayor, o el tejido no se rompa. La primera y mejor manera de descansar, pues, es aprender a no cansarse excesivamente, a no agotarse; y para eso es necesario dejar momentáneamente en manos de otros la primera línea del frente, aunque pueda costarnos. Esto no significa escatimar esfuerzos ni volverse rígidos: significa simplemente reconocer los propios límites, y también, a veces, desprenderse un poco de los resultados de nuestro trabajo. Dios quiere que nos gastemos por amor, no que nos desgastemos de modo que el amor se extinga por derrumbe del edificio, como sucede a la casa construida sobre arena (cfr. Mt 7,24-27). «Decaimiento físico. –Estás... derrumbado. –Descansa. Para esa actividad exterior. –Consulta al médico. Obedece, y despreocúpate. –Pronto volverás a tu vida y mejorarás, si eres fiel, tus apostolados»[6].
La sabiduría popular aconseja no dejar para mañana lo que podamos hacer hoy, porque es un hecho que a veces retrasamos decisiones, gestiones, iniciativas, por simple pereza de acometerlas. Sin embargo, tan importante es leer esta frase del derecho como del revés; junto a la diligencia para hacer las cosas, es bueno decirse también: «deja para mañana lo que no puedas hacer hoy»; no cargues el hoy de más de lo que puedes hacer, y no dejes para mañana el descanso que necesitas hoy. El libro de la Sabiduría lo expresa con decisión: «Hijo, no te ocupes de muchos asuntos; si te desbordan, no estarás falto de culpa; por más que corras no los alcanzarás, y aunque huyas no te podrás escapar de ellos» (Si 11,10). «A mí, escribía San Josemaría, siempre me quedan cosas para el día siguiente. Hemos de llegar a la noche, después de un día lleno de trabajo, con faena de sobra para la siguiente jornada. Hemos de llegar a la noche cargados, como borriquillos de Dios»[7].
Por eso, a la hora de asumir tareas, es importante distinguir la disponibilidad –actitud de servicio, de apertura a lo que nos puedan pedir– de una responsabilidad excesiva, por la que intentamos responder a más de lo que realmente podemos abarcar. En esto, como en todo, conviene dar con un equilibrio; no se trata de hacerse impermeables a los imprevistos, frecuentes en la vida de todos los días, pero tampoco de dejar –en la medida en que podamos evitarlo– que la vida entera sea un gran imprevisto.
Medir las propias fuerzas
Existen personas muy atentas y capaces a las que cuesta mucho decir que no a determinadas peticiones: a veces prefieren ocuparse de una tarea, aunque vean que no tienen tiempo o energías para acometerla, a disgustar o quedar mal con una negativa; otras veces la asumen porque saben, no por presunción sino porque les consta, que pueden resolver el asunto mejor que otras personas. También hay quien, porque es sensible a los problemas de los demás, tiende a cargar con demasiados de ellos; o quien, porque tiene una mirada atenta y profunda a los detalles, no logra concluir las tareas, de modo que se le amontonan, formando una montaña que le agobia. Unos y otros quizá miden mal sus fuerzas, y les sucede como a un carro sobrecargado: de poco sirve la potencia de los caballos si los ejes del carro se deforman por el peso; si en un primer momento logran girar, acabarán por deformarse o romperse.
EN EL TRABAJO ES NECESARIO DISTINGUIR LA GENEROSIDAD DE LA PRODIGALIDAD, POR LA QUE UNO DA MÁS DE LO QUE DEBE, Y SE INCAPACITA PARA SEGUIR DANDO.
Entre quienes se toman en serio su trabajo suele darse, en mayor o menor medida, alguno de estos rasgos; y se puede producir a veces un efecto perverso que acentúa el cansancio: cuando uno raramente da su negativa, y procura trabajar bien, los demás tienden a pedirle más favores; algunos, porque se aprovechan de su buena fe; otros, porque no son conscientes –a veces no pueden serlo– de la carga que arrastra. Cuando el cansancio empieza a hacerse notar, esta persona estalla quizá, o responde con enfado, irritada con el mundo, para el asombro de los demás: como cada cual sabía únicamente del favor que le había pedido, y solo ella llevaba el peso del conjunto, su reacción les resulta incomprensible. Y así, alguien con una disposición sincera a ayudar puede volverse un poco amargo y solitario. También aquí rige la sabiduría del Sirácide: «hay quien trabaja, se fatiga y se esfuerza, y, sin embargo, es tanto más menesteroso» (Si 11,11). En el trabajo es necesario distinguir la generosidad de la prodigalidad, por la que uno da más de lo que debe, y se incapacita para seguir dando: el presente no tiene que hacernos perder de vista el futuro, también el más cercano.
