lunes, 30 de enero de 2017

LAS HUELLAS DE LA HISTORIA EN BETANIA, DONDE RESUCITÓ LÁZARO

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Un lugar vinculado a la historia de Jesús, un lugar de resurrección. Betania, hoy llamada El-Azariyeh, es el pueblo situado en la actual Cisjordania en el que se ubica la casa de los amigos de Jesús, Marta, María y Lázaro. Nos encontramos en la carretera que conduce de Jerusalén a Jericó, en las laderas orientales del Monte de los Olivos a solo cinco kilómetros de Jerusalén. En el Evangelio se lee que después de cuatro días de su muerte, Jesús devolvió a la vida a Lázaro, pidiéndole salir del sepulcro donde le habían depositado. Hoy aún existe aquel sepulcro: una gruta excavada en la roca con una sala mortuoria a la que se accede descendiendo unos escalones. Todo el entorno que la rodea, sin embargo, ha cambiado y no poco a lo largo de los años. Como lugar santo, allí está presente una pequeña hermandad de franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, hay una iglesia del '900 y restos muy antiguos. 

Con motivo de las últimas excavaciones arqueológicas permitidas gracias al proyecto “Betania” , llevado a cabo por la ATS Asociación pro Terra Sancta gracias al impulso del Custodio, se ha investigado a fondo para intentar reconstruir la historia del lugar. El profesor Ibrahim Abu A’mar de la universidad Al-Quds, que trabaja como arqueólogo en las excavaciones, cuenta que serían varias las iglesias construidas allí. La primera se remonta al periodo de Constantino del siglo III-IV, la segunda habría sido erigida bajo Justiniano entre los siglos V-VI, hasta la llegada de los cruzados, que la restauraron y la modificaron en parte. Folco d’Angio y la reina Melisenda decidieron después donar el lugar a una comunidad de monjas benedictinas, que establecieron allí su monasterio. La primera abadesa fue la hermana de Melisenda, Ivette. Más tarde vino un periodo de abandono con el advenimiento de Saladino en 1187. La iglesia fue transformada en una mezquita, aunque algunos restos del monasterio todavía se conservan. Entre ellos una construcción en la parte alta, que hoy parece solo una habitación, pero que era utilizada como torre y como paso para llegar al patio del monasterio. Los franciscanos pudieron acceder al santuario solo en 1613, cuando obtuvieron un permiso para construir un acceso externo, hasta que compraron una parte del territorio en 1889. La reconstrucción de la iglesia moderna es del 1952-53, obra del arquitecto Barluzzi. Son los mismos años de la construcción del convento de los franciscanos y de las primeras excavaciones arqueológicas, más tarde abandonadas.

Las excavaciones recientes han sacado a la luz nueve estancias y están intentando dar forma a siglos y siglos de historia, cuyas huellas aún están por desenterrar. La historia más reciente habla hoy de dificultades debido también a la presencia del muro construido entre Israel y los territorios de Cisjordania, que hace más complicado para los peregrinos llegar a Betania. Como narra fray Eleazar Wronski, de la fraternidad de Betania, actualmente la presencia franciscana en los lugares de Lázaro, Marta y María, consiste en estar al servicio de los peregrinos: «Estamos aquí para organizar misas para los peregrinos pero a veces explicamos también con sencillez la situación local, como por ejemplo la particularidad de que en Betania no hay policía y es difícil garantizar la seguridad». El pueblo se encuentra, de hecho, en territorio palestino en el área B. La religión predominante es la musulmana y los cristianos presentes de todas las denominaciones son aproximadamente doscientos, mientras que solo cinco familias frecuentan la iglesia católica, no todas bautizadas por el rito católico.

Desde antes de 1800 en Betania se realiza una peregrinación de la Custodia de Tierra Santa para celebrar el día de Santa Marta, María y Lázaro. El vínculo de los cristianos con este lugar, por tanto, a pesar de haber sufrido a lo largo de los años, no se disuelve: Betania sigue siendo un lugar donde Jesús pasó y donde sigue pasando todavía en nuestros días.


Beatrice Guarrera

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