Leer los signos del cansancio
Es necesario aprender a leer, en nosotros y en los demás, los signos del cansancio. No todo el mundo se cansa por los mismos motivos, ni con los mismos tiempos. Pero los síntomas tienen parecidos: bajan las defensas de la personalidad, y las limitaciones del carácter se hacen más salientes. Una persona cansada tiende a ver las cosas con más pesimismo del que le es propio: quien habitualmente es de talante optimista, por ejemplo, reaccionará con una apatía extraña en él. A quien tiene una tendencia a preocuparse se le multiplicarán los motivos de inquietud, paralizándole, y habrá que ayudarle a ver que en ese momento no ve las cosas con objetividad. Quien quizá es habitualmente manso reaccionará con una brusquedad que quizá en otro sería simplemente un rasgo habitual del carácter.
Si una persona tiene a su lado, en esos momentos de cansancio en los que la vista se nubla un poco, una mano amiga que le aconseja con atención, sin paternalismo, procurando ayudarle a conocerse, irá aprendiendo a leer ella misma los signos de su cansancio, y a descansar o a pedir un cambio de ritmo antes de agotarse. «–¿Que te da todo igual? –No quieras engañarte (…) No te da todo igual: es que no eres incansable..., y necesitas más tiempo para ti: tiempo que será también para tus obras, porque, a última hora, tú eres el instrumento»[8].
Una muestra de amistad fina es ayudar a los demás, enseñarles con simpatía –sin condescendencia, poniéndose a su lado–, a decir que no a ciertas peticiones, sin cargarse por ello de remordimientos; a descartar proyectos que se les puedan ocurrir, si no es realista acometerlos; a aplicar la proporcionalidad y dejar quizá algunas cosas menos acabadas de lo que querrían; a ver que, más allá de lo que tienen entre manos en ese momento, o de los nuevos frentes que se les ocurren, está su deber de descansar.
En las últimas décadas se han hecho cada vez más frecuentes los casos de burnout (estar quemado) o estrés profesional, que suelen afectar a profesionales de áreas de servicio: médicos, enfermeras, profesores, sacerdotes… Se trata de personas que viven con pasión su profesión –porque no hay nada tan apasionante como dedicarse a servir a otras personas– pero que se ven arrolladas por las constantes demandas que reciben desde fuera y desde dentro: como le sucede a un cable eléctrico que recibe tantas señales de sus múltiples conexiones, que acaba por quemarse. Los tres signos del burnout son el sentimiento de vacío, el agotamiento y la sobrecarga. Para prevenir estas situaciones, y ayudar a tiempo, conviene prestar atención a las características de las personas: es proclive al burnout quien tiene rasgos de hiperresponsabilidad, perfeccionismo, inseguridad, autoexigencia; quien tiene unas expectativas irreales.
El ambiente de trabajo
NO SOLO EL EXCESO DE TRABAJO PUEDE PROVOCAR UN BURNOUT: LO DESENCADENA TAMBIÉN SU ESCASEZ, O EL HECHO DE QUE NO SE ENCUENTRE SENTIDO AL TRABAJO, PORQUE UNO SE SIENTE INÚTIL.
Conviene prestar atención también al ambiente laboral o la institución: cómo se distribuyen las tareas, cómo se descansa, cuáles son los incentivos o recompensas, cómo es la formación permanente del personal. El descuido en estos aspectos ambientales, o la tendencia a dar excesivas responsabilidades a personas jóvenes, sin dedicar tiempo a la formación adecuada, o sin hacerles notar lo positivo que hacen, es un factor de riesgo. No solo el exceso de trabajo puede provocar un burnout: lo desencadena también su escasez, o el hecho de que no se encuentre sentido al trabajo, porque uno se siente inútil, o percibe que no se valora su trabajo. El sentido, además, es algo que debe crecer dentro de cada persona: no basta con recordarlo sin más desde fuera, como no bastan muchas veces unos golpecitos de ánimo en la espalda.
Aunque resulta obvio decir que las personas son muy distintas, la velocidad de la vida puede hacer que a veces se dedique poco tiempo y energías a valorar lo que podemos esperar de ellas. Hay, por ejemplo, personas muy capaces de resolver cuestiones imprevistas, a veces frecuentes en las organizaciones. Se diría que incluso se divierten; son como los deportistas a quienes les gusta el riesgo: el imprevisto les saca de la rutina, les descansa. Hay otras personas, en cambio, que necesitan más estabilidad, porque no se mueven tan cómodamente en el corto plazo: lo que a otros les descansa, a ellos les agota. En ese sentido, es importante que quienes ocupan cargos de responsabilidad en las organizaciones procuren evitar que una persona, a lo mejor muy capaz, tenga un tipo de tarea que le produce un desgaste excesivo. La mayoría de la gente tiene una cierta flexibilidad, y a veces las limitaciones se podrán paliar con la experiencia, y con algunos consejos, pero otras veces será preferible buscar a otra persona para ese encargo. Todos los trabajos tienen sus sinsabores, y a veces no queda otra posibilidad que adaptarse, pero cuando una persona está en su sitio, rinde más, y descansa más.
A veces la situación de sobrecarga no se debe al cansancio autoinducido por asumir demasiadas tareas o gestionarlas mal, sino a algunas deficiencias de la organización, por las que una persona tiene que cargar con más trabajo del razonable, quizá porque son demasiadas las personas que pueden encargarle cosas. Aunque es importante que ella misma hable con sus superiores para ajustar las cargas, una parte importante de la responsabilidad de dirección consiste también en darse cuenta de esas situaciones: es necesario cuidar de la gente, para que no se rompan; no solo pensando en la eficacia de la organización, sino también en la felicidad de cada uno y de sus familias. Otras veces la situación no tiene fácil arreglo, porque persona y empresa son una misma cosa, o porque pesa sobre la persona el liderazgo de un proyecto que tiene su propia lógica, a veces un poco tiránica, y que dificulta reponer fuerzas.
Un cansancio feliz
En algunas ocasiones el cansancio puede tener su origen en la frustración de quien no ha aceptado que no siempre se cumplen nuestras expectativas sobre las cosas y las personas. «El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen. No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado»[9].
Hay quien se desgasta «por sostener proyectos irrealizables y no vivir con ganas lo que buenamente podrían hacer. Otros, por no aceptar la costosa evolución de los procesos y querer que todo caiga del cielo. Otros, por apegarse a algunos proyectos o a sueños de éxitos imaginados por su vanidad»[10]. El choque de nuestras pequeñas esperanzas con la realidad puede ser signo y oportunidad para buscar una vez más nuestro descanso en una esperanza más grande[11]. «O Crux, ave spes unica! –¡Salve!, oh Cruz, esperanza única», reza el himno Vexilla Regis[12]. El verdadero descanso reside en el abandono en Dios, en abrazar las palabras de Jesús al Padre: «en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). El abandono, que «es desear las cosas buenas, poner los medios para lograrlas y después, si no salen, quedarse en las manos de Dios diciendo: seguiré trabajando para que salgan»[13].
Pero «¿y si la Cruz fuera el tedio, la tristeza? –Yo te digo, Señor, que, Contigo, estaría alegremente triste»[14]. Incluso cuando nos fatiguemos porque no supimos descansar a tiempo, o a causa de nuestra limitación, se trata de redescubrir y saborear el fondo de felicidad que prometen esas palabras del Señor para los cansados, que hoy son unos, y mañana otros… porque ¿quién no se cansa a veces en el camino de la vida?: «venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga es ligera» (Mt 11,28-30).
Wenceslao Vial - Carlos Ayxelà

[1] San Josemaría quiso que se grabara esta inscripción en un reloj de sol del jardín de Villa delle Rose, una casa de retiros en Castelgandolfo, Roma.
[2] San Josemaría, Carta 15-X-1948, n. 14 (citado en A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, III, Rialp, Madrid 2003, 429, nota 118).
[3] San Josemaría, Amigos de Dios, 137.
[4] Cfr. F. Sarráis, Aprendiendo a vivir: el descanso, Pamplona, Eunsa, 2011.
[5] San Josemaría, Forja, 290.
[6] San Josemaría, Camino, 706.
[7] San Josemaría, Carta 15-X-1948, 10.
[8] San Josemaría, Camino, 723.
[9] Francisco, Evangelii Gaudium (24-XI-2013), 82.
[10] Ibidem.
[11] Cfr. Benedicto XVI, Enc. Spe Salvi (30-XI-2007), 30-31.
[12] Este himno se reza en la Liturgia de las horas, desde la semana de Pasión, y durante la Semana santa.
[13] San Josemaría, notas de una reunión familiar, 15-IV-1974.
[14] Forja, 252.

MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA DERRAMA SOBRE EL MUNDO TU BENDICIÓN Y LA MISERICORDIA Y PAZ DE TU HIJO JESÚS, ROGAMOS CON EL PAPA




2016-12-31 Radio Vaticana
 
(RV).- En la víspera del uno de enero, Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en cuyo nombre la Iglesia universal celebra también la Jornada Mundial de la Paz, como estableció el Beato Pablo VI, resuenan las palabras del Papa Francisco, en la primera Santa Misa de 2016.
En especial, aquellas con las que culminó su homilía rogándole a la Madre de Dios y Madre nuestra que nos muestre el rostro de su Hijo Jesús, que derrama sobre todo el mundo su misericordia y su paz:
«Al comienzo de un nuevo año, la Iglesia nos hace contemplar la Divina Maternidad de María como icono de la paz. La promesa antigua se cumple en su persona. Ella ha creído en las palabras del ángel, ha concebido al Hijo, se ha convertido en la Madre del Señor. A través de ella, a través de su «sí», ha llegado la plenitud de los tiempos. El Evangelio que hemos escuchado dice: «Conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). Ella se nos presenta como un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente su enseñanza.
Hoy nos ofrece la posibilidad de captar el sentido de los acontecimientos que nos afectan a nosotros personalmente, a nuestras familias, a nuestros países y al mundo entero. Donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los acuerdos de la política, allí llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón y a los acuerdos.
Bienaventurada eres tú, María, porque has dado al mundo al Hijo de Dios; pero todavía más dichosa por haber creído en él. Llena de fe, has concebido a Jesús antes en tu corazón que en tu seno, para hacerte Madre de todos los creyentes (cf. San Agustín, Sermón 215, 4). Madre, derrama sobre nosotros tu bendición en este día consagrado a ti; muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que trae a todo el mundo misericordia y paz. Amén».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)

PATATAS A LA IMPORTANCIA DEL MONASTERIO DONDE SE ESCONDIERON LAS HIJAS DEL CID




Es una receta sobria, pero sabrosa. Importante, como su propio nombre indica. Más aún si se riega con vino de Valdevegón, marca propia de la casa, elaborado en la bodega más antigua de España en uso (data del siglo XI) y la única gestionada por monjes. No es por dar envidia, pero una servidora ha degustado una añada del 95 y… con patatas o sin ellas, el paladar queda satisfecho. «Tenemos un monje que cocina fenomenal», asegura fray Roberto, burgalés de 47 años y abad de este monasterio, escondido en un pequeño valle a unos diez kilómetros de la capital burgalesa. Como compartir es vivir, en su web, monasteriosanpedrodecardena.com tienen una tienda online donde comprar las delicatessen que hacen los religiosos, seguidores de la regla de san Benito, ora et labora.
«Nuestra orden –cuyo nombre oficial es Orden Cisterciense de la Estricta Observancia– nació en 1664 como una reforma de la orden del Císter, con el objetivo de retornar a la primitiva observancia y a la regla benedictina», explica fray Roberto. A partir de entonces, oración y trabajo manual fueron la bandera de estos religiosos, carisma que mantienen en la actualidad. De hecho, además de vino, en el monasterio se elaboran la cerveza Cardeña, quesos, mieles, el licor Tizona, que sigue una receta secreta de los monjes del siglo XVIII, y el tradicional chocolate de la Trapa. «Es nuestra forma de subsistencia», añade el abad.
Mantener en pie semejante construcción tiene su coste. El inmenso monasterio que se atisba desde la carretera pertenece al Tesoro Artístico Nacional desde 1931. Lógico, ya que el edificio está en pie posiblemente desde el siglo VIII (aunque los primeros legajos que hacen referencia al monasterio son del año 902).
Reliquias de los santos mártires
La historia no solo se mide en años. El monasterio de San Pedro de Cardeña es histórico por ser también escenario de las más variopintas vicisitudes, como por ejemplo el martirio que sufrieron 200 monjes en el año 934. Las tropas capitaneadas por Abderramán III entraron cuchillo en mano en las dependencias monásticas y cortaron la cabeza a los religiosos. Este suceso suscitó un importante movimiento devocional en torno a los santos mártires de Cardeña, que elevó al monasterio como centro de peregrinación nacional. Por él pasaron reyes como Enrique IV, Isabel la Católica, Felipe II y III o Carlos II, además de las caravanas ininterrumpidas de fieles de pueblos y comarcas de toda Castilla. Actualmente, en una de las capillas del templo gótico anejo al monasterio se encuentra una caja de reliquias de los famosos mártires, canonizados en 1604. No son las únicas reliquias de santos que hay entre estos muros burgaleses. San Sisebuto, abad del monasterio, falleció en 1086 y se venera como santo desde hace siglos.
Escondite de las hijas del Cid
Precisamente siendo san Sisebuto abad, transcurrió el célebre episodio en el que el Cid dejó a cobijo de los monjes a doña Jimena y a sus hijas durante su destierro, ordenado por Alfonso VI en el año 1081. Bajo la tumba –con piedras del siglo XI– que aún se conserva en el templo, reposan en la actualidad «una parte de los restos del Cid y doña Jimena. La otra parte se la llevaron a la catedral de Burgos», afirma el abad.
Los monjes copistas del monasterio también dieron fama mundial a la abadía. «Desde el año 914 hubo un scriptorium considerado el más importante de Castilla». Aquí se difundieron los textos benedictinos por excelencia, como la Biblia Visigoda de Cardeña, el Beato de Liébana o las Morales de San Gregorio. Códices que hoy no se conservan en el monasterio. «Durante la invasión napoleónica, los soldados se llevaron los libros más valiosos».
La desamortización de Mendizábal dejó el histórico edificio vacío o en manos ajenas durante más de 100 años. Incluso funcionó como campo de prisioneros republicanos durante la guerra civil. «En 1946 se consolidó definitivamente nuestra comunidad». Ahora hay 16 monjes –el más mayor de 88 años y el menor de 38– que cuidan de la hospedería, ofrecen visitas a los curiosos y, sobre todo, llevan «una intensa vida de oración».
Cristina Sánchez Aguilar
@csanchezaguilar

Preparación de la receta
Foto: Monasterio de San Pedro de Cardeña
Foto: Monasterio de San Pedro de Cardeña
Ingredientes
Para seis raciones:
  • Un kilo de patatas
  • Harina y huevo (para rebozar)
  • Tres dientes de ajo
  • Medio litro de vino blanco
  • Un litro de agua o caldo
  • Aceite de oliva
  • Sal y perejil
Preparación
Pelar las patatas y cortarlas en rodajas de un dedo de grosor, rebozar en harina y huevo y freírlas en una sartén con un dedo de aceite hasta que se doren. Escurrir y colocar en una cazuela grande rellenando hasta tres alturas.
En una cacerola se sofríe el ajo picado hasta que se dore y añadir tres cucharadas de harina, rehogarlo bien y bañar con el vino blanco; dejar que reduzca un poco y añadir el agua o caldo, corregir de sal e incorporar el perejil bien picado en gran cantidad. Cocer a fuego lento durante 15 minutos.
Incorporar la salsa a las patatas y cocerlas a fuego lento, mejor tapadas para que no pierdan su jugo, hasta que estén tiernas, entre 20 y 30 minutos.